Esta es la pregunta, y, sinceramente, no tenía respuesta. La he estado construyendo durante estos dos años en los que he trabajado con ellos. Si la pregunta fuera “¿Qué beneficios aporta el yoga a los niños?”, para mí quizá sería mucho más fácil de responder: concentración, elasticidad, equilibrio, cooperación, valores, gestión de las emociones, aceptación, creatividad, confianza, aprender de los límites de cada uno… De hecho, podría entrar en Google y encontrar mucha información válida para responder. Pero entiendo que sería una información vacía; vacía de experiencia. Hay millones de actividades que aportan muchos beneficios a los niños: actividades deportivas, culturales, de ocio… de todo tipo, que potencian diversas calidades en el niño. Normalmente suelen ser actividades extraescolares.
La mayoría de padres (como mínimo los de mi entorno), cuando los hijos se escolarizan, empiezan a plantearse qué tipo de actividades les parece interesante que practiquen, o no, durante –en las horas de descanso– o después de la escuela, quizá condicionados por los horarios laborales, o porque tienen muy clara una dirección determinada.
¿Y qué he visto yo en todo este tiempo? Generalmente, los padres deciden. Deciden que a sus hijos les convendría hacer yoga, bien porque ellos hacen, o porque creen que así el niño se relajará además de pasarlo bien, muchas veces con la idea equivocada de que recogerán un niño quieto y callado.
Un niño que se lo pasa bien salta, ríe, canta, se arrastra, se enfada, grita, observa, repite, baila, se revuelca, investiga, inventa, crea… y así hasta el infinito. Y cuando termina de hacer todo eso… ¿qué pasa? ¿Se le pasan las ganas de saltar, reír, cantar…? No, quiere continuar con el alegre descubrimiento de la vida.
Yoga. La palabra yoga significa ‘unión‘. ¿Unión de qué? La capacidad humana es potencialmente infinita y creativa, pero en la práctica es limitada. Así que es una relación entre lo que creemos que somos y de lo que somos capaces aunque no lo sepamos. De eso trata realmente la práctica de yoga.
Lo que propongo en clase es que el niño esté en un espacio de libertad en el que sea él mismo y pueda decidir cómo quiere relacionarse con el resto del grupo tomando la responsabilidad de sus propias decisiones. Quizá creemos que los niños no tienen bastante capacidad o criterio para decidir según qué, pero nos equivocamos: generalmente son mucho más sabios los adultos. De hecho, creo firmemente que son un elemento de aprendizaje impresionante para los mayores. No pretendo convencer a nadie de nada, es tan simple como observar un niño y ver de lo que es capaz. Ver la frescura, la sencillez, la mirada de inocencia con la que juega. Todo su mundo es un juego.
Entonces, ¿qué es importante de verdad en una clase de yoga para niños? La atención completa y jugar. A ellos les encanta que les prestemos atención y que juguemos. He oído muchas veces que están demasiado ocupados y que no tienen espacio para jugar, también me han dicho que sus padres andan tan liados que no tienen tiempo para jugar. La reflexión la podríamos hacer todos: ¿Tenemos la capacidad de atención completa con nuestros hijos? Si así es, ¿la practicamos? ¿Buscamos el espacio para hacerlo? ¿Tomamos responsabilidad de todas nuestras decisiones y actos? Porque una de las preguntas del millón que me hacen los padres es: “¿Exactamente, qué aprenden?, porque ellos vienen encantados, pero ¿qué aprenden? Es que solo me dice que juegan”.
Cuando a un adulto le encanta, qué sé yo, la cocina, tocar la guitarra, crear edificios, curar a pacientes, pasear por bosque, bañarse en el mar… Como adulto, ¿aprende algo? ¿O quizá lo sabe todo sobre eso que le hace vibrar? A los niños, intento hacerles vibrar, y el aprendizaje lo hacemos juntos. Uso elementos de yoga como semillas, las planto, pero crecen solas. No puedo ni quiero tirar de los brotes para ver lo preciosos que son. Confío plenamente y sé que son preciosos.
Con los adolescentes es más o menos igual, aunque a veces son ellos los que eligen la actividad. Es fantástico para mí ver como gozan descubriéndose el cuerpo, las emociones y la mente. Precisamente una de las calidades principales del yoga es crear un equilibrio entre estos tres aspectos del ser.
El yoga en familia para mí es crear un espacio de intimidad y de aproximación real entre padres e hijos pasando una hora y media de diversión. Es sorprendente ver las reacciones de todos, ver la perplejidad de un padre observando a su hijo soplando una pluma, ver la atención de todos en los instantes de silencio… Es pura magia.
Sigo caminando entre ellos, entre los niños, aprendiendo, disfrutando a cada paso. Vibrando, jugando al juego de la vida.
Sandra González Cabrera Kavita Kaur
Professora de kundalini yoga para adultos, niños, adolescentes y yoga en familia.