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Jade es una persona atenta y sensible que nos acerca al mundo de las casas pasivas, la bioconstrucción y el biointeriorismo. Una vez licenciada en Arquitectura, se dio cuenta de que quería formarse un poco más en un campo que le apasionaba: la sostenibilidad, la ecología y la vinculación de estos dos términos con la arquitectura. “Me interesaba profundizar en la elección de los materiales que se utilizan en la construcción y hacerme las siguientes preguntas: ¿Son materiales renovables? ¿Incorporan tóxicos? ¿Perjudican la salud?”. Jade es de la opinión que “habría que formar a los arquitectos en criterios ecológicos: construir viviendas sanas y que preserven la salud del entorno y la de los habitantes”. Nos encontramos en su estudio del barrio de Gracia, donde trabaja con su equipo en proyectos de arquitectura ecológica. También elabora un blog, ‘Construir una casa ecológica’, en el que cada semana comparte pautas para tener un hogar más sano.

¿En qué consiste la arquitectura biológica?

La arquitectura biológica o bioconstrucción estudia la relación entre el ser humano y el entorno edificado. Los bioconstructores tenemos en cuenta no sólo el diseño y la eficiencia climática de la arquitectura, sino que además entendemos que ésta debe estar en armonía con la salud de las personas y el medio ambiente.

Esto es básico.

Desgraciadamente, todavía hay muchos edificios que no tienen en cuenta estos parámetros. En las escuelas de arquitectura se pone toda la atención en la eficiencia energética, sin tener en cuenta si se construye con materiales que vienen de la otra punta del mundo, no renovables o con tóxicos que impactan negativamente en la salud y en la del medio.

¿Cuáles son estos materiales nocivos?

Son aquellos que incorporan tóxicos durante su proceso de fabricación y que -una vez en casa- pueden llegar a nuestros pulmones o a la piel. En aislamientos, por ejemplo, tenemos la lana de roca -fabricada a partir de fibras que provienen de fundimiento de roca, que se cohesionan con formaldehído, un componente cancerígeno que puede llegar a nuestros pulmones por inhalación-. El formaldehído también lo encontramos en tejidos sintéticos de tapicería o cortinas donde se añade para evitar arrugas. Otro ejemplo sería el PVC, porque contiene sustancias organocloradas muy tóxicas durante su proceso de fabricación. Se trata de materiales que además de incorporar componentes nocivos, muchas veces no transpiran y no permiten que nuestro hogar regule de forma natural la humedad, contribuyendo a crear un ambiente insalubre.

¿Qué propones?

Utilizar materiales naturales como la madera o que sirvan para aislar como la lana de oveja. Hay que pensar la arquitectura teniendo en cuenta la eficiencia energética, pero también la salud de las personas para conseguir casas ecológicas y saludables. La arquitectura convencional prioriza las decisiones técnicas y formales por encima de la sostenibilidad; aunque están vinculadas.

Claro.

Hoy en día está de moda el ahorro energético, pero hay que preguntarse cuál es su coste medioambiental. Es esencial pensar la arquitectura de forma holística, teniendo en cuenta el ahorro energético, pero también la salud de las personas y la sostenibilidad global del proceso desde que extraemos el material de la tierra, hasta que lo reciclamos al final de la vida útil del edificio. Personalmente considero que, como arquitecta, tengo la responsabilidad de saber cómo mis proyectos y los materiales que uso afectan a la salud de las personas y a la del medio ambiente.

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En tu blog hablas del concepto "slow home".

Sí, del mismo modo que está el término slow food, que quiere decir ‘comer lentamente, cocinar con el tiempo necesario y evitar una ingesta inconsciente contrapuesta a la comida rápida’, el concepto slow home es una filosofía de vivienda basada en los valores tradicionales de la vida y la construcción en armonía con el entorno: aprovechando los recursos naturales para conseguir un ambiente saludable. Simplemente, significa dedicar un tiempo -que tampoco implica retrasar excesivamente la construcción- a pensar muy bien las cosas antes de construir. Estipular que haya este procedimiento de pensar alternativas, valorar materiales y decidir desde donde se parte, antes de lanzarse a construir.

Absolutamente necesario.

En el despacho vimos que nuestros clientes eran, en su mayoría, gente joven que había comprado o que había heredado un solar y que tenía el dinero justo para construir una casa pequeña que, además, quería que fuera ecológica. A raíz de conocer una familia joven con dos niñas que nos pidió una vivienda ecológica de 100 m2 a muy bajo costo, tuvimos que pensar e investigar cómo conseguir que fuera natural, eficiente y que el precio no se disparase. Esto nos llevó a idear un sistema constructivo muy eficiente y rápido que en la versión de madera se puede prefabricar en taller. Sin embargo, el concepto precisamente huye de la vivienda prefabricada y cada nuevo proyecto se adapta al solar y a las necesidades del cliente. Por eso decimos que es slow, porque trabajamos cada proyecto al detalle teniendo en cuenta el estilo de vida de la familia, la salud del hogar, el medio ambiente, la eficiencia energética y todo ello con un diseño a medida muy innovador y a un precio mínimo.

¿Cómo podemos convertir nuestra casa en un hogar ecológico?

Siempre que hablo de casas ecológicas me gusta distinguir entre el concepto de casa ecológica y casa sana. Os pondré un ejemplo: mi abuela compra en el mercado en Sant Feliu de Guíxols. Compra la judía al horticultor local, busca alimento de Km0; pero si este horticultor utiliza fertilizantes químicos, entonces esta verdura, por más que sea de proximidad, no será sana. Con las viviendas pasa lo mismo, podemos, por ejemplo, cambiar las ventanas por cristales de doble cámara de baja emisividad, para que sean más gentiles con el entorno. Ahora bien, si las ventanas nuevas son de PVC, un producto que requiere mucha energía para ser fabricado y que lleva componentes tóxicos para el medio ambiente y cancerígenos para las personas, entonces la mejora ecológica se pone en duda. Lo que arreglamos por un lado, lo estropeamos por el otro. Hay que valorar que el edificio tenga criterios de ahorro energético, pero no nos podemos olvidar de los materiales y de todo el proceso: hay que valorar el conjunto.

¡Por supuesto!

Conseguir una casa sana y ecológica es un proceso complejo en el que intervienen muchos factores, desde la selección de materiales y el sistema constructivo, pasando por el sistema de calefacción y, incluso, la forma de vida de los ocupantes. Se trata de encontrar un equilibrio entre eficiencia energética y ambiente interior saludable y, todo ello, planteado desde una perspectiva de sostenibilidad global.

¿Qué causa la "contaminación interior" generada dentro del hogar?

Hablamos de contaminación interior cuando el hogar tiene un ambiente poco saludable; muchas veces esto es independiente de vivir en una ciudad, ya que la calidad del aire interior puede ser mermada por diversos factores. Los cuatro factores que determinan la salud y eficiencia de un hogar son la temperatura, la humedad, la calidad del aire y el electroclima.

¿El electroclima?

Este es, quizás, el factor menos conocido. Nos referimos a la contaminación por radiaciones electromagnéticas, ya sean de procedencia natural -como pueden ser corrientes de agua subterránea- o artificial, producidas por redes Wi-Fi, aparatos de microondas o teléfonos inalámbricos. Se trata de una fuente invisible de contaminación, que en pequeñas cantidades es inofensiva pero que puede generar problemas cuando la exposición se prolonga en el tiempo. Hoy en día se conocen muchos casos de personas electrosensibles que tienen dolor de cabeza cuando están cerca de emisores Wi-Fi. Por ejemplo, sabemos que estas radiaciones nos afectan, pero aún no tenemos datos suficientes para valorar en qué medida lo hacen; por ello es razonable aplicar el principio de precaución: dosificar su uso y apagarlas cuando queremos dormir.

Por otra parte, para mejorar la temperatura es necesario un aislamiento que transpire y que no genere condensaciones. También hay que haber tenido en cuenta la orientación del edificio y la disposición de las ventanas, que deben permitir una ganancia natural de temperatura gracias a la incidencia solar durante el invierno y al mismo tiempo una buena protección y aislamiento de las radiaciones solares en verano, cuando se busca proporcionar un ambiente más fresco.

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También hablabas de humedad.

¡Sí! La humedad está muy relacionada con la ventilación y el sistema de calefacción del edificio. Como referencia, la humedad relativa interior debería oscilar entre el 30% y el 60%. Por encima del 60% o 70% el ambiente será demasiado húmedo y, por tanto, será un lugar propicio para el crecimiento de mohos y bacterias. Por debajo del 30% -una situación muy habitual en nuestros hogares en invierno, cuando encendemos la calefacción-, el ambiente es demasiado seco y hay una acumulación de polvo; esto nos puede llevar a desarrollar enfermedades respiratorias. Por lo tanto, aportar aire fresco también es importante; sobre todo, en espacios cerrados con mucha gente, donde se acumula el CO2. De nuevo, ventilar a menudo el espacio es una de las mejores estrategias para resolverlo.

¿Cómo podemos evitar la contaminación electromagnética?

Como recomendaciones generales, aconsejo evitar calentar los alimentos con el microondas. Sólo con este gesto, ya se reduce mucho este tipo de contaminación interior.

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Más cosas.

Si tenemos teléfonos inalámbricos, comprobar que tengan tecnología Eco Dect (emiten ondas sólo cuando hablamos). También hay que evitar cables y aparatos eléctricos conectados cerca del cabezal de la cama. Por la noche, por supuesto, hay que apagar el móvil y tener un despertador de pilas. Y si tenemos Wi-Fi es importante apagarlo de noche, ya que es cuando el cuerpo aprovecha para regenerar las células y, por tanto, hay que evitar cualquier elemento que genere contaminación electromagnética.

¿Qué es una casa pasiva?

Como arquitectura pasiva entendemos cualquier elemento que logre mejorar la eficiencia energética a través de los recursos naturales. Vamos, una construcción que consigue reducir la demanda de calefacción y refrigeración, a través de soluciones como una buena orientación solar o un buen aislamiento en los muros. Ahora bien, el concepto de casa pasiva está cogiendo mucha fuerza en los últimos años gracias a la certificación Passivhaus creada en Alemania hace más de veinte años y que se basa en reducir la demanda de calefacción a través de sistemas pasivos, a menos de 10W/m2.

Se trata de construir casas perfectamente aisladas que son prácticamente herméticas al paso de aire. Como no hay intercambio de aire con el exterior, la renovación de aire interior se hace de forma mecánica mediante un intercambiador de recuperación de calor: así conseguimos una vivienda completamente hermético y aislado, del que podemos controlar mecánicamente la calidad y temperatura del aire con un coste energético muy bajo.

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Hablemos del gas radón. ¿Qué nos puedes decir? ¿Cómo se puede evitar?

El gas radón es un gas radiactivo emitido por la desintegración natural de uranio, en el subsuelo de la Tierra. Tiene una incidencia desigual según la zona geográfica. En Galicia, por ejemplo, es un problema importante. Como es un gas inodoro e incoloro, entra en las viviendas y, aunque las concentraciones son relativamente bajas, es cancerígeno. El Gobierno creó hace unos años el proyecto MARNA, que es un mapa organizado por provincias con las cantidades orientativas de emisiones de radón. Si nos encontramos en una zona de concentración, es recomendable consultar con alguno de los expertos del Instituto Español de Bioconstrucción, que disponen de detectores de radón. Para evitar la exposición se utilizan diversas estrategias de mejora de la ventilación y de estanqueidad, según cada caso.

¿Hay otras radiaciones invisibles de origen natural en el hogar?

Las radiaciones telúricas no son un tema de estudio de la bioconstrucción, sino de la geobiología. Personalmente me formé también en este campo con un geobiólogo, lo que antes se llamaba un maestro zahorí y que tradicionalmente los agricultores y gente de campo contrataban para buscar agua y saber dónde debían excavar un pozo en sus terrenos.

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¡Interesante!

Las radiaciones telúricas son producidas por corrientes de agua o almacenes de minerales en el subsuelo terrestre. Una corriente de agua, al igual que la eléctrica, produce radiaciones electromagnéticas con el movimiento propio. Se sabe, desde hace siglos, que estas radiaciones son nocivas para las personas si la exposición es larga. Por ejemplo, si tenemos la cama o zona de descanso sobre una corriente de agua subterránea, tendremos problemas de salud. Si alguna vez habéis dormido fuera de casa y os habéis levantado con la sensación de no haber descansado, puede que hayáis dormido sobre una corriente telúrica.

Laura Basagaña
Laura Basagaña

Periodista