Si habéis visitado Japón y os habéis hospedado en cualquiera de las opciones tradicionales del país, seguramente, una de las cosas que más os habrá sorprendido es el desayuno que os sirven: sopa de miso, arroz y pescado, entre otros. A grandes rasgos, el arroz nos aporta carbohidratos, el pescado, proteínas, pero ¿y el miso? ¿Por qué los japoneses toman tan a menudo sopa de miso en el desayuno, en el almuerzo, en la comida y en la cena?
Según cuenta la leyenda, el miso fue un regalo que los dioses hicieron a la humanidad muchos siglos atrás. Con éste, le entregaron el elixir de la salud, la longevidad y la felicidad. Cientos de años después, el consumo de miso, un producto que se obtiene a partir de la fermentación de la soja y que destaca como fuente excelente de aminoácidos y enzimas naturales y probióticas, se ha expandido por todo el mundo.
Alimento estrella en la despensa macrobiótica
El equilibrio entre los principios del yin y el yang y de los cinco elementos son las bases de la filosofía japonesa macrobiótica, un modo de vida que entiende la alimentación como el gran aliado del equilibrio físico y emocional. Sin un buen balance de estos principios, ninguna persona podrá gozar de auténtica salud física y emocional.
Según el esquema macrobiótico, el miso destaca por sus cualidades magníficas como alimento estrella con predominio de la energía yang.
Pero, ¿cómo encontramos el equilibrio? La macrobiótica distingue entre el efecto yin (una energía fría y oscura) y el efecto yang (una energía caliente y luminosa). Todos los alimentos poseen las dos energías. Sin embargo, una de las dos siempre domina por encima de la otra. Del mismo modo que el equilibrio entre yin y yang rige las leyes de la naturaleza, una dieta saludable deberá buscar el balance entre estos dos polos opuestos, asegurándonos de que no nos pasamos por exceso o por defecto de ninguno de los dos pero teniendo en cuenta, a su vez, las necesidades específicas de cada individuo en cada momento, que irán cambiando de forma constante a lo largo de la vida.
- Alimentos yin (energía fría, de expansión, volátil y superficial, que provoca dispersión y debilita): azúcar, miel, pan blanco, lácteos, bebidas alcohólicas, zumos no naturales, aceites refinados, leche de soja, de arroz y de avena, frutas tropicales, algunas verduras como las patatas, la berenjena, el tomate o la remolacha, etc.
- Alimentos yang (energía caliente y contractiva, con un efecto acumulativo que tonifica): sal marina, huevos, carne roja, embutidos, pescado azul, cereales, legumbres, algas marinas, etc.
Además del buen balance de estos dos grupos de alimentos, la macrobiótica entiende que una dieta saludable debe basarse en el consumo de alimentos ecológicos, de temporada y de proximidad, reduciendo el consumo de azúcares y harinas blancas, alcohol y otros tóxicos y aumentando la ingesta de alimentos integrales y alcalinizantes como las algas, el tamari o, por supuesto, el miso.
¿Qué necesito para preparar sopa de miso?
A pesar de que admite una infinidad de variantes, la receta tradicional que centenares de generaciones de familias japonesas han ido heredando combina principalmente dos ingredientes: el miso y las algas wakame. A menudo se le añaden también taquitos de tofu, cebolleta y puerro u otras verduras, setas, pescado o incluso carne.
Añadiéndole las algas wakame, enriquecimos la sopa con otro clásico japonés de grandes propiedades: también de energía yang, el alga wakame se utiliza, según la medicina tradicional china, para purificar la sangre, mejorar la calidad del pelo, de la piel y de los órganos. La wakame, como el resto de algas, es un vegetal del mar muy rico en calcio, magnesio, hierro e iodo y es por su alta concentración de estas propiedades que no conviene abusar de ella: con 10 gramos al día tenemos más que suficiente.
Por su sencilla preparación, sus magníficas propiedades y su delicioso sabor, esta sopa resulta una excelente entrada en el mundo de las algas y el miso para todos los que no sepan como incorporar estos alimentos a sus platos del día a día.
¿Y qué miso compro?
Aunque los tipos de miso más conocidos son el hatcho miso (de soja), el genmai miso (de soja y arroz integral) y el mugi miso (de soja y cebada), según el clima, las costumbres y los alimentos disponibles, los japoneses también preparan otras variantes:
- Komé miso (de soja y arroz blanco): lo consumían los samuráis y la aristocracia
- Miso soba (con trigo sarraceno)
- Taima miso (con semillas de cáñamo)
- Miso natto (con cebada y jengibre)
Podéis encontrar miso en distintos formatos: en sobres, deshidratado y preparado para hacer la sopa, en forma de pasta oscura en un frasco de cristal o en una bolsa hermética, o en caldo ya preparado y listo para consumir (caldo de genmai miso con alga wakame), un nuevo formato que acaba de lanzar Amandín.
En cualquier caso, es importante que lo compréis ecológico para aseguraros que se conservan todas sus extraordinarias cualidades.
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