El cerebro humano empieza a desarrollarse al poco de la concepción, forma parte del sistema nervioso central y constituye la parte más voluminosa y conocida del encéfalo. No hay que decir que se define como un órgano complejo con muchas estructuras especializadas que forman un sistema de conexiones muy elaborado que se irán reorganizando, restaurando, puliendo a lo largo de toda la vida y que tienen como misión controlar, regular el funcionamiento de diferentes órganos y sistemas.
Estas conexiones son las redes de procesamiento de información, responsables de nuestros pensamientos, sensaciones, sentimientos…
El cerebro se encarga de funciones vitales como la respiración, la regulación de pulsaciones, el sueño, el hambre o la sed. Recibe, procesa e interpreta toda la información que percibe de los sentidos y controla los movimientos que hacemos y la posición cuando andamos o corremos, por ejemplo, e incluso funciones superiores como las de razonamiento, memoria, atención, conducta, aprendizaje, percepción y funciones ejecutivas.
El cerebro, más a fondo
La unidad funcional del cerebro es la neurona, a pesar de que las tenemos repartidas por todo el cuerpo. En un cerebro humano maduro hay más de 100.000 millones de neuronas, 60 billones de conexiones neuronales y tenemos 150.000 de kilómetros de nervios por todo el cuerpo.
A medida que envejecemos, tenemos menos neuronas. El peso del cerebro se mantiene relativamente estable entre los veinte años y los cincuenta, que es cuando empieza una decadencia gradual con una pérdida más marcada a partir de los ochenta años. Los investigadores han demostrado que la función cognitiva –especialmente el razonamiento y las habilidades de comprensión–, empiezan a reducirse entre los 45-49 en ambos sexos, y que en diez años el razonamiento mental mengua un 3,6%.
Este deterioro sobre todo se da si no cuidamos el cerebro y el sistema nervioso, que están hechos de grasas esenciales, proteínas y fosfolípidos, sensibles a los oxidantes endógenos (exceso de estrés) y exógenos (alcohol y tabaco, por ejemplo). También la genética tiene un papel en ello, puesto que hay polimorfismos en determinados genes y receptores que pueden favorecer algunas tendencias.
Tenemos que proteger el cerebro del exceso de glucosa y de tóxicos (mercurio, alcohol, oxidantes, permeabilidad intestinal…).
El 60% del cerebro es grasa, así que interesa que las grasas no se oxiden.
Como oxidantes importantes, hay que tener en cuenta:
- El humo del tabaco. Una sola calada equivale a un trillón de oxidantes, metales pesados y cadmio (que desplaza el zinc). Además, la nicotina interfiere en la actividad de la serotonina. Produce lesión endotelial y favorece la trombosis.
- Las grasas trans, alimentos muy fritos, aceites vegetales hidrogenados, que sustituyen el ácido graso DHA en las membranas y bloquean la conversión de las grasas esenciales.
- El alcohol, que reemplaza el DHA por DPA (ácido docosapentaenoico), bloquea la conversión de ácidos grasos y oxida y desgasta las vitaminas.
- El estrés (el gran mal de nuestro tiempo), el exceso de cortisol, liberado gracias a las glándulas suprarrenales en respuesta al estrés agudo, interfiere en los neurotransmisores. El estrés prolongado puede dañar el hipocampo y puede evitar que el cerebro genere recuerdos nuevos o pueda acceder a recuerdos almacenados.
- El azúcar, refinados y estimulantes son tóxicos muy potentes, porque oxidan.
- La cafeína bloquea los receptores de la adenosina y aumenta la adrenalina y la dopamina.
A la hora de mantener el cerebro en buen estado, la alimentación juega un papel decisivo y especial.
¿Por qué? ¡Repasemos los nutrientes más importantes para la salud del cerebro!
Pensad que, en un día de actividad sedentaria, el cerebro consume hasta un 40% de carbohidratos. Si queremos un cerebro sano, este tipo de carbohidratos tienen que ser de liberación lenta y con un índice glucémico menor de 50.
Respecto a las grasas, tenemos que saber que son las grandes protagonistas: forman el 20% de las moléculas de nuestro cuerpo y son la fuente energética más importante del organismo. Transportan vitaminas, son componentes imprescindibles de las membranas celulares y desarrollan varias funciones fisiológicas, inmunológicas y estructurales.
El 60% del cerebro es grasa, y la plasticidad cerebral –su capacidad para modelarse– se produce y desarrolla eficazmente gracias a unos niveles óptimos de omega-3.
El sistema nervioso depende totalmente de grasas saturadas y monoinsaturadas, colesterol, y poliinsaturadas como el omega-3 –sobre todo EPA y DHA–, y el omega-6 –especialmente GLA y AA.
El DHA es protector, relaja la musculatura de los vasos sanguíneos y, por lo tanto, disminuye la presión arterial, mantiene el equilibrio hídrico, refuerza la inmunidad, reduce la inflamación y el dolor y, además de colaborar en la función de la insulina y mantener el azúcar en sangre estable, regula la liberación y actividad de neurotransmisores.
Luego están los fosfolípidos, como la fosfatidilserina, que es un nutriente semiesencial para que los receptores cerebrales funcionen como es debido, y muy importante para la memoria. Unos niveles bajos favorecen reacciones lentas, dificultades en el aprendizaje y pérdida de memoria.
Las vitaminas y minerales ayudan a los protagonistas, que son las grasas, y también a neurotransmisores, prostaglandinas y fosfolípidos a transformarse en energía, a construir y reconstruir; y esto nos ayudará a pensar con más rapidez y a concentrarnos durante más tiempo.
En resumen, es importante garantizar una ingesta óptima de nutrientes como los ácidos grasos esenciales y antioxidantes y consumir menos azúcares y alimentos refinados o procesados, eliminar aditivos químicos, reducir los fritos…
Ayuda a mantener una buena salud cognitiva
Para asegurarnos de ello, tenemos el apoyo de suplementos muy interesantes que nos pueden ayudar a mejorar y a mantener una buena salud cognitiva. Actualmente, los tratamientos en caso de deterioro cognitivo son limitados; de todos modos, en bastantes casos se hace un enfoque holístico para prevenir el deterioro cognitivo y mucha gente mayor hace terapias con suplementos.
ReConnect es una herramienta fundamental en este enfoque holístico, puesto que la sinergia de sus componentes –NADH, coenzima Q10, serina y vitamina C– lo hacen único para ayudar a mejorar el rendimiento físico y cognitivo.
Cabe destacar que el NADH es una coenzima que, junto con la coenzima Q10, produce energía celular o adenosina trifosfato (ATP) y reduce la fatiga. Es un gran antioxidante y mejora la concentración y memoria en la producción de neurotransmisores (dopamina, serotonina, adrenalina y noradrenalina). También se ha observado que mejora la función mitocondrial y regula la homeostasis del calcio. En deportistas, los suplementos de NADH ayudan a proporcionar más fuerza, resistencia y capacidad de recuperación al músculo; en personas con un requerimiento mental alto, colabora en mejorar las capacidades cognitivas.
Hemos dicho que la coenzima Q10 de ReConnect ayuda a generar energía, la cual se obtiene gracias a la respiración celular (que no es la pulmonar). En este proceso, las células degradan las moléculas de los alimentos para obtener energía en forma de ATP. De hecho, la coenzima Q10 produce el 95% de la energía del organismo y es indispensable en el proceso de respiración celular.
También tiene actividad antioxidante, y ha demostrado que reduce dolencias neurodegenerativas relacionadas con el daño oxidativo neuronal. Además, es imprescindible para mantener en condiciones los vasos sanguíneos y el corazón.
La serina, otro de los componentes de ReConnect, es un aminoácido clave para que las células nerviosas se comuniquen y mejore la capacidad de concentración, de aprendizaje, de memoria y los estados de ánimos depresivos.
Además, la vitamina C es un antioxidante esencial para el organismo. Ayuda a hacer que el sistema nervioso funcione bien y reduce el daño causado por químicos y contaminantes (desplaza el plomo, arsénico y cadmio), neutraliza los radicales libres, reduce la presión arterial y previene dolencias vasculares. La vitamina C equilibra neurotransmisores; así pues, en enfermedades mentales, hay un mayor requerimiento de vitamina C. La polución también aumenta la demanda de vitamina C.
Tomar ReConnect aporta muchos beneficios, pero, si lo que buscamos es maximizar el rendimiento del cerebro y aprovechar todo nuestro potencial, es buena idea combinar ReConnect y Equazen Eye Q –una fórmula de ácidos grasos esenciales. Gracias a la sinergia entre los componentes de ReConnect –NADH, coenzima Q10, serina y vitamina C– y los ácidos grasos, ayudaremos a generar energía y a mejorar, pues, el rendimiento físico y cognitivo.