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Compuesta básicamente de cereales integrales y alimentos naturales de origen orgánico, la dieta macrobiótica no se basa en reglas rígidas -al contrario de lo que mucha gente piensa, sino en criterios generales que cada uno debe adaptar a sus circunstancias particulares. De hecho, más que un régimen de adelgazamiento, la macrobiótica consiste en una concepción de vida que integra alimentación equilibrada, salud y espiritualidad.

Los hidratos de carbono complejos tienen un gran protagonismo en la dieta macrobiótica, lo que reduce el deseo de dulces y otros alimentos que engordan

La importancia de la fibra

Una comida macrobiótica tiene hasta un 10% de fibra. Perla Palacci, autora del libro Macrobiótica para todos, indica que esta dieta no sólo nutre de forma equilibrada, sino que también tiene un gran poder saciante. Como consecuencia, se produce un cambio en el metabolismo, lo que suele traducirse en un adelgazamiento progresivo y equilibrado que ayuda al cuerpo a eliminar los residuos que no necesita, al tiempo que se gana energía y vitalidad.

Adiós a los dulces

A diferencia de las dietas de adelgazamiento “habituales”, altas en proteínas y bajas en carbohidratos, en la dieta macrobiótica los hidratos de carbono complejos suponen entre el 40 y el 60% del total de la ingesta, lo que reduce el deseo de dulces y otros alimentos que engordan.

Alimentos imprescindibles

Si hay sobrepeso, siguiendo este régimen de forma controlada, se puede llegar a perder aproximadamente de medio kilo a un kilo por semana. Además, es recomendable hacer cuatro o cinco ingestas diarias, masticar muy bien cada bocado, estar activo físicamente y mantener una actitud mental alegre y positiva. Veamos ahora cómo se distribuyen los alimentos en la dieta macrobiótica:

  • Sopa de miso o una crema para preparar el estómago.
  • Cereales integrales orgánicos como arroz integral, cebada, mijo, maíz. La cantidad recomendada oscila entre el 40 y el 60%.
  • Un 30% de verduras, un tercio de las cuales se pueden consumir crudas.
  • Un 10% de fuentes proteicas, como legumbres, tofu, tempeh o pescado, y mariscos, en menor cantidad.
  • Algas, semillas y frutos secos en poca cantidad.
  • Condimentos y sazonadores, como sal de mar, shoyu, vinagre de arroz, umeboshi, jengibre, encurtidos fermentados o sal de sésamo.
  • Suele ser cocina al vapor o salteado, principalmente con aceite de sésamo.

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