alergia primaveralSi tenemos cuadros alérgicos durante las épocas estacionales, es importante prevenir y actuar antes de que comiencen a aparecer. Por tanto, una buena opción es empezar a preparar el organismo cuanto antes. De esta manera, cuando llegue la época crítica, podremos aliviar o eliminar los síntomas de alergias.

Dentro del mundo de la complementación natural encontramos preparados específicos que nos pueden ayudar a aliviar los síntomas de las alergias primaverales, como por ejemplo la quercetina, la vitamina C, la cúrcuma y la ortiga. Alergias + de Eophy, Quercitina Complejo Solgar, Allergforte Health Aid, Quercitin Plus Nature’s Plus son algunos de los muchos productos destinados a aliviar los síntomas de las alergias primaverales.

Ya en marzo, cuando empiezan a florecer los árboles, más de uno empieza a tener picores, falta de oxigenación, mucosidad. Antes había pocas personas con alergia primaveral; hoy en día la excepción son las que no la tienen. Uno de los motivos que hacen que cada vez haya más casos de alergias es el debilitamiento del terreno de la persona: un hígado cargado de toxinas y un sistema intestinal deficitario y hiperpermeable. Con la alimentación y una complementación correcta podemos mejorar la respuesta del organismo.

El organismo tiene mecanismos para hacer frente a una agresión externa, pero a veces estos mecanismos fallan y es entonces cuando aparecen respuestas anormales o excesivas del sistema inmunitario. Normalmente estos síntomas se suelen tapar con antihistamínicos, que calman las molestias, pero que en realidad no solucionan el problema, que aún existe; sólo hay que verificarlo dejando de tomar los medicamentos. Para solucionarlo, debemos confiar más en el sistema defensivo propio y en el organismo, y conocer las herramientas que nos ayudan a fortalecerlo.

Las barreras naturales del cuerpo

El cuerpo se protege de las agresiones externas por medio de la piel y de las mucosas. Para que un organismo tenga una respuesta alérgica, hace falta que el alérgeno atraviese las barreras naturales de protección y llegue al interior como un extraño. El sistema inmunitario responde de manera anormal; en el caso de las alergias respiratorias, los síntomas clásicos son obstrucción nasal, estornudos, picazón en la nariz y picor de ojos. Esta reacción es consecuencia del contacto de una sustancia ajena que llamamos alérgeno, y que puede ser el polen, el pelo de determinados animales, los ácaros, etc. El resultado de todo esto es una serie de acciones que ponen en marcha una respuesta alérgica del sistema inmunitario.

Cuando un alérgeno −el polen, por ejemplo− entra en contacto por primera vez con el organismo, es reconocido por un tipo de glóbulos blancos, los macrófagos, que están muy presentes en piel y mucosas, y forman parte de la primera línea de defensa del organismo. Los macrófagos pasan la información de este primer contacto con el alérgeno a otras células inmunitarias, los linfocitos B, que fabrican anticuerpos específicos en gran cantidad: las inmunoglobulinas (igE). Las igE pasan a la sangre rápidamente para fijarse sobre los mastocitos, abundantes en piel y mucosas, para que, de esta manera, cuando el sistema inmunitario vuelva a entrar en contacto con el mismo antígeno, se activen las igE fijadas en los mastocitos y liberen histamina y otras sustancias inflamatorias, que provocan los síntomas de alergia.

Hígado e intestinos: los dos órganos que debemos cuidar para prevenir alergias

El hígado es nuestro laboratorio. Es el órgano que se encarga de filtrar la sangre y eliminar las sustancias tóxicas que entran en el organismo. Además, extrae los nutrientes esenciales −como la vitamina A, D y minerales como el zinc, el hierro y el cobre− provenientes de la dieta y los almacena para el momento que el organismo los necesite. Tiene la función fundamental de regular el metabolismo, ayuda a almacenar el glucógeno para utilizarlo como fuente de energía y se encarga de mantener la glucemia (azúcar en sangre) constante. Si este órgano no funciona bien, podemos tener náuseas, sobrecarga y acumulación de toxinas, lo que se traduce en agotamiento físico, inestabilidad del azúcar en sangre con riesgo de tener hipoglucemias y posibilidad de que aparezcan alergias y sensibilidad alimentaria, entre otros desajustes orgánicos.

Para asegurar un buen funcionamiento hepático es importante hacer, unos meses antes de la temida alergia, una dieta depurativa para ayudar a drenar y a eliminar las toxinas acumuladas y aligerar la carga del hígado, para que este pueda empezar a colaborar de forma favorable. Una buena manera de eliminar las toxinas acumuladas sería tomar infusiones de boldo, hacer una dieta más bien vegetariana durante unas semanas y consumir alimentos amargos como alcachofas, rábanos, endibias o escarola. Si la persona se nota con una sobrecarga importante, entonces podemos recurrir a la complementación natural, como por ejemplo aminoácidos sulfurados o algas Chlorella o espirulina, ricas en clorofila y que ayudan a eliminar las toxinas acumuladas.

Por otra parte, también tenemos que cuidar el sistema intestinal. Muchas personas con problemas alérgicos pueden tener hiperpermeabilidad intestinal, una situación que dificulta llevar a cabo correctamente las funciones de barrera intestinal −como el transporte de nutrientes−, las funciones inmunológicas y las funciones como barrera física entre las sustancias y los microorganismos malos. Esto hace que se active el sistema inmunitario y que se desencadenen respuestas inflamatorias. Para fortalecer el sistema intestinal, es básico asegurar una buena flora intestinal, que se encarga de funciones diferentes, como defender el intestino ante cualquier infección, ayudar a absorber correctamente los nutrientes y a digerir algunos alimentos. También es imprescindible para sintetizar determinados nutrientes como la vitamina K y las vitaminas del grupo B.

Por lo tanto, si hay un funcionamiento intestinal irregular es importante aportar, por medio de la dieta, nutrientes probióticos presentes en los yogures, kéfires y alimentos fermentados como tamari, miso, tempeh, pickles… y prebióticos presentes en la fibra alimentaria. Por otro lado, también podemos recurrir a una buena complementación rica en estos dos componentes.

Si hay hiperpermeabilidad intestinal, es interesante evitar los alimentos que pensamos que nos producen más intolerancia y también los que nos pueden irritar la mucosa intestinal, como el café, bebidas con gas azucaradas, chocolates, harinas refinadas… Un buen complemento que ayuda a recuperar la permeabilidad intestinal es la L-glutamina y el agua de mar isotónica.

Jordina Casademunt

Nutricionista

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