Un ejercicio: enseñar a sonarse
Un ejercicio que los padres pueden hacer en casa es enseñarles a sonarse, sobre todo cuando los niños están preparados para sacar aire hacia fuera. A partir de los dos años, o quizás antes, se les puede ir preparando para sonarse. Uno de los pasos podría ser enseñarles a oler flores (el proceso contrario) y después a sacar el aire por la nariz con la boca cerrada. “En la bañera, también les podemos enseñar a soplar aire por la nariz, con la boca cerrada para decirles que así harán burbujitas en el agua, como si fuera un juego”, cuenta la médico foniatra y logopeda del hospital Vall d’Hebron de Barcelona Lídia Rigual. Saberse sonar es importante: si la nariz no está tapada, el oído estará muy ventilado y, por lo tanto, no se crearán otitis serosas, que son las que provocan mala audición e, incluso, retrasos en el habla, ya que si el niño no distingue bien los sonidos es muy probable que termine no hablando bien. Además, “el hecho de que la criatura tenga la nariz tapada también hace que respire por la boca. Aquella boca tendrá tendencia a estar abierta, la lengua saldrá hacia adelante, y quedará blanda, igual que las mejillas y los labios. Todo esto puede hacer que el niño tenga problemas a la hora de tragar la comida, porque comerá con un movimiento de succión, como los bebés”.
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Parece la frase de un eslogan político, pero no lo es. Es la batalla de muchos padres durante gran parte del año: aquellos mocos verdes, pegajosos, que se hinchan como burbujas, que impiden respirar bien, que molestan a los niños, que quizás les acaban quitando el hambre y todo.
Estos mocos son los malos, y los que provocan que se profieran deseos como “queremos narices libres de mocos”. Hay otros, los buenos, que no hay que sacar. Son los mocos que no se notan, que casi no se ven, y que tienen una función muy importante en la cavidad nasal, porque la protegen del polvo y otras poluciones, ya que la nariz es como un aspirador que todo lo aspira, pero con la pega de que no se puede pulsar el botón de ‘stop’, porque siempre está en funcionamiento. Por este motivo es importante que alguien, los mocos buenos, hagan la función de guardianes.
Pero, ¿y los mocos malos? ¿Cómo los extraemos? El doctor Miquel Pros sostiene una teoría, falcada por un libro, Mocs fora (‘Mocos fuera’), por un consultorio, por un balneario y por centenares de pequeños pacientes que lo visitan llenos de enemigos verdes y que salen con la nariz vacía. ¿Cómo lo consigue? Con agua de mar, que “tiene acciones terapéuticas, antiinflamatorias, antibióticas, inmunoestimulantes, y, sobre todo, mucolíticas, porque deshace los mocos malos”, cuenta el doctor.
Pero con el agua de mar, no hay suficiente. De hecho, el balneario con agua de mar de Barcelona y de Sant Cugat del Vallès son un paso más del tratamiento que aplica el doctor Pros cuando recibe la visita de un niño con la nariz llena de mocos. “Los otros pasos son rectificar los hábitos alimentarios para eliminar la leche de vaca, la bollería industrial, sobre todo la confeccionada con harina blanca, e introducir las frutas y las verduras. Y establecer unas normas higiénicas estrictas, que pasan por lavarse la nariz con un espray de agua de mar auténtica, y también las orejas con agua de mar verdadera”. A la hora de lavar las orejas, el doctor recomienda no salir a la calle con los oídos húmedos, porque “se puede coger una otitis”. Se tienen que secar con una toalla caliente o con la palma de la mano, que haga de ventosa, ya que esta es la forma más efectiva para conseguir que se movilice el moco que pueda haber incrustado.
Así pues, otro paso sería visitar el balneario respiratorio con agua de mar. Es un balneario de día, en el que los pacientes no hacen estancias nocturnas, y que dispone de una aparatología que aplica el agua de mar de diferentes formas: fría, calenda, chorro, vapor. “Si la criatura tiene otitis, el tratamiento será vapor de agua de mar. Si hay bronquiolitis o bronquitis, el tratamiento será vapor a la boca, que lo podremos poner con una pipeta o con una mascarilla, para conseguir una vaporización más fina. Si tiene una faringitis, la mejor solución será una ducha faríngea con agua de mar, de forma que el agua saldrá disparada al cuello”.
Gracias al método de trabajo de este especialista en mocos, los diccionarios quizás tendrán que eliminar la acepción de la palabra mocoso que tradicionalmente hace referencia a los niños con las velas colgando. Sea como sea, el caso es que la presencia de mucosidad estancada en la cavidad nasal es la responsable de “más de cuarenta enfermedades respiratorias, desde pequeños constipados hasta bronconeumonía”. Por este motivo una óptima salud respiratoria y general necesita tener la nariz libre de mocos (malos).
Para más información: www.doctorpros.com