Si preguntamos a nuestros mayores qué es el hummus, pueden dejarnos gratamente sorprendidos, porque si alguna ventaja tiene vivir en una sociedad globalizada, es que se comparten no solo modas o conocimientos si no también tendencias gastronómicas.
Pero más que una tendencia, el hummus es toda una tradición. Significa “garbanzo” en árabe, en honor a su ingrediente principal, que se tritura junto con agua, zumo de limón, ajo, sal y tahina, la pasta resultante de triturar semillas de sésamo tostadas, y que se puede condimentar al servir con pimentón, perejil y aceite de oliva. Es muy común en los países árabes y de Oriente Medio, y es uno de los platos principales de la cocina libanesa.
Su origen es tan antiguo como difuso, ya que se sitúa en el Antiguo Egipto, donde lo ofrecían sobre un trozo de pan. En la historia encontramos muchas alusiones interesantes sobre su procedencia. El garbanzo, Cicer arietinum en latín, se utiliza desde hace más de siete mil años, y fueron los griegos, romanos y egipcios sus grandes consumidores. Encontramos referencias en los escritos de Plinio el Viejo, Sócrates y Platón que aluden al garbanzo como ingrediente principal en las comidas de la época. Incluso Cicerón podría deber su nombre a que su familia comerciaba con garbanzos. Por su procedencia cartaginesa, enemigos de Roma, no gozaban de buena fama en el Imperio a pesar de todo y se asociaba a comida propia de esclavos. Carlomagno, sin embargo, apostó por él y mandó cultivarlo en todas las granjas de su imperio, dado su buen rendimiento. Así comenzó a expandirse por toda Mesopotamia, Oriente Medio y la zona Mediterránea. A España llegó gracias a los cartagineses que iban camino a Roma y con las carabelas españolas atravesó fronteras y llegó a tierras que hoy son California y México, que, junto con India, se ha convertido en uno de los mayores productores.
El hummus es un plato alto en proteína vegetal de gran calidad y asimilación
Existen diferentes tipos de garbanzos en función de su tamaño, color, tipo de pico y valor nutritivo. Así encontramos el Kabuli, el más común en Europa y América, del que existen variantes como el castellano, poco nutritivo y sabroso y origen del mexicano, el Pedrosillano, con más proteína y sabor, el blanco lechoso, muy nutritivo y sabroso, el lechoso andaluz, más grande que el anterior, y el chamad, el más nutritivo; el Desi, que se cultiva en India y se caracteriza por ser pequeño, anguloso y amarillo o pardo, y el Gulabi, más esférico que los anteriores, de tamaño intermedio y con la superficie muy lisa.
Los garbanzos, y en general todas las legumbres, siempre se han considerado una comida humilde por ser fácil, versátil y saciante y, quizá por ello, muchas veces han sido menospreciados. Grave error, ya que aportan grandes beneficios a la salud. En la versión hummus, con todos sus ingredientes, podemos decir que son altos en proteína de gran calidad y asimilación, que aportan saciedad controlando los ataques de hambre y manteniendo estables en sangre los niveles de azúcar por su bajo nivel glucémico. Además, contienen altas dosis de minerales como hierro, fósforo, potasio, calcio, magnesio, vitamina B, niacina, ácido fólico, riboflavina y tiamina, que protege el sistema muscular y nervioso y ayuda en situaciones de estrés, irritabilidad e insomnio, en casos de hipertensión arterial, litiasis renal y para eliminar ácido úrico por su poder diurético. También son adecuados en el embarazo para prevenir malformaciones en el feto. Son bajos en grasa, y la que aporta es de calidad, lo que previene el colesterol. Y por si fuera poco son ricos en hidratos de carbono de absorción lenta, que aportan energía sin elevar la glucemia, por lo que son ideales para diabéticos, y también son ricos en fibra, que favorece el tránsito intestinal y la eliminación de toxinas protegiendo el colon, ya que, además, sus folatos favorecen el crecimiento de las bacterias buenas. Como contienen triptófano, un precursor de la serotonina u “hormona de la felicidad”, son un buen antidepresivo natural. Si además añadimos el poder del ajo, tendremos una acción antioxidante y antibiótica.
Hoy en día, tres países se disputan la paternidad del hummus: Israel, donde existen restaurantes especializados llamados hummuseras; el Líbano, donde está presente en todas las comidas, y Palestina, donde se considera parte de su cultura, identidad e historia, ya que para ellos significa comer juntos, puesto que se come de un mismo plato.
Como hemos dicho, las versiones son infinitas; sin embargo, hay días en los que la creatividad no nos acompaña, o la actividad frenética del día nos arrolla y estamos faltos de tiempo o simplemente nos da un ataque de pereza. La Piara lo sabe y por fortuna pone a nuestra disposición una nueva gama de hummus ecológicos, elaborados con ingredientes vegetales naturales, sin aditivos, sin lactosa y aptos para vegetarianos que se presenta en dos versiones: la tradicional y con curry.
A diferencia de otros hummus que podemos encontrar en la nevera del supermercado, cargados de aditivos para alargar la vida del producto, los de La Piara los encontraréis fuera del lineal de frío. ¿Por qué? Porque han sido elaborados con el método ducha maría, una fórmula de conservación natural, como podría ser el baño maría, que permite evitar los conservantes y de la que os hablaremos con más profundidad en el próximo artículo.
Las dos versiones de los hummus son una alternativa saludable a la mantequilla, crema de cacao, queso de untar, etc. y acompañadas de otros alimentos como huevos, salmón, hortalizas variadas, como aderezo en ensaladas o para dipear, nos permite disfrutar en cualquier momento y lugar de esta milenaria receta. Aunque seáis fieles a la receta tradicional, no os perdáis la versión al curry, ¡una delicia sana y sorprendente!