Aquel momento entre las cuatro y las siete de la tarde que, saliendo del trabajo, pasamos por delante de una panadería y no nos podemos resistir, o que estamos en casa y de repente tenemos muchas ganas de picar algo. Por la tarde la tentación y las ganas de dulce son más fuerte que nunca. ¿Por qué? ¿Podemos dejar de tener estas ganas de dulce, chocolate o bollería? Explicamos exactamente qué genera este deseo irrefrenable y qué podemos hacer para controlarlo.
La primera causa es la necesidad de azúcar.
A veces podemos tener pequeñas hipoglucemias sin ser diabéticos, e incluso podemos tener una pequeña resistencia a la insulina. El cuerpo nos pide azúcar porque no le hemos dado bastante y necesita glucosa (un tipo de azúcar) para funcionar bien. ¿Cuál es el problema? El cuerpo no sabe diferenciar los tipos de azúcares (bollería, fruta, cereal) y siempre nos apetece más el que contiene grasa. El cerebro, el bazo y los riñones viven exclusivamente de glucosa. Si no reciben a lo largo del día empiezan a funcionar mal porque recurren a otros nutrientes (como si fuesen baterías malas).
Las dietas no equilibradas tienen el concepto erróneo de que los hidratos engordan; lo que hace que un alto porcentaje de mujeres no tomen glucosa, se sientan cansadas, no aguanten las dietas y no logren un peso más saludable porque simplemente no pueden aguantar tres días sin tomar algo con azúcar o chocolate.
Hay que saber diferenciar entre una bajada de azúcar y una bajada de tensión, porque a veces nos pensamos que debemos tomar azúcar y lo que necesitamos son sales minerales y alimentos salados.
Tomar azúcar y alimentos con azúcar con regularidad genera colesterol, ansiedad, sobrepeso, problemas en la piel, agresividad e ira. No endulzan la vida; al contrario, hacen que los niños estén más hiperactivos y les cueste concentrarse y estar tranquilos. A ellos les atrae más que a los adultos, y al mismo tiempo son menos conscientes de lo que les genera. Por lo tanto, está en nuestras manos controlarlo, por mucho que los otros niños coman.
¿Cómo compensamos la necesidad de glucosa? Tomando cereal integral por la mañana, a mediodía y por la tarde sin falta, y de forma regular. El cuerpo poco a poco se acostumbrará a recibir glucosa en un hidrato completo y ya no tendrá esta ansiedad.
Otras causas:
- El azúcar, y por lo tanto también el chocolate, es molecularmente como una droga, adictivo. Es el principal causante de la obesidad porque ni las personas más saladas pasan sin tomar en absoluto, ni las personas más concienciadas pueden dejar de comer.
Por eso hay mucha gente que coge una galleta y otra y otra sin pensar mucho en el dolor de estómago que empieza a tener. En España la media son unos 120 g de azúcar al día por persona (¡más de 10 cucharadas de postres!) que se toman casi sin darse cuenta.
Cuando hablamos de chocolate, hay que mencionar la parte de grasa que contiene, que, como es melosa a la boca, hace más atractivo este alimento.
¿Qué debemos hacer? El primer paso es ser conscientes y leer las etiquetas de todos los alimentos prefabricados, en conserva, etc. que compramos. Nos sorprenderemos. En la consulta muchas veces pregunto por el azúcar y siempre me dicen que no toman porque no se ponen en el café; después descubrimos que se pasan el día tomando azúcar en platos preparados, salsas, zumos, legumbres en conserva… Debemos leer etiquetas y comprar en lugares con marcas de confianza que sabemos que no ponen azúcar por doquier, como muchas de las que podemos encontrar en Obbio.
- La necesidad de dulce puede surgir para compensar una comida demasiado salada, demasiado yang o con exceso de proteína animal produce pequeñas hipoglucemias. En tal caso, el cuerpo nos pide dulce de postre: a veces elegimos fruta, yogur y, otras, chocolate. Debemos intentar no hacer comidas con mucha proteína animal o fritos o grasa; es necesario compensar-lo en una misma comida con cereal integral, verduras y algas con diferentes sabores (ácido, amargo, neutro…) para equilibrarlo y después no sentir que nos falta algo dulce o frío para terminar. Después de cenar, podemos lavarnos los dientes para evitar picar mientras descansamos en el sofá.
- Otra causa puede ser una carencia emocional o vacío que queremos llenar con la comida que más nos gusta. Sin embargo vemos que no acaba llenando lo que realmente queremos que llene.
No hablamos de no comer nunca más nada que lleve azúcar –que si fuera posible sería lo mejor–, sino de entender lo que el cuerpo nos pide y de darle también otras satisfacciones diferentes a las que dan los azúcares momentáneamente. Somos más fuertes que el deseo, y lo debemos saber controlar. Pero vivimos en sociedad, y de vez en cuando debemos hacer como el resto de mortales sin sentirnos mal, y menos si nos decantamos por opciones como la bollería ecológica, con azúcares ecológicos y de caña integral, que podemos encontrar en Obbio.
- La falta de dopamina puede estar relacionada con esta necesidad o deseo irrefrenable. Como cuenta el psiconeuroinmunólogo Xevi Verdaguer, la dopamina es un neurotransmisor que fabricamos sobre todo cuando nos sentimos recompensados por algo que hemos hecho. Cuando está baja, lloramos con facilidad y estamos más irritables (¡y nosotros pensando que teníamos el hígado saturado!). Es, pues, imprescindible para tolerar situaciones de estrés: cuando pasamos estrés nos apetece comer dulce. En estos casos, nos pueden ir muy bien las habas y la calabaza o complementos como Mucuna pruriens o L-tirosina, precursores de la dopamina.
- Según la medicina tradicional china, la necesidad de comer alimentos dulces puede ser un síntoma de debilidad del sistema digestivo, como cuenta Lucía Redondo, y habrá que tonificarlo comiendo cada día cereales neutros, legumbres, alimentos tibios y anaranjados.
- O simplemente porque tenemos mucho hambre y lo que más nos apetece son estos tipo de alimentos. Hay, pues, que saciar más al cuerpo:
- Masticar mucho y comer como mínimo en veinte minutos –que es lo que tarda el cuerpo a enviar señales desde el estómago hasta el cerebro (CCK, GLP-1, PYY, Apo A-IV).
- Hacer un pequeño snack a media mañana y merendar. Pero sobre todo tenerlo siempre a mano: en casa (planificar la compra), en el trabajo, en el bolso… Fruta, frutos secos, etc.
- Tomar fibra soluble, que tiene un efecto más saciante y disminuye la velocidad de absorción de la glucosa de los alimentos. Podemos tomar algas agar-agar (y hacer gelatinas muy saludables para merendar) o comprimidos de glucomanano.
Alimentos y complementos que nos pueden ayudar (a parte de una dieta rica en cereal integral a lo largo de todo el día y evitar los edulcorantes):
- Picolinato de cromo, ácido alfalipoico, alga espirulina en comprimidos, litio en el momento.
- Fenogreco (Trigonella), hojas de estevia en el momento, canela.
- Hay que evitar estimulantes como la fenilalanina o glutamato (que es muy difícil, si miramos bien las etiquetas).
- Realizar más actividad física semanal con picos de alta intensidad intercalados con ratos de ritmo suave para mejorar la resistencia a la insulina.
- Terapias alternativas como el auriculoterapia o la acupuntura pueden ser de gran ayuda para controlar la ansiedad.