Si eres cocinera, de un restaurante como La Calèndula, en Gerona, puedes pensar que, como madre, lo tienes facilísimo. “Pues, no, no es así”. Ciertamente, Iolanda tiene trucos propios para convencer a Lluc, su hijo, que se atreva con la verdura, los pescados, los cereales y tantos otros platos.
“Lo que me ha funcionado como madre es despertarle el interés por el alimento”. Es decir, Iolanda no le cuenta por qué es bueno comer pescado, sino que le muestra cómo es, cómo vive, qué forma tiene.
Concretamente, cuando le habla de pescado no lo hace en genérico, sino con el nombre concreto. «Lluc no come pescado, sino lenguado, merluza, etc.».
Sabe el nombre y sabría decir que el lenguado es plano porque se esconde como una manta entre la arena. Con la verdura, exactamente lo mismo. “Si le defino muy bien el alimento, le creo un sentimiento y no lo pondrá en el montón”.
Esta fórmula de Iolanda no es secreta. A ella le ha ido tan bien con Lluc que la compartió con sus amigas madres y la contó en las escuelas. Ahora la mantiene escrita en forma de cuentos en su página web, y alienta a todo el mundo a usarla, porque los niños podrán comer según qué alimentos o no, finalmente, pero sabrán historietas que les pueden servir para que finalmente se atrevan a probarlos.
A la práctica, diariamente, Iolanda presenta verdura y fruta. “Es una norma sagrada”, dice. La fruta para el desayuno cuando va a la escuela y, cuando es el tiempo, también alguna verdura cruda, como la zanahoria.
En casa, para beber, no siempre hay leche de vaca, porque no le gusta abusar de un alimento en concreto. “La combino con licuados vegetales, como por ejemplo de avena, de arroz, de soja”. Para comer, cereales, galletas o bien tostadas con mermelada.
Al final de la semana, procura que Lluc haya comido más pescado que carne; y de carne roja, una vez solo. “Creo que abusamos demasiado de la carne”. A la hora de presentar el plato de la proteína animal (es decir, el pescado o la carne), Iolanda procura que las guarniciones (las patatas, las judías o las lechugas) también sean importantes. “Es como se hacía antes, las guarniciones no eran pequeñas, sino que tenían un peso importante en el plato”.
Si tiene mucho tiempo, hace alguna decoración en forma de paisaje o de cara, para hacer más atractivo el plato, pero “pasa muy pocas veces”. Prefiere dedicarse más a contar a Lluc cómo se limpia o cómo se ha pescado lo que comerá, por ejemplo, que a hacer filigranas decorativas en el plato, porque, piensa, que tampoco tiene maña.
Otra norma sagrada que Iolanda aplica con la alimentación de su hijo es no dejarle elegir nunca la comida. “No es nada educativo, y lo digo por experiencia, porque mis padres tenían un restaurante y yo era la que elegía qué comía y qué no, porque lo tenía al alcance”. Toca lo que toca.
La última recomendación de Iolanda es no ser muy pesada. Normas claras, pero sin pinchar constantemente para que Lluc no lo acabe aburriendo. De hecho, todo lo contrario, porque ya hace tiempo que le pidió a su madre tener un blog porque quería describir lo que comía.
Por otro lado, la pediatra y médico naturista Gemma Baulies también tiene algunos trucos a la hora de orientar a las familias hacia una alimentación saludable. “Siempre aconsejo una alimentación familiar; es decir, que no haya una dieta para cada uno, sino que todos coman lo mismo”.
“Una alimentación saludable quiere decir comer de todo, y cuanto más variado, mejor”. También está bien que las familias opten por alimentos ecológicos, porque “nos aseguramos que contienen en proporciones altas los micronutrientes (hierro, magnesio, calcio, etc.) que necesitan las células para funcionar correctamente”.
A la hora de desayunar –momento crucial, porque “los pediatras sabemos que es una de las comidas que cuesta”–, se puede elegir desde la leche de vaca (si no hay mocos), de cabra o de oveja hasta licuados vegetales. A media mañana, una pieza de fruta o un bocadillo pequeño.
Como norma del día, hay que priorizar la verdura. Y no es un tópico decirlo, sino una afirmación con mucha ciencia, porque todos los estudios están demostrando, como lo hace el libro El estudio de China, escrito por Colin Campbell, que hacer una dieta lo más vegetariana posible conserva la salud.