Seguramente recordaréis “5 al día”, una campaña que quería promover el consumo de cinco piezas de fruta y verdura al día, especialmente en niños y adolescentes. De hecho, se inició hace varios años cuando se vio que el consumo de productos frescos disminuía mientras crecía el consumo de productos procesados ​​como los lácteos, los precocinados, los productos de bollería, etc. La campaña caló hondo; sin embargo, ¿cuál fue uno de los recursos más utilizados para padres y madres con hijos a los que no gustaba la fruta? Pues los zumos industriales. Aparentemente, tenían un montón de ventajas: cómodos y fáciles de llevar a todas partes, sin necesidad de pelar ninguna pieza de fruta, con envases individuales de un solo uso, con un sabor buenísimo que encanta a los niños, etc. Pero, ¿un zumo industrial de verdad es equiparable a una pieza de fruta?

Pues, lamentablemente, no todos. De hecho, la mayoría no. Debemos tener en cuenta que la mayoría de zumos de fruta envasados ​​que encontramos en el mercado vienen con dosis altísimas de azúcar añadido (que se suma a los azúcares naturalmente presentes en la fruta y que ya deberían ser suficientes para ofrecer un sabor agradable y dulce), además de estar hechos a base de concentrado.

Zumos de fruta puros versus zumos de concentrado

Los zumos de fruta provenientes de concentrado son productos hechos con zumo de concentrado combinado con agua. El proceso de elaboración de un zumo de fruta a base de concentrado de naranja, por ejemplo, es el siguiente:

  1. Se exprimen las naranjas.
  2. Se separa el zumo de naranja de la carne y se refrigera a baja temperatura.
  3. Se separan los sabores mediante componentes liposolubles en agua.
  4. Del zumo, se extrae el agua de la fruta.
  5. Se refrigera a baja temperatura el concentrado.
  6. Se descongela el concentrado.
  7. Se mezcla el concentrado con agua.
  8. Se añade saborizante de naranja.
  9. Se añade carne de fruta congelada.
  10. Se embotella y se pasteuriza el zumo.

En este caso, el uso de componentes individuales hace que la composición de los zumos tenga exactamente siempre el mismo sabor, lo que no ocurre con los zumos de fruta puros, en cuyo caso la estandarización del gusto y los sabores no es posible: los zumos de fruta puros sólo contienen los ingredientes originales de las frutas procesadas. Por eso el proceso de elaboración también es mucho más simple (siguiendo con el ejemplo de las naranjas):

  1. Se exprimen las naranjas.
  2. Se separa la carne de las naranjas del zumo (por razones tecnológicas).
  3. Se refrigera el zumo a 2-3 ºC durante un tiempo corto.
  4. Se añade la carne de la fruta.
  5. Se embotella y se pasteuriza el zumo.

No utilizar concentrados en el proceso de producción permite preservar la estructura natural del zumo directamente exprimido, así como la mayoría de las vitaminas y de las sustancias más beneficiosas de la fruta. Por ello, un zumo de estas características sí lo podemos equiparar más fácilmente con una pieza de fruta.

¿Y qué zumo debo comprar?

Esta es la gran pregunta. Evidentemente, la mejor opción siempre es hacernos nosotros mismos los zumos en casa, con fruta ecológica y de temporada siempre que sea posible. Pero no siempre lo podemos hacer o no siempre tenemos acceso a determinadas frutas: por ejemplo, en el caso de las bayas de goji o los arándanos, potentísimos frutos rojos con una carga de antioxidantes muy elevada y beneficiosa para la salud, puede resultar muy difícil hacer zumo en casa.

Si decidimos comprarlo, vale la pena apostar por un buen zumo puro y envasado de frutos rojos, ecológico, sin azúcares añadidos y en botella de vidrio, que es el mejor de los packagings posible: a diferencia del plástico, el cristal protege el zumo de cualquier agente externo, no altera su sabor, olor ni propiedades y es 100% reciclable.

La alemana Rabenhorst es un ejemplo de marca de confianza que sigue procesos artesanales y que ofrece unos zumos de fruta puros y buenísimos de alta gama. Seguramente los habréis visto en los súpers eco y en tiendas especializadas.

Pero si el precio os echa para atrás, considerad la cantidad de arándanos de alta calidad que han sido necesarios para poder hacer un zumo de 330 ml. Como siempre decimos en Soycomocomo, la pregunta clave no es por qué comer eco es más caro (os lo contamos en el artículo “¿Por qué cuesta lo que cuesta lo ecológico?“) sino por qué la comida basura es tan barata.