La última campaña de Burger King ha desplegado sus pegajosos tentáculos en la ciudad más carnívora de España. El objetivo era muy sencillo: demostrar que era posible engañar a los habitantes de Ávila, que tienen el gen de la carne adherido a los intestinos, haciendo pasar hamburguesas vegetales por hamburguesas de origen animal. “Mucha carne, mucha carne, pero en Ávila se lo han tragado. Si la ciudad más carnívora del país no ha notado nada, el resto de España, tampoco”, dicen sacando pecho los responsables de la performance.
Evidentemente, se ha demostrado a posteriori que el test era con un grupo reducido de individuos informados del propósito. En caso contrario, la acción podría haber sido tachada de delictiva por algún alérgico alimentario. La cuestión es que en el vídeo, muy comentado en las redes sociales, se ven ciudadanos de edades y clases sociales diferentes participando en el irritante experimento social de siempre: carnívoros que quedan en evidencia y que no perciben ninguna diferencia entre una hamburguesa de carne de ternera picada pasada por la parrilla y una masa de guisante, aceite de cánula prensado y celulosa de bambú. El anuncio se dirige a los clientes carnívoros de toda la vida, y no a los potenciales clientes vegetarianos, como podría parecer en un primer momento. Un dato resuelve cualquier duda sobre el tema: el 95% de los consumidores de hamburguesas de origen vegetal de Estados Unidos han comprado también una hamburguesa de carne animal en el último año. Esto demuestra que el cliente principal de este producto no es vegetariano.
Pues bien, lo más destacado aquí, y que pasa inexplicablemente inadvertido, es la apropiación clamorosa de la carne vegetal por parte de las grandes casas de comida rápida. El empeño del nuevo consumidor por suprimir la carne roja de la dieta ha resultado ser un negocio millonario demasiado suculento para quienes mueven los hilos. Son los malos de siempre con la piel cambiada; el lobo que mete la pata enharinada por debajo de la puerta para que lo dejemos entrar a comerse las pobres cabritillas. Que quede bien claro: es bien lícito que Burger King, McDonald’s y otras grandes empresas alimentarias vendan toneladas de carne de laboratorio, pero que esto sea una buena noticia para el planeta es más que discutible. Y es que, mientras algunos levantan los brazos en señal de victoria, la carne vegetal comparte carta con decenas de menús de carne producida a bajo coste servida por trabajadores con contratos indignos. Porque son negocios que tienen que vender lo que haga falta para cuadrar los números finales de año. Si ahora toca carne vegetal, adelante; si mañana es el turno de las empanadas de insectos, alabados sean los grillos y las cucarachas.
La revolución de la carne vegetal será una gran falacia si cae en los mismos errores históricos –y en las mismas manos– del sector de la carne tradicional. Si lo que queremos es un sistema alimentario alternativo –algo difícil de creer si echamos un vistazo al consumo de carne mundial, que no ha dejado de aumentar– no hay que imitar los mismos vicios de la carne en nombre del capital. La periodista Alicia Kennedy lo ilustra con acierto en la radiografía que hace del futuro de la hamburguesa vegetal: “La demanda generalizada de lentejas en lugar de carne de ternera sin duda sería una mejora para la salud de la tierra y el agua. Pero convertir las lentejas en un producto similar a la carne procesada, en lugar de venderlas a granel directamente a los consumidores, hace que tenga que haber un intermediario que de otra manera sería cuestionable que estuviera. El resultado son procesos más industrializados y un precio más alto. Considerad esto: una hamburguesa de Beyond Meat cuesta casi doce dólares. La carne de ternera alimentada con pasto puede costar tan poco como tres dólares con setenta. Mientras tanto, un kilo de lentejas secas se vende por menos de dos dólares”.
¿Cuál es el impacto climático real de una hamburguesa vegetal? ¿Las empresas productoras de carne vegetal deben vender su producto de la mano del Big Mac o el Whopper? ¿Los nuevos millonarios de Silicon Valley inventores de la carne de laboratorio son realmente los nuevos héroes del planeta? Es vital dejarlo bien claro, porque descifrar este misterio servirá para distinguir el lobo disfrazado de las pobres cabritillas.