Cristina Brondo es una actriz catalana que forma parte de una generación que marcó un antes y un después en las series catalanas. Además de haber representado personajes de todo tipo en muchísimas películas, también hace teatro. De hecho, hemos quedado con ella en el teatro donde se representa su última obra Orgasmos: la comedia.
En este teatro me siento como en casa. Rescatamos esta obra con su director Oscar Contreras, antes ya la habíamos hecho con Roger Pera. Después, vinimos al teatro del Raval en julio, y como al público le encanta, aún seguimos y seguiremos.
La mayoría de actores decís que la televisión te puede dar más reconocimiento y más dinero en un momento determinado, pero que esto es lo que os gusta hacer. Y más en salas como estas tan acogedoras.
Pues la verdad es que sí. Aprendes muchísimo. Además, yo siempre digo que lo que me fascina del teatro es que cada vez que haces la obra, aprendes cosas nuevas del personaje, te salen cosas diferentes y creces mucho. Esto en la tele o en el cine no puedes hacerlo porque no hay tiempo; no puedes estar con la misma escena durante cuatro meses. En cambio, hacer la misma obra durante tanto tiempo me aporta ese punto de sorprenderme a mí misma, de darme cuenta de que cada vez que digo el texto, veo que tiene más contenido. Y esto solo me lo permite el teatro.
Hablando sobre la alimentación, has estado dando muchas vueltas desde muy joven. ¿Qué edad tienes ahora? Si quieres decirlo, ¡claro! (ríen).
Voy a cumplir los cuarenta en enero.
Cuando empezaste con el vegetarianismo y el yoga, no estaban tan de moda como ahora. ¿Cuál fue el detonante? ¿En qué momento decides hacerte vegetariana?
Cuando empecé a hacer cine a los 18 años, me marché 3 meses fuera de la casa mis padres a hacer una película. Allí empecé a probar cosas diferentes, fuera de la dieta de mi casa, y vi que había cosas que me sentaban bien y cosas que no tanto. Primero dejé la carne y después los lácteos. Cuando volví de esa película, me marché a vivir sola y ahí fue cuando empecé a leer libros sobre el tema y a probar cosas diferentes.
¿Fue después cuando hiciste el viaje a la India?
No, el viaje a India fue más adelante, pero fue un antes y un después en el sentido de que esta cura de uno mismo es a todos los niveles, no solo físicos ni psicológicos. La alimentación te puede llevar a un lugar concentrado, hacia ti mismo, o también puede hacer que te pierdas y te disperses. En ese momento de mi vida fue cuando descubrí el mundo de la macrobiótica y entendí que somos lo que comemos, y que puede haber un tipo de alimentos que a mi me sienten bien y a ti no. Allí descubrí quién soy yo y qué me aporta la alimentación.
¿Qué tipo de comida podríamos encontrar en tu cocina?
Mi despensa es un mini herbolario (ríe). Todo es integral y biológico, fruta y verdura siempre de temporada, semillas, legumbres… En realidad, es todo muy básico. Siempre tengo una parte más extrema de alimentos y productos procesados, sobre todo por mi hija. En mi cocina hay mucha austeridad. De hecho, casi nunca voy a supermercado convencional, solo cuando necesito algo muy concreto.
En mi cocina hay mucha austeridad. De hecho, casi nunca voy a supermercado convencional, solo cuando necesito algo muy concreto.
En tu casa seguís todos la alimentación responsable, tanto tu marido como tu hija Valentina.
Pues sí, pero a veces no es nada fácil. Me encuentro con otras madres que son así, y hay un punto en el que la sociedad te lleva hacia otro lado. Te dicen que no seas tan austera y censuradora, pero para una madre macrobiótica, cuando le das a tu hijo algo refinado o muy extremo, sufres, porque para ti es tóxico. Le estás dando algo que sabes que puedes compensar, pero te preocupas cuando ves que lleva muchos días comiendo así. No es difícil el niño, sino su alrededor.
Me ha hecho gracia eso que has dicho antes de que cada vez sois más madres responsables que os preocupáis por estas cosas.
Sí, sobre todo por Instagram, que te da esa sensación de comunidad. Allí puedes buscar a gente afín a tus gustos, te dan ideas y soluciones, te preguntan cosas… y sí que hay ese punto de gente preocupada por las mismas cosas.
Por lo que he leído de ti por internet, me ha dado la sensación de que tenías mucha voluntad pedagógica, que explicabas de manera muy abierta desde tu vinculación con el yoga hasta esa concepción más integral del bienestar. ¿Crees que hace falta hacer más pedagogía, dejar las cosas claras?
En mi blog de Cosmopolitan, por ejemplo, explico cómo hacer un desayuno más sano de lo normal y dulce y explico cómo hacer un porridge de quinoa, por ejemplo. Creo que esto es muy interesante porque sino, la gente se queda con la idea de que es difícil hacerlo o es muy caro. A veces quieren pero no saben cómo acceder a este mundo. Sí que es verdad que a veces no es su momento y cada uno tiene que ir a un ritmo personal, pero yo siempre les invito a probarlo. Si alguien tiene ganas, que lo experimente, que no tenga miedo. Yo, por ejemplo, he estudiado en la escuela Esmaca en Barcelona, una escuela macrobiótica maravillosa, que recomiendo al 100%. Hay mucha gente que va allí y quizás no seguirá con este tipo de alimentación, pero tiene ganas de saber el por qué de las cosas, de probarlo y de aprender, y después ya verá qué hace.
¿Por qué la macrobiótica? Hay muchas ramas diferentes, pero ¿quién hizo que te decantaras por la macrobiótica?
Leí un libro de Jorge Pérez Calvo que se llama Nutrición Energética. Para mí, ese libro fue un antes y un después en la conciencia de la alimentación, sobre todo porque hablaba de emociones y de alimentación. Como actriz y como persona, quiero estar atenta a lo que me pasa, y este libro me pareció muy rico: no es solo la parte física de adelgazar, tener la piel y el pelo bien, que es importante, sino también lo es estar estable anímicamente. En mi naturaleza no está la estabilidad, soy una Capricornio bastante energética, y esta energía puede ser muy buena y la puedes utilizar de manera inteligente, o puede ser un desastre y no tiras hacia adelante. A mí, este libro de Pérez Calvo y la comida macrobiótica me ha llevado a esta estabilidad emocional.
Esto es muy interesante. A partir de la alimentación has encontrado estabilidad en otros ámbitos, en este caso gracias a ese libro.
Pues sí. De hecho, me acuerdo que en Herederos era más extrema e iba con mi tupper a todos lados. Ahora dentro de poco volveré a eso.
¿Crees que te has relajado en ese sentido?
No es que me haya relajado, simplemente hay momentos en la vida en los que apetece volver a ”la vida más interna” y momentos en los que no. Cuando llevaba el tupper me preguntaban por qué lo hacía, y yo les contestaba que era un camino espiritual. En realidad, para mí lo es, porque yo siempre digo que a esta sociedad les va muy bien tenernos perdidos, y a través de la alimentación, de los azúcares y los refinados nos tienen perdidos y nos tenemos que encontrar. Y la alimentación es un vehículo maravilloso para ello.
Me gusta mucho que tengas esta visión integrativa de la alimentación y de cómo influye en nuestro equilibrio por lo que hace a la medicina; también lo quiero vincular con el tema embarazo y con el nacimiento de tu hija Valentina. Ahora que dices que nos tienen dormidos con los azúcares y con otras cosas que no son la alimentación, ¿con qué inconvenientes te has encontrado, por cómo está montada la sociedad, para criar a Valentina, en el proceso de embarazo y de poder ejercer como madre? Es lo que me comentabas antes sobre la alimentación, ese bombardeo constante de publicidad de azúcar refinado al que están sometidos los niños, conlleva una lucha contra el sistema para que tu hija se alimenta de una manera responsable.
Pues sí. Además, a mi hija le encanta el azúcar, así como hay otros niños que no, la mía se tira de cabeza. Sí que es verdad que la sociedad influye mucho, pero creo que lo importante es que en casa haya una base. A mi hija le explico mucho todo esto: le digo que se lo puede tomar, pero que se fije en qué le pasará después. Siempre le explico las cosas, le digo que hoy tiene que comer esto porque mañana tiene un cumple, por ejemplo. Pienso que ella tiene que encontrar su camino, yo no pienso que el mío sea el mejor; es el mejor para mí, pero ella tiene que encontrar el suyo y en eso soy bastante flexible. Hoy en día, hay un montón de productos que, a pesar de no ser los más sanos del mundo, son veganos y hacen el efecto.
a esta sociedad les va muy bien tenernos perdidos, y a través de la alimentación, de los azúcares y los refinados nos tienen perdidos y nos tenemos que encontrar. Y la alimentación es un vehículo maravilloso para ello.
¿Cómo lo haces para comprar? Cuando estás de rodaje, que os ponen los catering, tiene que ser complicado compaginar esta alimentación tan estricta que tú tienes con tu trabajo.
Cuando empiezas quizás sí, pero ahora no. Yo compro muy básico: mientras en mi casa haya siempre arroz integral, mijo, quinoa, legumbres y verdura, algas y semillas, ya está. En el fondo, mi compra es más sencilla que una compra normal. Si tú sabes que en casa tiene que haber un cereal cocinado, lo haces y ya está. Pasa lo mismo con la legumbre y con la verdura, que la haces en un momento. Yo creo que es más la predisposición, el creer. Al principio es duro, pero con el tiempo te vas dando cuenta de que es incluso más sencillo.
¿Utilizas súper alimentos o no eres muy partidaria de ellos?
Me gustan, hay algunos que son maravillosos, pero soy más de suplementos como el jade, el polvo de cebada y el pianto.
Algunos de estos suplementos no saben nada bien.
El pianto ya me gusta, ¡somos animales de costumbres! A mi hija le encanta el umeboshi, y mi marido se pregunta siempre cómo le puede gustar (ríe).
¿Cómo te portas con la medicina convencional?
Fatal. Me parece maravillosa para momentos muy extremos e infecciones severas. En este sentido doy gracias por vivir en este país y por tener un sistema médico maravilloso. Sin embargo, hay un abuso increíble de los fármacos, sobre todo en edades muy tempranas. Se utiliza como un parche, y el cuerpo sabe lidiar con una fiebre sin medicamentos, y si tú estás ahí controlando, todo irá bien. Abusamos muchísimo.
Las veces que tu hija se pone enferma ¿cómo la has tratado? ¿Utilizas hierbas, lo buscas en internet, tienes a alguien en quien confiar...?
En Esmaca te enseñan, y el libro de Pérez Calvo también sabe mucho de niños, pero sobre todo se trata de tener confianza en el ser humano y en el cuerpo. Cuando la niña tiene 37 no pasa nada, cuando tiene 38 tampoco, pero cuando tiene 38,5 mi marido y yo ya tenemos nuestras diferencias (ríe). Si tenemos la suerte de que está bien de energía, le ponemos un tofu en la frente, que va muy bien porque es un alimento muy frío, incluso fuera de la nevera. Más que paños fríos, el tofu va genial porque baja el calor corporal. En homeopatía, me gustan mucho el viburcol y la belladona, que baja la fiebre. Hay que estar atento y si le sube la fiebre a 39, siempre estás a tiempo. Cuando a un niño no le das nunca nada, en el momento en que se lo das, es inmediato. No hay que llegar a puntos extremos, pero si vemos que la niña está fuerte y está bien, hay que dejarle pasar esa enfermedad, ese virus. Tenemos mucho miedo de la enfermedad y a veces es buena, algo nos está diciendo.
He leído algo sobre tu compromiso con el medio ambiente, la sostenibilidad, sobre todo a la hora de consumir los productos y de hacer estas compras. ¿Has qué punto puedes ser responsable y cuando compras tienes en cuenta de dónde vienen los productos, el coste medioambiental que puede tener...?
Yo tengo mucha fe ciega en que cuando compro en un herbolario, en un sitio biológico, ya de por sí los alimentos son eco y respetuosos y las fábricas que las hacen lo son. Hay marcas que me dan más confianza que otras, pero cuando entro en estos sitios intento relajarme. En cambio, en otros sitios sí que me lo miro todo. Lo que me parece súper importante es en reciclaje en casa, ¡me da igual que digan que luego lo mezclan todo! También intento empaquetar el bocata en bolsitas, y no en aluminio. Son pequeñas cosas que creo que se pueden hacer para ayudar al medioambiente.
Para terminar, te quería hablar del yoga porque sé que te gusta mucho hacer deporte. He leído que te gusta patinar, correr...
¡Patinar es una pasada!, porque llegas antes a los sitios y haces deporte.
Háblame del yoga, qué tipo de yoga haces y qué te aporta.
A mí el yoga me ha encantado desde siempre. Me puede pasar de todo y estar súper perdida, pero cuando voy a yoga se me olvidan todos los males, veo que tampoco estaba tan mal. Me da mucha serenidad. Ahora estoy haciendo strala yoga, que es muy chulo porque invita a no rigidizar, es decir, tenemos unas vidas con unos horarios y unos tempos bastante rígidos, y en yoga no tiene que ser así. Este yoga invita a fluir, tú estás en una postura, y en vez de quedarte quieta, tienes que ir moviéndote. Lo ha hecho Tara Stiles, una bailarina neoyorquina y se trata de eso, de fluir, de sentir cómo está tu cuerpo. Además, ¡te ponen música moderna! es genial estar haciendo yoga y que te pongan una lenta de Beyoncé, por ejemplo. Ahora lo hacen en Terra veritas, en el centro de strala en Barcelona y en el Hotel Vela.
Para terminar, me llevo una conclusión de hablar contigo que te quería comentar. Más allá de que cuidar la alimentación es siempre bueno para tu cuerpo y que te aporta calidad de vida, eso es indudable, también hay un punto en que, a partir de la alimentación y en tu caso también del yoga, se consigue equilibrar no solo el cuerpo, sino también la mente y las emociones. Muchas veces, puede ser la pieza clave de mucha gente que quizás no está especialmente interesada en la alimentación, pero que quizás a partir de esto puede conseguir una estabilidad en todos los ámbitos de la vida, no solo el de la salud. Esto es un poco lo que te ha pasado a ti.
Sí. Yo invito a la gente a que haga pruebas. Si alguien está muy rabioso y de mal humor, por ejemplo, debería ver cómo tiene el hígado o si come demasiada carne. Tiene que hacerse un auto chequeo. No todo está en lo físico, sino también en la conducta que tenemos.
Muchas veces hay gente que dice que va al psicólogo y que no le arreglan nada, por ejemplo. Quizás su solución estaría en estos consejos.
Seguramente sí. Les diría que comiesen arroz integral y que se cuidasen, ¡que les iría genial! (se ríen).