hombre supermercadoSopas, patatas fritas, embutidos, yogures, pan, mermeladas, galletas, zumos o refrescos llenan de aditivos alimentarios la lista de la compra de un consumidor habitual. Aproximadamente podemos llegar a tomar un centenar de aditivos diferentes cada día, si no tenemos en cuenta los alimentos light, que aún llevan más. ¿Realmente son inofensivos tantos aditivos?

Siempre presentes a lo largo de la historia

Durante siglos se han utilizado aditivos naturales para conservar los alimentos. La sal, el vinagre, las especias y los ahumados son algunos ejemplos. Estas técnicas naturales se utilizaban para la elaboración y para prolongar la duración y la conservación de los alimentos; así se lograba mejorar sabor y aspecto. Actualmente, la mayoría de aditivos que utiliza la industria alimentaría son de origen sintético. Aunque los organismos oficiales siguen ciertos criterios de control que prohíben los aditivos que resultan malos para la salud, aún hay poca información de sus efectos reales.

Cuando hablamos de aditivos se incluyen los aromatizantes y potenciadores del sabor, espesantes, emulsionantes, colorantes, edulcorantes y conservantes.

El caso de los edulcorantes: dulces que amargan la vida

En el caso de los edulcorantes, el aspartamo (E-951) y la sacarina (E-954), a pesar de que la legislación española permita su uso, hay estudios científicos que alertan de su posible efecto adverso sobre el organismo. La legislación de muchos países ya recoge la prohibición del uso de estos dos edulcorantes. En Francia y Canadá la sacarina está prohibida. En Estados Unidos es obligatorio hacer constar en las etiquetas de los productos que la contengan que este aditivo es nocivo para la salud. Nuestra recomendación, en caso de querer endulzar alimentos es utilizar fuentes naturales como melazas, miel natural ecológica, estevia y azúcar de caña o rapadura; todos estos productos, aparte de regalarnos su sabor dulce, nos aportan nutrientes esenciales (vitaminas, minerales y oligoelementos). Además, es importante destacar que el hábito de consumir edulcorantes artificiales no educa el paladar, ya que nos acostumbramos a consumir alimentos extremadamente dulces, y pervertimos el sabor real de los alimentos.

¿Cómo podemos estar seguros de lo que ingerimos?

La legislación sobre aditivos varía mucho según el país. En general se consideran inofensivos, pero es recomendable no consumir alimentos procesados más de lo imprescindible. Sobre todo, es importante que no nos obsesionemos con los aditivos que lleva cada alimento procesado. Tal y como decía Paracelso “es la dosis la que hace el veneno”. No es lo mismo consumir un producto al día que contenga aditivos sintéticos, que comer más de un alimento al día que contenga aditivos sintéticos. Es la suma la que realmente hace daño. La mejor recomendación sería seguir una alimentación lo más natural y fresca posible, dar preferencia a los productos de origen ecológico y de estacionalidad y evitar todos los alimentos procesados y manufacturados.

El famoso glutamato monosódico: un potenciador del sabor que puede causar muchos problemas de salud

También está el glutamato monosódico (E-621), que lo podemos encontrar con el nombre de “saborizante natural” o “proteína vegetal hidrolizada”. Aparece en muchos alimentos industrializados bajo treinta nombres diferentes: sopas, snacks, salsas, hamburguesas, congelados, salsas para ensaladas (sobre todo las light). Se ha comprobado que puede tener algún efecto adictivo. Hay personas que después de ingerir alimentos con glutamato monosódico tienen dolor de cabeza y jaquecas: el conocido “síndrome del restaurante chino”. Incluso hay estudios que confirman que el consumo de alimentos con glutamato monosódico puede causar obesidad.

Hace casi cuarenta años, el doctor John Olney predijo que si se seguía autorizando la comercialización del E-621 habría una epidemia mundial de diabetes y obesidad. Las autoridades no hicieron caso, y hoy se ha demostrado que tenía razón.

En general, hay algunos aditivos que deberíamos evitar, como, por ejemplo, el E-102, E-110, E-123, E-124, E-155, E-951 (aspartamo), E-954 (sacarina), E-621 (glutamato monosódico). El E-221 y E-227 (sulfitos) resultan peligrosos para los asmáticos, por ejemplo.

Es muy importante cuidar a los niños y evitar que consuman grandes cantidades de alimentos procesados, ya que son más sensibles a la presencia de aditivos sintéticos y, además, pueden desencadenar déficits alimentarios y cambios en el comportamiento.

La mejor inversión para nuestra salud: apostar por una alimentación ecológica y de estacionalidad

¿Deberíamos marcarnos un límite con los aditivos que ingerimos con los alimentos? Si no abusamos de alimentos procesados y seguimos una alimentación rica en productos de la agricultura ecológica no es necesario marcarnos ningún límite. Así, es recomendable tener en casa la Guía de aditivos, conservantes y colorantes, editada por Obelisco (última edición 1997). Otro libro interesante es Que tus alimentos sean tu medicina, de Felipe Hernández Ramos.

Una cosa parece clara. Todos los especialistas en nutrición están de acuerdo en que muchas de las enfermedades actuales tienen origen en la alimentación. Ante de eso solo hay que empezar a observar las sustancias que se utilizan en los alimentos que consumimos y dar preferencia a los alimentos de procedencia ecológica, que nos aseguran una dieta de base ya por si misma más saludable.

Fuentes:

http://www.efsa.europa.eu/en/press/news/afc050714.htm

Guía de aditivos, conservantes y colorantes. Editorial Obelisco 1997

www.dorway.com

Que tus alimentos sean tu medicina, de Felipe Hernández Ramos.

Jordina Casademunt

Nutricionista

    @jordinacasa
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