Jorge Pérez-Calvo: responde con una lista de exclusión de ingredientes. Es decir, empieza enumerando qué alimentos no van bien para rendir de forma óptima: ni azúcares, ni edulcorantes, ni tampoco azúcares integrales. Estos tres los tenemos que dejar fuera claramente, pero la lista sigue.
“Tampoco alimentos con gluten, aunque no haya intolerancia, porque son indigestos”. Finalmente, cita los lácteos, “porque están cargados de hormonas y fármacos que han dado a los animales para hacerles crecer y aumentar su rendimiento”. Y, por supuesto, tampoco golosinas, bollería industrial, zumos de fruta ni fritos.
Así pues, ¿qué tienen que comer? Para empezar, los lácteos se pueden sustituir por leches vegetales, como por ejemplo de avena o arroz. Para continuar, “me es más fácil decir proporciones de cada comida”, dice Pérez-Calvo.
Y si se caen, ¿qué tienen que comer?
Para hacer bajar las inflamaciones de las caídas, hay que comer alimentos con vitamina D y A, omega-3, cúrcuma y jengibre, según el psiconeuroinmunólogo Xevi Verdaguer. El omega-3 está en el pescado blanco y azul; y también en las algas, las nueces y el lino; la vitamina A, en el brécol, la calabaza, la zanahoria o el mango; la vitamina D, en el shiitake, el queso de cabra, la canela, el pescado azul y también es bueno tomar el sol, que ayuda a la piel a fabricarla.
- Cuando ya ha pasado la fase de inflamación aguda, hay que comer alimentos con ácido acetilsalicílico, como las zanahorias, el cilantro y las endrinas en cualquier formato (zumos, enteras, aliñadas).
- El proceso de inflamación dura dos o tres días y lo tenemos que pasar sin hacer nada, ni siquiera aplicar hielo. Si se hace, hay que ser constante, porque el proceso será más lento, durará más. En cambio, si se deja que se inflame dos días sin hacer nada –sin tomar ningún antiinflamatorio químico ni natural, sólo alimentos adecuados–, a partir del tercer día cicatrizará y la inflamación empezará a bajar rápidamente. De la otra manera, puede ser que no se vaya hasta después de un mes o más.
La alimentación diaria del niño tiene que estar formada por un 50% de cereales integrales y legumbres, siempre muy hervidos. Un 30% tienen que ser verduras cocinadas al vapor, preferiblemente, y frutos secos; y el 20% que queda tienen que ser proteínas, como por ejemplo seitán, tofu, pescado blanco o pescado azul pequeño, estofados.
El médico propone dejar los platos de pasta para los días de fiesta, para los fines de semana; entre semana, los niños tendrían que hacer deporte o mucho ejercicio físico. “Pueden comer pasta con tomate mezclado con zanahoria, que elimina la acidez; el resultado es excelente”.
Con esta alimentación, Pérez-Calvo asegura que el rendimiento escolar será alto, porque “el niño no estará disperso y su cerebro tendrá fondo de armario”.
Lo consulto con la pediatra y homeópata Gemma Baulies, que recomienda los lácteos, pero siempre que sean de oveja o de cabra, “porque su composición es más parecida a la leche materna, y por lo tanto, más digerible”. Así que, de buena mañana, se pueden combinar con cereales integrales, o, si no, tomar licuados de avena o de soja.
A media mañana, la pediatra opta por un bocadillo de pan integral con paté de shiitake, por ejemplo. Para comer, en cambio, recomienda pasta, ya que aportará la glucosa necesaria para hacer funcionar el cerebro, pero siempre que sea integral o bien de espelta o de kamut. Una opción para un segundo plato puede ser una hamburguesa vegetal. El arroz integral y las legumbres también tienen que formar parte de la dieta, ya sea para comer o para cenar.
Baulies también recomienda comer fruta y verdura, que podemos integrar en los platos de legumbres y de pasta.
“La fruta es un alimento imprescindible en una dieta equilibrada, ya que aporta agua, nutrientes como vitaminas, minerales y oligoelementos, fibra e hidratos de carbono fáciles de digerir”, añade el médico naturista Pedro Ródenas, del Integral Centre Mèdic i de Salut. Es decir, la fruta aporta energía, pero no grasa.
Ahora bien, lo recomendable es comer fruta “fuera de las comidas principales”, para desayunar o merendar, ya que la digestión de la fruta tiene unos fermentos tan determinados que pueden dificultar la de los alimentos que hayamos comido previamente, si tomamos de postre, por ejemplo. “La única fruta que podemos comer después de una comida es la manzana y la pera, consideradas frutas neutras, y también la piña y la papaya, que tienen unos fermentos digestivos que facilitan toda la digestión”.
Ródenas también aconseja no mezclar frutas ácidas y dulces. “Si coméis fresones o naranjas, no los mezcléis con melón, sandía o plátanos, ya que las frutas ácidas inhiben la ptialina, un fermento que facilita la digestión de los hidratos de carbono; por lo tanto, mezclar fruta ácida y dulce puede dificultar su digestión”.