Vitamina C, más allá de las naranjas

Cuando se habla de vitamina C hay tendencia a pensar en las naranjas, pero hay muchas verduras que aportan cantidades muy superiores de esta vitamina, como el brócoli y la col -las crucíferas en general- y las hojas verdes como las acelgas. Según el doctor Jorge Pérez-Calvo, “sólo tiene sentido tomar naranjas con mucha frecuencia en el caso de que se coma mucha carne”.

Cuando ya están resfriados, “tenemos que recetar a los niños remedios naturales: reposo, pañuelos de agua tibia en la frente, agua, vitamina C, infusiones, sopas y caldos”, dice la médico homeópata Lena Mercadal.

Una alimentación suave, basada en la hidratación, es básica. Así, por ejemplo, se puede optar por las sopas de verduras, como la de calabaza, puerro o zanahoria, cebolla y apio. Tal como explica el doctor Jorge Pérez-Calvo, en el libro Nutrición energética y salud (Debolsillo), a la hora de prepararla, hay que cocer los ingredientes 15 o 20 minutos y añadir, al final, un poco de sal marina. Se puede pasar por el pasapurés para hacerla más cremosa. “Si se cocina para niños, no se debe utilizar la batidora”, dice el especialista.

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Sea como sea, el caso es que el cuerpo de la criatura reacciona con diferentes síntomas a la entrada del virus del resfriado. “Son siempre síntomas de eliminación del virus; el cuerpo se prepara para combatirlo y eliminarlo”, comenta Mercadal.

Los síntomas de defensa son los estornudos, la tos, los mocos, la fiebre y el sudor. “Con los estornudos, el cuerpo intenta expulsar por la nariz y la boca el virus”. La tos también es un elemento eliminador: expulsa el virus por la zona de los bronquios y la garganta Los mocos, primero blancos y transparentes, lo echan por la zona de la nariz y la oreja. Finalmente, la fiebre es una defensa capital del cuerpo, y llegará cuando hayan fallado todas las barreras anteriores (estornudos, tos, mocos).

El calor provoca incomodidad a los virus, hace que no se reproduzcan tanto y, además, activa las defensas de todo el cuerpo. Si la criatura tiene fiebre, sudará y, por tanto, tendrá una vía más de eliminación del virus. Además, la fiebre incrementa la producción de glóbulos blancos, que son los encargados de combatir las infecciones.

Si la fiebre sobrepasa los 38 o los 38,5 grados y el niño empieza a comportarse de forma extraña, entonces habría que bajar un poco la temperatura −nunca con baños de agua fría: la bajada puede ser demasiado repentina− con aplicaciones de agua tibia en la frente y las nalgas o recurrir a alguna medicina natural (consultad a vuestro médico). “Pero, en general, los resfriados de las criaturas solo requieren soluciones naturales: reposo, beber mucha agua, que es el mucolítico número 1 y una alimentación suave“, concluye la doctora Mercadal. También es fundamental eliminar los alimentos que provocan mucosidad, como las harinas, y muy especialmente los lácteos, y reducir el consumo de azúcares simples.

Trinitat Gilbert
Trinitat Gilbert

Periodista

  @trinigilbert