Ecoembes ha presentado las cifras de reciclaje en España en 2018. Hay que interpretar bien las cifras porque Ecoembes trabaja las fracciones de los envases de plástico y cartón y, por tanto, las estadísticas se basan en lo que tiramos al contenedor amarillo y azul. En este sentido, hay un muy buen crecimiento y el año pasado se reciclaron un 78,8% de los envases de plástico, latas y briks y los envases de papel y cartón. En el contenedor amarillo el aumento ha sido del 12,3% más que en 2017 y en el contenedor azul un 12,4% más. Se trata del mayor incremento experimentado en los 22 años de historia del reciclaje de estos residuos en España y se ve empujado por el aumento de la conciencia ambiental de los ciudadanos y la creciente preocupación por la contaminación causada por el plástico abandonado.
Pero no todo es positivo. La gran asignatura pendiente sigue siendo la recogida selectiva de materia orgánica. Según datos de Eurostat del año pasado, en España, del total de residuos, solo se reciclan el 29,7%,y eso nos situa muy lejos de las nuevas obligaciones que marca la normativa europea sobre residuos y economía circular, que fija que en el año 2025 se recicle un 55% de todos los residuos urbanos. Es curioso que la gente cada vez esté más concienciada sobre iniciativas como el “residuo cero” o campañas como la de “Fridays For Future”, pero que no sea capaz de separar todo lo que no sean envases domésticos y que, al final, solo son un 8% del total.
¿Por qué no separamos bien?
Que nos falta espacio en la cocina o que tenemos los contenedores separados y demasiado lejos de casa son dos motivos reales y que, en algunos casos, son un verdadero obstáculo, ya que hay municipios que no hacen islas de contenedores y que hay dar auténticos paseos para llegar a ellos. Pero, una vez citados estos dos argumentos, me vuelvo a preguntar: ¿por qué no separamos? No reciclamos por pereza, por falta de conciencia y por individualismo. ¿Nos falta información? Seguramente no. ¿Cuántos años hace que vemos campañas de concienciación en los medios? ¿Qué más nos falta, además de las campañas de sensibilización? Los expertos trabajan con diferentes opciones: la tasa justa, el pago en función de la generación, el puerta a puerta con chip, los contenedores cerrados… Dicen que el modelo del futuro pasa porque nos premien por ser buenos gestores de la salud del planeta y también de la individual, y que nos acabarán premiando si cuidamos nuestra salud. Esto rebajaría el impacto económico sobre el sistema, ya que ahorraríamos ingresos a los hospitales y gasto en material y productos médicos. Como directora de Soycomocomo, me parece de entrada –y previendo que cada territorio deberá hacerlo de forma justa y personalizada– ¡una revolución! Soy muy partidaria de la sensibilización –por algo hacemos Soycomocomo–, pero también creo profundamente en el impuesto de bebidas azucaradas. Y si en vez de un castigo, premiamos a quien lo hace bien, aún lo encuentro más positivo.
Parece que reciclar ahora no está tan de moda porque la tendencia es comprarlo todo a granel para no tener que reciclar y, por tanto, promover movimientos como el de “cero residuo” o “de la cuna a la cuna”, pero seguiremos consumiendo poco o mucho y tenemos que hacer fuerza en los dos modelos: reducir los envases y reciclar todo lo que podamos y más.
Debemos esforzarnos en dar pasos cada día hacia la vida consciente y, si tenemos conciencia a la hora de alimentarnos, acabar bien la comida separando bien los residuos. No tiene mucho sentido, si reflexionamos un poco, que comamos sano y ecológico y después ensuciemos el planeta mezclando la basura. Si queremos que nuestros hijos sean respetuosos con la salud individual y la del planeta, les debemos ofrecer una crianza consciente una alimentación consciente y educación ambiental.