Tenemos la tierra, tenemos el agua, tenemos la luz. Tenemos un pequeño espacio en la ventana, el balcón o la terraza. ¿Y ahora qué plantamos? Plantel ecológico. Para encontrar hay que remover cielo y tierra. Eso o contactar con Horturbà (en castellano). El creador de la página web, Josep Maria Vallès, cuenta que la dificultad es que “hay muy poca gente que haga; la mayoría están tratados con productos químicos de síntesis”.
Otra historia es que queramos empezar por las semillas. “Las ecológicas se encuentran con mucha más facilidad”. A partir de aquí podemos empezar el proceso. Será necesario un recipiente para plantarlas, como un bote de yogur o una huevera y “estar muy encima”. Las equivocaciones con las semillas se pagan muy caras, porque el proceso de germinación es muy sensible. Por ejemplo, en el caso de las semillas silvestres, de bosque, como el tomillo o el romero, la dificultad es máxima. En cambio, con las semillas ecológicas de plantas domesticadas todo es más fácil –“con una excepción”, dice Vallès: “el perejil”.
Seguimos. Una vez ha crecido la semilla, hay que pensar en traspasarla. Para saber cuándo, hay que fijarse detenidamente en el recipiente. Si la planta lo ocupa, es el momento; es decir, la norma sería que, “cuando la casa se hace pequeña, hagamos una nueva a la planta”, comenta Josep Maria. Otros criterios, como las míticas cuatro semanas, nos pueden hacer caer en errores, porque cada planta necesita un tiempo determinado.
Especies compatibles
– Lechuga: compatible con cebolla, ajo, tomate, zanahoria.
– Cebolla: compatible con lechuga, tomate, berenjena, col.
– Tomate: compatible con ajo, apio, cebolla.
– Calabacín: compatible con guisante, judía, lechuga.
¿Y si queremos plantar más? Es lo que se llama asociaciones de cultivos. ¿Cuáles se pueden juntar y cuáles no? Pues, como el espacio de un huerto urbano siempre es pequeño –no tenemos las grandes extensiones de los campesinos–, cuanto más mezclemos, mejor. Al lado de una tomatera, podemos poner lechugas. “E irá muy bien, porque aprovechamos el espacio, y porque una plaga que afecte a una lechuga, si tiene al lado una tomatera, no pasará de aquí”. En cambio, si todas las lechugas estuvieran juntas, las unas al lado de las otras, la plaga se extendería y las acabaría afectando a todas.
Finalmente, la conservación de las semillas. Durante dos o tres años, se conservan bien, siempre que se guarden en botes herméticos y estén secas. Si abrimos un sobre y plantamos unas cuantas, las otras se pueden conservar directamente para otra ocasión. Sea como sea, es muy importante fijarse en la fecha de caducidad y en el tiempo del año recomendable para la siembra.