En muchos de mis talleres recibo la misma pregunta: si la alimentación cruda no permite cocción para preservar todas las vitaminas y enzimas del alimento, ¿qué pasará en otoño-invierno?, ¿pasaré frío?, ¿podré seguir con mi alimentación cruda? ¡Oh, Dios mío! ¿Qué voy a hacer?, ¿me quedaré satisfecho?
En primer lugar yo siempre contesto: Antes de PRE-ocuparte, ¡despreocúpate! Nuestra mente, que siempre se adelanta, enseguida hace conjeturas al respecto. Si llevas algunos meses con este tipo de alimentación, tu cuerpo se está regulando, por lo que no puedes saber cómo se sentirá cuando empiece el frío.
En segundo lugar digo: ¿Y qué hay de malo en calentar tu alimento? Las vitaminas y enzimas se destruyen a temperaturas superiores de 45 ºC y nosotros no solemos ser capaces de ponernos en la boca un bocado que supere esa temperatura. Por lo tanto, si queremos preservar la vitalidad del alimento que ingerimos: cocinar no, pero calentar sí.
¿De qué modo puedo calentar los alimentos crudos para que mantengan el máximo de nutrientes?
Existen varias formas:
- Si se tiene el tipo de batidora con programación de temperatura, se tiene un tesoro. Muchas de las recetas que necesitan ser trituradas se pueden programar a una temperatura de 40 ºC.
- Cuando se trate de sopas crudas, se pueden triturar con agua templada.
- Nuestro cuerpo es el mejor termómetro. Cuando se tiene el alimento en una fuente de calor, nuestro dedo será el mejor indicador; estaremos en una temperatura correcta siempre que no nos quememos.
- Otra manera de templar los alimentos en las estaciones frías puede ser introduciéndolos en la deshidratadora o en el horno a 45 ºC durante unos minutos, o sencillamente dejándolos un ratito cerca de la chimenea, radiador o cualquier otra fuente de calor que se tenga en casa…
Las 10 claves para comer crudo en otoño y no pasar frío
Calentar los alimentos crudos no es la única opción para mantener el cuerpo calentito. Aquí comparto contigo 10 sencillos consejos:
- Condimentar los platos con especias y beber infusiones de efecto tónico y cálido, como por ejemplo la cúrcuma, el jengibre, el comino, la canela, la nuez moscada, el clavo o el cardamomo.
- Aumentar un poquito la ingesta de frutos secos, que aportan más calorías. Hay que recordar activarlos (dejarlos una noche en remojo) para que sean más digestivos y pierdan los inhibidores enzimáticos.
- Preparar sopas y cremas triturando ingredientes crudos e incorporando agua templada por debajo de los 45 ºC.
- Si es necesario, introducir verduras al vapor o cereales cocinados hasta un 25% de la alimentación diaria. Es mejor elegir mijo y trigo sarraceno o alforfón, especialmente indicados en estas épocas del año porque favorecen el calor interno. Otra forma de comer los cereales en crudo es germinándolos y deshidratándolos; se pueden añadir de esta manera en caldos y cremas a modo de “pasta o arroz”.
- Tomar bebidas templadas (infusiones, caldos de miso o de verduras deshidratadas) y dar un punto de calor por debajo de 45 ºC a los platos con batidora, deshidratadora, horno suave o calefactor.
- Comer vegetales ecológicos, locales y de temporada (para evitar que hayan pasado por neveras que los conserven y apaguen su energía vital).
- Utilizar buena ropa de abrigo con tejidos cálidos y naturales, como el algodón y la lana.
- Mantenerse activo y realizar ejercicio moderado que active y tonifique el sistema circulatorio durante las estaciones de frío.
- Practicar respiraciones profundas que relajen y conecten con el centro de cada uno. En el yoga kundalini existe la respiración de fuego, un tipo de respiración abdominal muy efectiva para activar todo el organismo y producir calor.
- Buscar los pequeños rayos de sol que ofrezca el día y exponerse a ellos.
Estar sano no es sólo una cuestión de alimentarse de una forma determinada, es más bien una cuestión de equilibrio entre todos los aspectos de la vida; así pues, tener cierto grado de flexibilidad tiene un papel muy importante en la salud. No tenemos que forzarnos, no hay nada de malo en completar nuestra alimentación crudivegana con algunas verduras al vapor, germinados salteados y algún cereal cocinado como trigo sarraceno o mijo, que calientan muchísimo el organismo. Mientras el alimento cocinado no cubra más de un 25% de nuestros platos diarios, seguiremos obteniendo los beneficios de esta alimentación viva.
Así pues, este otoño-invierno no existe ningún motivo por el que tengamos que abandonar la alimentación basada en alimentos crudos si estos nos sientan bien, nos dan vitalidad y nos generan salud.