foto-alternativa-tdah-dins-pagMovidos, rebeldes, distraídos, con falta de concentración, rendimiento escolar bajo, dificultad para pensar antes de actuar… Estos son los síntomas de los niños que tienen lo que se conoce hoy en día por el nombre de trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Actualmente, un niño por clase tiene TDAH diagnosticado, lo que representa un 5% de los niños en edad escolar. ¿Cuáles son sus causas?

Se desconocen con exactitud, aunque muchos especialistas apuntan hacia un origen de tipo genético y ambiental. Por un lado, está la hipótesis de que estos niños tienen una alteración neuroquímica de las vías de la dopamina y serotonina que afecta al sistema de procesamiento de la información, y que los hace incapaces de distinguir entre las cuestiones importantes y las irrelevantes. Además, existe la creencia de que, entre las causas ambientales, destaca sobre todo una respuesta adversa frente a ciertos aditivos alimentarios, intolerancias alimentarias, aumento de la ingesta de metales pesados, sensibilidad a productos químicos ambientales y muchas otras sustancias contaminantes y neurotóxicas.

Sea como sea, los profesionales de la medicina convencional o alopática tratan a estos niños desde tres puntos de vista: farmacológico, psicológico e informativo, para ayudar a padres y profesores a saber las características de este trastorno. El medicamento más utilizado es el metilfenidato (Rubifen, Concert, Ritalin), que actúa bloqueando la receptación de los neurotransmisores de dopamina y serotonina. Mediante este tratamiento, se pretende mejorar la función cognitiva y el comportamiento del niño, pero no deja de tener efectos secundarios, como insomnio, disminución del apetito, mareos, irritabilidad, aumento de la tensión arterial y dolor abdominal, entre otros. También se suele administrar antidepresivos a los niños con síntomas de depresión y que no han obtenido resultados con el primer fármaco. Este cóctel puede aumentar, evidentemente, el número de efectos secundarios.

¿Conocéis la historia de Gillian Lynne?

Cuando era pequeña, era un desastre en la escuela: no se podía concentrar, se movía mucho en clase, hasta el punto de que sus padres creyeron que tenía un trastorno de aprendizaje. Hoy en día seguramente le habrían diagnosticado TDAH, pero eran los años treinta y este trastorno aún no se conocía. Su madre la llevó al médico, que le pidió que los dejara solos para poder hablar. Cuando la madre se marchó, el médico puso en marcha la radio que tenía en el escritorio, fue a buscar la madre, le pidió que observara a su hija y le dijo: “Gillian no está enferma, ¡es una bailarina! Llévela a una escuela de danza”. Allí Gillian conoció gente como ella, gente que necesitaba moverse para pensar. Con los años, fue solista del Royal Ballet, fundó una empresa propia -la compañía de danza Gillian Lynne-, conoció a Andrew Lloyd Weber y ha sido responsable de los musicales más reconocidos, como Cats y el Fantasma de la ópera. Es la historia que cuenta en este vídeo Sir Robinson, reconocido en todo el mundo como un experto en creatividad y educación, para hablar de un modelo de educación nuevo que promueva la creatividad de los niños.

La dieta puede ayudar a mejorar los síntomas

Los nutrientes provenientes de la dieta no solo son necesarios para mantener las funciones fisiológicas diarias sino que, además, son imprescindibles para nutrir el sistema nervioso.

Hacia mediados de los años setenta, el especialista Feingold, alergólogo y pediatra estadounidense, afirmó que cerca del 50% de los niños con trastorno de hiperactividad era sensible a ciertos aditivos presentes en los alimentos. Anteriormente, en 1922, el científico Shannon había publicado un estudio que señalaba que la sintomatología en niños hiperactivos había mejorado en caso de restricción dietética. Estudios posteriores observaron también grandes mejoras cuando se eliminaban productos con muchos aditivos y alimentos como el trigo, lácteos, soja, azúcares… También se han hecho estudios que afirman que el consumo de azúcar aumenta los síntomas de hiperactividad y comportamiento agresivo.

Por otra parte, la complementación nutricional natural puede ayudar a mejorar los síntomas de este trastorno y muchos especialistas optan por esta vía -junto con la dieta- antes de administrar un medicamento. Parece que las vitaminas del grupo B, los ácidos grasos esenciales omega-3, el magnesio y el alga Chlorella, junto con una modificación de la dieta, mejoran la atención, la capacidad de aprendizaje y el rendimiento escolar, y también la calidad del sueño. Los omega-3, tanto la EPA (ácido icosapentaenoico) como el DHA (ácido docosahexaenoico), son necesarios para un funcionamiento óptimo del sistema nervioso. La dieta de estos niños debería incluir alimentos ricos en omega-3, como el aceite de lino de primera presión en frío, los pescados azules pequeños (como las sardinas, los boquerones), las semillas de lino, de calabaza, de chía… pero también convendría valorar una buena complementación nutricional. El magnesio es interesante porque actúa como relajante neuromuscular. Hoy en día, debido al empobrecimiento del suelo, las verduras procedentes de la agricultura intensiva son pobres en magnesio; por tanto, debemos procurar consumir verduras ecológicas, cereal integral biológico, frutos secos y semillas oleaginosas.

Por otra parte, muchos especialistas recomiendan el alga Chlorella, porque tiene una gran capacidad de eliminar los metales pesados acumulados en el organismo y, además, ayuda a limpiar el sistema digestivo, el hígado y la vesícula biliar. Se ha visto que los niños con déficit de atención e hiperactividad son más susceptibles a estos contaminantes, que llegan a través de los pesticidas y herbicidas de frutas y verduras, y la contaminación ambiental, factores que se convierten en potencialmente neurotóxicos y que afectan a su comportamiento. La Chlorella, al ser un alga rica en clorofila, presenta una gran afinidad por los metales pesados y toxinas del organismo y los arrastra y elimina gracias a que contiene mucha fibra. Una manera divertida y fácil de incorporarla es haciendo batidos de frutas o de hortalizas y añadiendo polvo de Chlorella o, para camuflar el sabor de mar tan acusado que tiene, se puede poner perfectamente a las cremas de verduras. Además, el consumo diario de algas como la wakame, el arame, la dulse o la kombu es una buena opción para ayudar a desintoxicar el cuerpo y, al mismo tiempo, remineralizar-lo.

Sin embargo, no debemos perder de vista que, actualmente, todo niño distraído, movido o con rendimiento escolar bajo no se escapa de la etiqueta del TDAH: es la enfermedad de moda. Por ello, antes de dar ninguna medicación, es importante ver diferentes especialistas, corregir la dieta y, como padres, observarlo, animarlo a participar en los juegos con otros niños o con nosotros, detectar si lo que necesita es otro modelo educativo o desarrollar otras habilidades y capacidades artísticas. Porque, no nos engañemos, los niños son movidos por naturaleza y necesitan moverse, necesitan experimentar con la creatividad para poder pensar, razonar, aprender y crecer.

 

Jordina Casademunt

Nutricionista

    @jordinacasa
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