El otoño es época de tubérculos, como el boniato, el nabo, el tupinambo o la patata vieja. Son tallos subterráneos de plantas que se engrosan para hacer de reserva energética cuando empieza el frío.
Esta reserva está constituida principalmente por almidón; por ello, nutricionalmente, son alimentos que aportan una buena cantidad de hidratos de carbono de absorción lenta. Además, son carbohidratos celulares y de baja densidad, que son los más interesantes para el organismo. Además, también contienen vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes, y sacian mucho.
Según la medicina tradicional china, ahora nos encontramos en verano tardío, la estación del año vinculada al elemento Tierra, un momento ideal para tonificar el sistema digestivo. Para ello, encontramos buenos aliados en los alimentos que crecen en contacto con la tierra, como los tubérculos.
El tupinambo
El tupinambo (también llamado aguaturma o alcachofa de Jerusalén) contiene bastante inulina, un tipo de fibra que nos ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre y que sirve como prebiótico para la flora intestinal. Además, aumenta la sensación de saciedad.
También contiene minerales como el fósforo, potasio, hierro, cobre, magnesio, manganeso y zinc, y vitaminas C y del grupo B.
Es un tubérculo bastante curioso, ya que puede recordar al jengibre por la forma, pero sabe a alcachofa.
Hoy os propongo una crema de tupinambos. Es una receta ideal ahora que empieza a hacer frío y cada vez nos apetecen más recetas calientes que nos ayuden a calentar el organismo.
Ingredientes Elaboración
La receta
