Jordi desborda energía. Habla rápido, se mueve de un lado para otro, gesticula sin parar. El discurso dinámico acompaña a este periodista radiofónico que tan pronto hace una tertulia deportiva en Rac1, como imparte cursos para aprender a hablar bien en público, o describe sus viajes por el mundo. Ha recorrido Nueva Zelanda, Australia, Tailandia, América del Sur, Laos, Cambodja, Vietnam… “Fue mientras viajaba cuando empecé a coger conciencia sobre el tema de la alimentación. Iba con un grupo de yoguis que cuidaban la salud, el cuerpo y la mente, y empecé a cambiar hábitos”. Deportista, practica fútbol, baloncesto, surf, pero aún tiene un reto pendiente con el yoga. “Reconozco que tengo prejuicios: lo veo demasiado relajante para mí”. Después de dejarse influir por la cocina asiática, volvió a Barcelona a continuar batallando con el periodismo y la comunicación.
¿Cómo cambió la alimentación después de tus viajes?
Introduje la cocina al vapor –para mantener las propiedades, nutrientes y sales minerales de los alimentos– incrementé la ingesta de fruta y verdura cruda y ahora tomo más té verde que antes, también. Otra cosa que he hecho es decantarme por las semillas y cereales integrales; y dejar atrás los refinados. También controlo el azúcar. Y mira que me gustan los dulces, ¿eh?
¡Y aquí en la terraza tienes un huerto!
¡Sí! Hace un año que lo tengo, aproximadamente. Aún estoy “en período de pruebas”, porque no soy ningún experto. Mis padres tienen una masía y tienen un huerto; yo quería empezar a introducirme en la materia sin tener que desplazarme. Me gusta cocinar y soy muy práctico, y si puedo cultivar hortalizas propias, ¡mejor!
¿Qué has cultivado?
Cebollas, ajos, apio, acelgas, escarola… un poco las hortalizas de la temporada. El huerto es pequeño y no me da mucho trabajo.
“He dejado los cereales refinados y el azúcar. Mi reto es aprender a cocinar postres saludables”
¿Cómo ha evolucionado tu forma de comer?
Claramente hacia tener en cuenta la salud. Cocino a gusto, pero también lo hago por supervivencia. Mi lema es mantenerme vital tanto tiempo como pueda. Es verdad que con la crisis no se puede salir tanto como antes a cenar fuera; entonces hay que mejorar las habilidades culinarias para poder reunirse en casa. Los restaurantes ecológicos me parecen un poco caros, y en cambio en casa te puedes montar los platos cómo quieras. Además de lo que me da el huerto, tengo un productor de confianza que me trae cada semana una cesta de verdura y fruta ecológica. Ahora bien, si quedo con un amigo que no está tan concienciado con la alimentación como yo, no le caliento la cabeza. Aquel día hago una excepción y como lo sea.
Antes comentabas que, mientras viajabas, aprendiste a optimizar mucho el poco presupuesto que llevabas en el bolsillo. ¿Cómo aplicas esta técnica al comer sano?
Como no lo puedo comprar absolutamente todo eco, el que hago es tener en cuenta los alimentos que son más permeables y menos impermeables a los químicos y a los tóxicos. Por ejemplo, sé que el brócoli no absorbe tanto los tóxicos como la cebolla. Entonces, el brócoli si no es eco no pasa nada; ahora bien, la cebolla intento que sea ecológica. La granada es muy impermeable a los tóxicos, como el plátano o la naranja: por lo tanto, si no son eco no es tan grave. En cambio, hay otros, como las manzanas, que son más sensibles a los tóxicos y los absorben más. Las manzanas deben ser ecológicas o se tienen que pelar. Si quiero aprovechar la piel de la mandarina o de la naranja para hacer un pastel, entonces también deben ser ecológicas, porque la piel recibe los herbicidas.
De acuerdo.
También me preocupa mucho la forma de cocinar los alimentos. Me inquieta hasta qué punto el aceite se debe pasar por la sartén para cocinar. Miro de evitar fritos, pero cocino cosas a la plancha: eso sí. Me gusta cocinar verduras al vapor, al estilo asiático. El brócoli sé que, muy hervido, pierde nutrientes, y me he acostumbrado a hacerlo al wok, con vapor a fuego lento. Me gusta cocinar con calma y me lo puedo permitir, porque trabajo bastante desde casa.
Veo que tienes muchos libros sobre alimentación saludable y contra las enfermedades degenerativas.
Sí, hace poco a un familiar próximo le han detectado un cáncer y toda la familia nos hemos volcado para saber qué podemos hacer para ayudar. Estamos estudiando los alimentos con potencial antitumoral y anticancerígeno: vegetales de hoja verde, cebolla, especies como la cúrcuma, controlar mucho el azúcar y la sal… Tengo bien presentes los cinco alimentos que si tomas regularmente haces algo bueno para la salud…
¿Cuáles son?
El brócoli, el té verde, el aceite de lino (o las semillas de lino), la cúrcuma y la avena.
¡Y el aceite de oliva!
Sí, también, lo pondríamos en la lista! [Ríe.] Ahora estoy leyendo mucho sobre la terapia Gerson, que busca regenerar el cuerpo enfermo a partir de la aportación de ciertos nutrientes y que quiere, también, aumentar la oxigenación de la circulación sanguínea. Esta terapia estimula el metabolismo y el sistema inmunitario, activa los órganos excretores (hígado y riñones) y hace que se eliminen mejor los tóxicos que el cuerpo pueda haber acumulado.
¡Interesante!
Es una terapia que pone mucho de énfasis en la ingesta –fundamentalmente– de verdura y fruta cruda, deja de banda las grasas y reduce mucho el consumo de sal, aumenta vitaminas, fitonutrientes, antioxidantes y minerales que recibe el organismo. Los alimentos prohibidos –siguiendo las indicaciones de Gerson– son azúcar, lácteos, alcohol, trigo, café y té, pescado y carne, soja y frutos secos, en resumen.
Y todo ecológico, claro.
Sí, sí. Si lo único que comes son verduras y frutas porque tienes un cáncer, que sean sin pesticidas, ¡por favor!
¡Evidente!
¿Quieres saber cuál es mi planteamiento para comer ecológico? Yo soy muy feliz y lo quiero continuar siendo durante mucho tiempo. Me lo paso muy bien en la vida y quiero vivir muchos años y con buena salud. Y por eso como sano. También me gusta mucho el deporte y, para poder mantener este ritmo ágil, necesito una alimentación que me ayude. Si alimentándote bien, tienes más garantías de disfrutar de la vida, ¿por qué no hacerlo?
¿Qué has aprendido?
¡Un montón de cosas! Solo teniendo la mentalidad abierta y un mínimo interés, ¡evidentemente! He aprendido que el té verde no es preciso infusionar-lo cuando el agua está hirviendo, sino que hay que esperar unos minutos para aprovechar mejor sus propiedades. He aprendido a controlar los deseos y a hacer sacrificios: a mí me encanta la carne roja, pero ahora solo como si es un acontecimiento especial o una fiesta. He apostado por hacer cambios de hábitos y tener una alimentación más sana, y estoy muy contento de ello. También he aprendido a combinar mejor los alimentos: saber que mezclar hidratos y proteína animal no va bien, saber el orden en el que hay que comer los alimentos: como la fruta antes del resto de alimentos… Y tampoco me obsesiono con los últimos avances, tendencias o modas. Voy tirando. Me voy informando, pero prefiero tener cuatro cosas básicas claras y saberlas aplicar que no agobiarme con muchas informaciones nuevas.
“He aprendido a identificar los alimentos que me producen bienestar y los que me producen malestar”
¿Cómo desayunas?
Con fruta fresca, avena con un poco de yogur y a veces me pongo un poco de miel. Tengo pendiente comprarme una licuadora para hacerme zumos verdes; ahora como la fruta tal cual. Para comer y cenar generalmente tomo verduras al vapor combinadas con arroz o con legumbres: me encantan las lentejas y la avena! También como pescado azul, de vez en cuando. Carne, excepcionalmente.
¿Tienes algún vicio?
¡Tengo dos! Uno son los dulces. Cuando tenga un poco de tiempo tengo pendiente aprender a hacer recetas de dulces saludables.
¿Y el otro?
Me gusta mucho el queso y miro de comprar poco pero bueno: ecológico y de cabra. Sé que no es bueno abusar porque contiene muchas grasas. Lo que he aprendido es a identificar los alimentos que me producen bienestar o malestar. Si algo es muy bueno al paladar pero me provoca una mala digestión o una jaqueca, la descarto. Intento establecer relaciones sobre lo que como, cómo lo como y cómo me afecta. Así voy experimentando y descubriendo qué me sienta bien. Antes tomaba entre dos y tres cafés al día y ahora me tomo uno como máximo. ¡Y me gusta el triple! Comer así me ha proporcionado dos beneficios: disfruto más de las cosas prohibidas o excepcionales (como el momento del café, o si algún día tomo algo extraordinario) y me he acercado a sabores nuevos; aparte que comer así me aporta una energía y un bienestar que me compensa los cambios.
¿Con qué más te gustaría experimentar?
Me gustaría aprender a hacer germinados en casa y también querría probar el ajo negro. Querría saber hacer horchata natural, porque las que venden llevan mucho azúcar… pero necesito aún los instrumentos y el conocimiento. Un día de estos me apuntaré a algún curso. Mi filosofía es encontrar el equilibrio: si voy muy liado y me apetece una horchata que no me puedo hacer en casa, prefiero comprarla a un productor de confianza.
Fotos: Sergi Garnica