Abro las puertas del Hotel La Serena porque me gustaría que quedarais tan boquiabiertos como quedé yo el día que Elia Albert me invitó a conocer su sueño hecho realidad. Este año ya hace diez que este hotel de diez habitaciones abrió las puertas y esta primavera han aprovechado para renovar el servicio de restaurante. “Acabamos de abrir de nuevo para ofrecer un servicio único y exclusivo tanto para los clientes del hotel como para la gente que quiera disfrutar de nuestra cocina”, me cuenta Elia solo llegar.
Elia es farmacéutica y hasta hace unos años tenía su farmacia en Benidorm, hasta que poco a poco fue descubriendo que aquello no era lo que la motivaba a levantarse cada día con alegría. “Me parece que las farmacias sirven de bien poco”, argumenta Elia. Me cuenta que entonces ya tenía mucho interés por los temas de alimentación y salud, lo que la animó a indagar cada vez más en el mundo de la comida saludable. Ella compartía sus conocimientos con los clientes pero no se sentía satisfecha con su labor como farmacéutica. Y así fue como hace más de diez años, vendió la farmacia y decidió levantar de nuevo un espacio lleno de vida, un lugar donde fuera posible transmitir su conocimiento desde el corazón. Esta aldea mágica es la Serena, una muestra de honestidad y compromiso que emana bondad y calma, un espacio vivo lleno de silencios que invitan al diálogo.
Hacemos una visita guiada por el hotel, como si de una obra de arte se tratara. De hecho, hay una exposición de los alumnos de la escuela de arte de Altea, que cada año colaboran con Elia para mostrar sus obras en el espacio del hotel. Así que cada rincón muestra su presencia artística con esculturas con botones, figuras metálicas que cuelgan de la escala o unos bombones de cobre que decoran una cesta sobre la mesa. Una maravilla que conjuga armónicamente con la esencia más hermosa del hotel.
La puerta principal invita a visitar la terraza que se encuentra en el fondo, un espacio amplio y lleno de luz que destila aroma mediterránea. Se divisa el mar y también el barrio viejo de Altea, un tándem excepcional para dejarse llevar por la magia del lugar. Cierro un momento los ojos y escucho el agua brotar. Hay una fuente que la mueve por un pequeño canal que atraviesa la terraza y lo llena de movimiento. Los vuelvo a abrir y veo el espacio que me rodea, en el que me podría sentarse a leer, compartir un almuerzo o una buena conversación. La terraza invita a estar de vacaciones. Pienso que algún día volveré y me quedaré unos días a descansar.
Subimos a las habitaciones, cada una cuidada hasta el último detalle. Lo primero que me maravilla es que no hay televisión en ninguna. “Hay gente que se sorprende, pero luego lo agradecen y te cuentan que han tenido tiempo para otras cosas”, me cuenta Elia. Encontraréis tejidos de algodón, lino y lana, y materiales naturales como la madera, el metal, la piedra y el vidrio. Nada de plástico ni fibras sintéticas. Una iluminación pensada para cada momento del día y unos espacios amplios que invitan al placer. La luz natural entra en todas las habitaciones y en las más privilegiadas encontraréis una salida exterior que os permitirá sentaros en una silla y ver el mar.
Volvemos a bajar a la terraza para continuar nuestra conversación. Le pregunto a Elia cómo son los desayunos y me relata con todo detalle la esencia que depositan en la mesa. “El pan lo hago yo, con masa madre y harinas ecológicas, a la gente le gusta y lo agradece”. Además del pan de diferentes tipos, Elia también suele hacer magdalenas, algún bizcocho e incluso pasteles, con el de zanahoria, la opción que triunfa más entre los clientes. Encontraréis yogur ecológico del Cantero de Letur de oveja, cabra y vaca, que podréis acompañar con frutos secos, cereales o fruta de temporada. Para beber, en época de naranjas, encontraréis el zumo de fruta natural o las naranjas tal cual, una maravilla cuando están recién recolectadas. Y para los que coméis carne, sabed que los embutidos y el jamón no tienen conservantes ni colorantes. En la cocina también preparan tortillas al momento y alguna otra sorpresa en función del día. Todo acompañado de un aceite extra virgen ecológico de la almazara de Millena, una joya en estado puro. Los tés, los cafés y el azúcar son ecológicos y de comercio justo. “Si lo puedes hacer bien, ¿por qué hacerlo mal?”, argumenta Elia tras relatar el porqué de cada uno de los alimentos que se encuentran en la mesa del desayuno.
Vamos a hablar del restaurante. “El día veintiocho de abril abrimos de nuevo de la mano de Fran Martínez Maralba, cocinero con una estrella Michelin en su restaurante Maralba, en Almansa”, detalla Elia. Me cuenta que quieren dar un paso más en la oferta gastronómica del hotel y que están trabajando duro para ofrecer lo mejor de la tierra y del mar con un estilo propio. La base de los menús que ofrecen son productos de la zona, la mayoría de los cuales son ecológicos y artesanos. La alquimia de la cocina los transforma y los muestra en la tabla como pequeñas obras de arte, sin cargar, sin que sea demasiado artificial. Nos sentamos en la mesa y comienza el festival.
Para arrancar probamos una crepe muy fina hecha de harina de maíz ecológica con un toque muy especial de sardina. Solo con acercármela a la boca ya siento aquella brisa marina del pescado que tanto me gusta. La pruebo y el mar se deshace en mi paladar. Continuamos con un cucurucho de brandada de bacalao muy suave, a la vez que muy sabroso. Los aromas me parecen espectaculares y la textura muy acertada. ¡Realmente un aperitivo excelente! Y para terminar con la primera parte de la cata, Elia nos propone un bombón de queso ecológico. Es una pequeña delicia, un capricho que al ponerlo sobre la lengua se deshace con un estallido que recuerda los rebaños del Pirineo.
Hoy en la lonja el pescado es de playa, un moll, que el cocinero acompaña con pegamoscas, un hierba que crece en los márgenes de los bancales de la zona y que combina de maravilla con los aromas del pescado, que ha sido cocinado en el punto para no perder nutrientes ni sabores. En el plato encontramos diferentes salsas que decoran y, al mismo tiempo, equilibran, así como un milhojas de verdura de temporada. Si continuáramos con el menú, hoy probaríamos un arroz con galeras, y un cordero con rabanitos y cebolleta tierna. Delicias cocinadas desde el corazón que llegan directamente al paladar de los comensales del restaurante.
La parte más dulce del menú es un homenaje a la tierra, una efímera obra de arte en miniatura. En el mismo plato se combina una esponja de cítricos muy refrescante, un helado espectacular de calabaza con un sabor intenso, gelatina de miel, una sopita de eneldo y las pipas de la calabaza caramelizadas. Una amalgama arriesgada que me sorprende y que se merece todos mis aplausos. Un postre ligero, sin exceso de azúcar y con un punto ácido que ayuda a digerir el festival gastronómico. Por último, Elia saca un poco de maíz cubierto de cacao y unas esponjas ácidas que gustarán especialmente a los más golosos.
La comida la hemos acompañado de un vino de Enrique Mendoza, bodega de Alfàs del Pi, que trabaja de una manera muy natural tanto en el campo como en la bodega. Un Pinot Noir cien por cien auténtico, que se ha hecho presente durante toda la comida sin quitarle protagonismo. ¡Un buen maridaje! Elia me explica que cada botella que forma parte de la carta de vinos y cavas ha sido elegida cuidadosamente sabiendo siempre que hay detrás “Son personas que hacen las cosas desde el corazón”, argumenta Elia mientras me explica el porqué de cada bodega. Me gusta la etiqueta de un vino que se llama “El tren de la vida”, creo que es un nombre sugerente que seguro va en consonancia con lo que brotará dentro de la botella.
Es la hora de partir y lo siento. Me quedaría unos cuantos días. Me gusta charlar con Elia y compartir con ella una visión del mundo que nos lleva a parajes llenos de vida, sencillos y mágicos, como la esencia de nuestro paso mundano por este mundo. Os recomiendo que la visitéis, a ella y a su espacio para el disfrute. Y si tenéis ganas de hacer actividades por la zona, como por ejemplo inmersión ligera (snorkeling), pedidle consejo, que es un pozo de sabiduría. Algunas de sus experiencias y reflexiones las encontraréis en su blog. Hay otras que solo las descubriréis entablando una buena conversación.
Hotel La Serena
Calle Alba, 10
03590 Altea (Alicante) España
Tel: +34 966 885 849