Raquel Riba Rossy es Licenciada en Bellas Artes y seguramente la conoceréis por su nombre artístico: Lola Vendetta. Creó este personaje en 2014 y desde entonces tiene una cuenta en Instagram, un blog y cuatro libros de ilustraciones: Más vale Lola que mal acompañada, ¿Qué pacha mama?, Lola Vendetta y los hombres y Lola Vendetta. Una habitación propia con wifi, recién salido del horno. Esta primavera, además, publicará su su primer álbum musical, El primer canto.
Sus ilustraciones en blanco, negro y rojo y sus mensajes tienen toda la fuerza e intención para empoderar a las mujeres. A través de Lola, la autora da voz al silencio de las mujeres y expresa la frustración femenina ante ideas ortodoxas de la sociedad. Hoy, precisamente, hablamos con ella del ciclo menstrual, un proceso natural que tenemos las mujeres cada mes durante toda la vida fértil y del que, en general, conocemos y comprendemos poco.
¿Por qué las mujeres ocultan que tienen la menstruación?
En primer lugar, debemos tener en cuenta que hay una educación muy diferenciada dependiendo del cuerpo en el que nacemos. Los niños tienen los genitales expuestos. Los ven y los tocan y les pierden la vergüenza. En cambio, las niñas los tienen escondidos y también se las educa desde el miedo y desde la vergüenza. Aquí ya nos empezamos a desvincular de nuestro cuerpo.
Además, la sociedad también pone la presión en el hecho de que el cuerpo de la mujer tiene que ser bonito, para que lo miren, ¡y cuando se pone el foco en la perfección solo se tienen ganas de esconderse!
Y también la regla…
Hay una cultura muy fuerte que la menstruación es algo sucio. Casi como si fuera hacer de vientre. Parece que no se pueda explicar abiertamente.
¿Y qué pasa? Pues que se genera un secretismo alrededor de todas las afecciones del ciclo menstrual. Hablando con fisioterapeutas, ginecólogos y especialistas del suelo pélvico, me cuentan que se encuentran con mujeres de 35, 40 e incluso mujeres con menopausia que nunca habían entendido qué les pasaba. En cuanto al dolor de la menstruación, el tipo de sangrado o, incluso, la ausencia de la menstruación… No conocemos gran cosa de este proceso.
El año 1878, Gloria Steinem afirmó que si fueran los hombres los que menstruaran sería motivo de orgullo y que se hablaría de ello abiertamente. ¿Estás de acuerdo?
¡Se pintarían la cara con la menstruación como si fueran vikingos!
La historia está hecha por los hombres y las mujeres apenas empezamos a abrirnos espacios a codazos para poder tener nuestra voz en cómo se explican las cosas y cómo se almacena la ciencia.
Más allá de la menstruación, si el parto fuera cosa de hombres, creo que se harían en espacios abiertos como estadios para mostrar en público su fuerza y valentía.
Nosotros hemos sufrido el secretismo en torno a nuestras cosas como consecuencia de la caza de brujas y la desvalorización de todo el mundo de los cuidados. Se nos ha vendido el concepto de mujer como menos guerrera y que se tiene que ocultar la rabia y la fuerza y esta energía e impulso. Esto, sostenido durante muchos años, ha hecho que nos creyéramos este papel de inocencia, desconocimiento y de eternas aprendices. Todo esto nos ha desconectado de la sabiduría de nuestros cuerpos. Se nos ha dicho que tenemos que sufrir dolor y hemos creído la voz de los hombres, de los médicos y de la historia.
Por lo tanto, en este contexto de tabú y de desconexión, ¿qué saben las mujeres de menstruación?
Ahora se empiezan a saber más cosas. Internet ha roto las barreras del poder establecido de médicos u otros expertos que hacían de filtro y publicaban artículos. Las redes nos han puesto al alcance publicaciones, por ejemplo, en Instagram, con ginecólogas especializadas en suelo pélvico y profesionales que quieren comprender todo el ciclo menstrual y el dolor, y lo están contando al mundo.
Muchas mujeres piensan que la regla duele.
Nos atiborran a pastillas, como el ibuprofeno, que no son el camino, y no nos han explicado el origen de este dolor, que se puede comprender perfectamente.
Los profesionales que se han dedicado a desmontar y explicar el dolor de la menstruación nos dan permiso para imaginar una vida sin dolor menstrual. No teníamos ni ese permiso. Estábamos condenadas también a dolores sexuales y en la penetración. Es muy fuerte. Muchas mujeres lo han vivido así y cada mes cuando les viene la regla es un infierno.
Tampoco nos han preparado para la llegada de la menstruación.
Nadie nos lo pintó como algo bonito. Sí que nos contaban el miedo, la rabia y el resentimiento hacia la invención del cuerpo de la mujer. Esto, psicológicamente, afecta la relación con el ciclo y crea una relación bastante tóxica con tu cuerpo y lo que significan tus procesos. Lo entendemos como una enfermedad y un problema que tiene el cuerpo.
La menstruación es un proceso hormonal natural y no tiene ningún sentido el peso que se le da. Cuando te viene la regla es como si la vida se hubiera acabado. No se tiene en cuenta ni se explica que es la función que permite el futuro de la humanidad.
No es una enfermedad, pero sí que se producen unos cambios que la sociedad no comprende.
Nos deberían permitir un día de baja. ¡Al menos un día! Tienes una energía tan baja que no eres productiva. Ahora, con el confinamiento, hemos cambiado el concepto de teletrabajo y podríamos plantear a las empresas que podemos teletrabajar desde casa.
Es importante poder tomar la decisión de no medicarse y escuchar a tu cuerpo. Si lo estás tapando todo el tiempo, no puedes conectar con el ciclo y lo que necesitas.
La sociedad tampoco tiene en cuenta su coste económico…
¡Menstruar nos cuesta 24.000 dólares a lo largo de la vida!
Es un proceso que debería estar subvencionado por el sistema sanitario. Todos los procesos físicos y de necesidades médicas que tenemos deberían tener el apoyo del sistema sanitario y este no lo tiene.
Encima de que no está subvencionado, la mayoría de los tampones que están en los supermercados al alcance de todo el mundo están cargados de cloro y otros componentes que me están intoxicando. Se sobreentiende que es un problema mío, de las mujeres, y es un problema que tiene que cuidar la sociedad.
Por curiosidad, ¿qué opinas de los anuncios de tampones y compresas?
Se vende una imagen naif de la mujer, que sale con una postura imposible o sale feliz y saltando porque tiene la menstruación.
Cuando tenemos la regla debemos estar tranquilas y tener un espacio para nosotros. Esta idea se puede “romantizar”, pero no sale en los anuncios. Necesitamos un autocuidado desde la calma.
Aparte, la regla sale azul. Podría ser rosa o fucsia, pero si te aproximas al rojo es como si el tema no vendiera, y tiene que ver con el asco.
Has hablado de los tóxicos que hay en los tampones y compresas convencionales. Para ti, ¿cuál es la mejor opción?
La copa menstrual. La descubrí cuando estaba de Erasmus y la utilizo desde entonces. Está hecha con siliconas médicas y no desprende tóxicos. Cuando ha hecho el vacío aguanta mucho más que un tampón o una compresa. Además, permite ver la menstruación. Normalmente, ni la miramos, porque estamos en la cultura de “qué asco”. Si la miramos, podemos ver si hay coágulos, el color, etc.
¿Por qué crees que la copa todavía se conoce poco?
No es rentable porque no sigue el ritmo consumista del capitalismo. ¡Solo necesitas 4 copas durante toda la vida fértil! Baratísimo. Si no tienes hijos, no la tienes que cambiar en diez años. Si tienes hijos por canal vaginal, tienes que coger una talla más.
¿Qué otras ventajas le ves?
Hay una familiarización de la regla. La podemos ver y observar. Si tiene muchos coágulos o es muy oscura te indica que, por un tema de postura, al cuerpo le cuesta expulsarla. Quizá te conviene hacer hipopresivos. El color y la textura te dan mucha información, si prestas atención.