Se considera que un niño va estreñido cuando hace deposiciones muy duras o no defeca con asiduidad, es decir, cuando está más de tres días sin hacer caca. Eso no se debe convertir en un motivo de preocupación, pero sí que hay que poner remedio, buscar la solución para que el aparato excretor vuelva a funcionar como es debido. El estreñimiento no es bueno: afecta directamente al funcionamiento del organismo y también provoca un cierto malestar.
Uno de cada cuatro niños tiene este problema, y precisamente el 5% de las consultas que se hacen a pediatría son precisamente por este motivo. La solución es muy sencilla: modificar algunas de las pautas de alimentación y regular los hábitos de comer y dormir.
En general, las causas principales son alimentarias, aunque también pueden ser emocionales; también hay casos concretos, como el de un niño con intestinos inmaduros, u otros especiales que requieren el asesoramiento de un especialista.
El estreñimiento por causas alimentarias puede aparecer durante la transición de la leche materna a la artificial, o también durante la introducción alimentaria. Lo que podemos hacer es potenciar la judía verde, el calabacín, el brócoli y los cereales con fibra (sin refinar), y al mismo tiempo reducir el consumo de zanahoria, calabaza y patata.
Hay que buscar una alimentación que, poco a poco, ayude a recuperar el funcionamiento del cuerpo, pero es esencial que sea de forma gradual, ya que un cambio súbito puede provocar la situación contraria: diarrea.
Lo más importante es aumentar la ingesta de líquidos, básicamente agua.
Las causas emocionales que pueden conducir al estreñimiento son estrés o bien ansiedad. Estudios de investigación indican que los disgustos emocionales pueden afectar al funcionamiento del intestino.
Para favorecer que el intestino trabaje bien es básico respetar el horario de comer y dormir. También podemos hacer masajes que ayuden a relajar, o un masaje suave a la tripa en el sentido de las agujas del reloj para estimular el movimiento intestinal.
Durante la etapa de control de esfínteres, el niño logra controlar conscientemente la defecación. Por ello, es justo entonces cuando el estreñimiento acostumbra a ser más frecuente; se trata de un proceso madurativo y, por eso, hay que respetar el ritmo de la criatura. Si no está del todo preparada, es mejor dejarlo para más adelante.
Para ayudar a recuperar el funcionamiento intestinal, podemos dar agua de lino, que actúa más despacio que los medicamentos pero es una opción natural. Recomendamos evitar el uso de supositorios o laxantes (excepto en caso de prescripción médica), ya que la estimulación rectal puede llegar a ser contraproducente y crear un mal hábito.
Agua de lino dorado o marrón:
– Dejar las semillas de lino en remojo durante toda la noche.
– Por la mañana, pasarlas por un colador.
– Incorporar el agua de lino a la comida; las semillas no.
Esto hay que hacerlo, como mínimo, durante una semana. Entonces, según el resultado, se debe valorar si es preciso continuar con el agua, o si con la alimentación ya es suficiente.
Es muy importante tener un tránsito intestinal correcto. Hay que tener en cuenta si se trata de una situación ocasional o repetida para valorar si se debe consultar con el especialista.