Cataluña ha dejado de producir tomates. En los últimos siete años, se ha perdido la mitad de la producción (casi el 40%), porque los campesinos locales deben competir con unos tomates que en verano llegan de Holanda a unos precios mucho más bajos que los suyos, y en otoño-invierno, exactamente igual, pero procedentes de Almería y Marruecos.
Precisamente en Marruecos, el Observatorio de la Deuda en la Globalización y la revista Soberanía alimentaria han hecho un estudio sobre cómo se producen y la conclusión clara es que son tomates cargados de injusticias sociales.
Mònica Vargas, investigadora del Observatorio, que ha estado en Marruecos y ha entrevistado a testigos y al sindicato Federación Nacional del Sector Agrícola (FNSA), las enumera una por una:
- Los trabajadores tienen salarios mínimos, considerados una victoria porque los sindicatos los lograron cuando aún eran peores; son 69 céntimos de euro por hora (143 € al mes) por seis días de trabajo con ocho horas laborales.
- Las empresas, del Estado español y de Francia mayoritariamente, penalizan que los trabajadores se den de alta en el sindicato con dos sistemas: con el despido o poniéndolos a trabajar dentro de los invernaderos, con condiciones laborales muy malas por las altas temperaturas.
- Los campos de cultivo de los tomates están situados en una zona árida, en el valle de Souss-Massa-Drâa, y trasladan a los trabajadores en camiones hasta allí, con poco espacio, en un trayecto que dura entre una y dos horas.
- Trabajan allí cien mil trabajadores –un 65% de los cuales son mujeres– y solo cuatro mil están sindicados.
Para cultivar los tomates, y también otras hortalizas, como pimientos y pepinos, hay una sobreexplotación hídrica, porque se cultiva en un territorio árido; por consecuente se dejan de cultivar otros alimentos de la alimentación del país, como por ejemplo, el trigo. “Entonces se entra en un pozo sin fondo, porque Marruecos se ve obligado a comprar el trigo de Francia, ya que no tiene”.
Todo ello provoca el déficit alimentario de Marruecos, con cifras estudiadas y claras, según el Observatorio.
La temporada de tomates en los invernaderos de Almería y Marruecos (que copia el modelo de Almería) empieza apenas ahora, cuando aquí ya se ha terminado o está a punto de hacerlo, según informan campesinos locales.