Joan Roca cocina en el restaurante El Celler de Can Roca y en su casa. El equipo de casa está formado por Marc y Marina, sus hijos. «Hay una comida que compartimos, que es la cena, y que preparamos conjuntamente. Nos ponemos temprano, a las siete, y ellos saben que deben encargarse siempre de algo: pelar las zanahorias, remover la cazuela, aliñar la ensalada». Según el cocinero de Girona, así ha conseguido que coman verduras, «porque las vamos a buscar el sábado por la mañana al mercado; después, en casa, las manipulan, las huelen, las trocean y, finalmente, se atreven a comerlas. A nosotros nos ha funcionado».

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Emma se esmera con la masa en el restaurant Semproniana. Foto: Xavier Bertral

Los niños tienen que entrar en la cocina: pueden hacer los deberes, o jugar; pueden tener una mesita o una cocinita pequeña; deben pasar ratos allí. Son ideas de la cocinera Ada Parellada, que cuenta que incluso los peligros inherentes en una cocina son interesantes como aprendizaje. «Los niños deben aprender cuáles son, y los padres los deben explicar tantas veces como sea necesario, pero, igualmente, les deben dejar entrar». La cocinera del Semproniana recomienda adaptar recetas y herramientas a cada edad. «A los más pequeños les podemos dar unas tijeras escolares para que corten los puerros. Los calabacines y los champiñones, que son blandos, también son ideales para que los troceen. En cambio, las zanahorias, que son muy duras, son muy poco recomendables a menos que se utilice un pelador». Además, las recetas para hacer con niños deben ser manipulativas, «porque las sopas les encantan, pero, en cambio, son muy aburridas de preparar». Una receta ideal para hacer con niños es la quiche. «Los pasteles también están bien para hacer conjuntamente, porque el resultado es sorprendente y rápido, pero está bien que también participen en la cocina diaria, no sólo en la festiva».

Los adolescentes también deben estar en los fogones. Eulàlia Fargas, cocinera especializada en cocina de niños y adolescentes, asegura que es posible, y que el proceso educativo sigue siendo tan importante como cuando eran pequeños. «Yo recomiendo a todos los padres que a partir de primero de ESO les permitan cocinar en casa a diario». Eulàlia lo ha puesto en práctica con su hija Oliva. Desde primero de ESO, Oliva y una amiga comían en casa, porque previamente Eulàlia les había medio preparado la comida. «Ellas tenían que terminarla. Un día debían saltear unos garbanzos, que yo ya había dejado cocidos; otro, tenían que echar el arroz al fondo de paella que yo ya había preparado. Es decir, siempre las tenían que terminar «. Durante cuatro años, Oliva ha aprendido muchísimo de cocina. Y también se ha divertido. «Al principio se les quemaba todo, pero han acabado aprendiendo». Este sistema está bien si «es un grupo de dos o tres amigos, porque cocinar para uno mismo es muy aburrido». Y también si se combinan las casas, porque «unos días a la semana, comían en casa; otros, iban a la casa de la amiga».

La àvia Remei, autora de best-sellers de cocina, tiene claras las recetas que deben hacer los pequeños. «Debemos dejarles hacer rebozados, y dejarles cortar las judías verdes, la coliflor». Además, también recomienda ponerles siempre un delantal, para que no se ensucien. Y poco a poco, a medida que crezcan, dejarles hacer otras recetas, como una tortilla francesa. También opina que manipular las comidas y participar en la cocina puede ser una buena vía para que prueben los alimentos más difíciles.

De hecho, enseñarles a cocinar sería como si hicieran plastilina o alguna otra actividad manual, dice ahora Marta Carnicero, autora del libro Festa a la cuina. «Las actividades pueden ser similares, pero, en la cocina, hay una diferencia muy clara, que es que hay premio: se pueden comer lo que han preparado. Y esto no ocurre con ninguna otra manualidad». Marta también cree que a los niños se les debe enseñar también a recoger la cocina, «adaptado a su nivel», pero tienen que aprender que después de preparar platos, hay que recoger lo que se ha ensuciado. «Cocinar es todo un proceso, que puede comenzar en el mercado, yendo a buscar los alimentos, y puede continuar en casa troceando, oliendo, manipulando». Y ésta puede ser una buena fórmula para enseñarles a comer de todo. «En casa, ha funcionado porque las comidas de color verde eran rechazadas de entrada, y desde que las preparan mis hijas, las prueban», concluye Carnicero.

Un truco de Carme Ruscalleda

La cocinera Carme Ruscalleda recomienda a los padres que, cuando estén en la mesa con los niños, hablen de la comida. «Que no enciendan el televisor, y que el tema de conversación sea el plato que se están comiendo, porque cada comida puede ser una lección sobre un alimento». Así también se les introduce en la gastronomía.

Diez consejos para enseñarles a cocinar

1. Dejarles entrar en la cocina.
2. Ponerles un delantal.
3. Adaptar recetas y herramientas a cada edad (con dos años pueden limpiar lechugas; con ocho años ya pueden manejar el fuego).
4. Sustituir cuchillos para tijeras escolares.
5. Dejarles intervenir en la creatividad de la receta.
6. Tener un alzador para que lleguen bien para preparar los platos.
7. Cuando son muy pequeños: dejarles decorar el final de una receta.
8. Cuando son mayores: dejarles intervenir en la invención de la receta.
9. Hacerles recoger lo que han ensuciado en la cocina.
10. Tener una actitud positiva, y felicitar el resultado.

Consejos de Ada Parellada

La cocinera Ada Parellada sugiere a muchas familias que no cocinen. Sí, sí. Tal cual. «No cocinar, porque si no tienen tiempo para preparar los platos, pienso que es mejor que estén con los hijos, que coman juntos». Así pues, «es mejor comprar todo bueno y hecho».

Como «ya no tendrán que destinar tiempo a la cocina, pueden dedicarlo a estar todos juntos en la mesa”: poniendo la mesa, por ejemplo, con la participación de los niños, que pueden poner los cubiertos, los platos, los vasos, el agua. También se puede poner una cesta de frutas para los postres. Así, cuando terminen no se deberán levantar para ir a la nevera a buscar nada más.

Si se hace así, si las familias comen juntas, aunque no hayan preparado ningún alimento, poco a poco se darán cuenta de que, si se organizan, también pueden cocinar.

De hecho, la cocinera del Semproniana sostiene que las cocinas caseras deben ser como las de los restaurantes. Es decir, deben tener preparadas bases de los platos, porque a la hora de ponerse ante los fogones el trabajo más importante ya esté hecho. «En un restaurante, el plato pedido no se prepara desde el principio hasta el final; si no, no acabaríamos nunca». O sea, si se quiere una sopa, el caldo ya está hecho. Tan sólo hay que hervir una pasta, un arroz u otro ingrediente. Son diez minutos. Si se quiere hacer una fideuá, si se tiene preparado el caldo, sólo hay que dorar diez minutos los fideos. De entrada, parece complicado, pero tener hechos sofritos y caldos es esencial para la cocina diaria sea rápida y desestresante.

Todas estas bases de platos se pueden preparar los fines de semana, con más tiempo. Si no, otro consejo es hacerlo cuando los niños ya duermen. Entonces, con calma, es momento de encender el horno, por ejemplo, y como está encendido, hacer todo lo que sea necesario. «Es lo que hago yo en casa», dice Ada. «El día que enciendo el horno, hago una escalibada; como que lo tengo encendido, tuesto unos piñones; como lo tengo encendido, pongo unas patatas». Y así ha medio preparado los platos de los días siguientes.

Ahora bien, la cocinera del Semproniana, autora del libro más dulce que nunca se ha escrito sobre cocineros y restaurantes, Sal de vainilla (Planeta), insiste: «Si no se tiene tiempo para cocinar solo o con los niños, compre todo hecho, porque el aprendizaje primordial se hace en la mesa comiendo juntos».

Lo dice Ada Parellada y también filósofos como Francesc Torralba, que en más de una ocasión ha contado que alrededor de una mesa se aprende y se entiende la convivencia familiar. Un ejemplo: «Si se termina la botella de agua, y todos están sentados, el aprendizaje es que los niños, sin que nadie se lo diga, tengan la iniciativa de ir su buscar otra porque saben que todos deben colaborar».

Trinitat Gilbert
Trinitat Gilbert

Periodista

  @trinigilbert