oli-essencial-e1469382711592Los principios activos de origen biológico nos aportan sustancias fáciles de metabolizar, que al ser asimiladas consiguen restablecer el equilibrio natural, y logran que la dermis recupere todo su esplendor. Este tipo de cosmética resulta muy apropiada para el tratamiento de pieles sensibles, alérgicas y con dermatitis. En la actualidad existen todo tipo de productos en ‘versión bio’, desde los destinados a la higiene diaria (champús, geles de baño, jabones o dentífricos), hasta los productos de tratamiento (limpiadores, tónicos, exfoliantes, mascarillas, hidratantes, nutritivas, sueros o tratamientos corporales), pasando por protectores solares, maquillajes, colorantes capilares y productos específicos para el cuidado de la piel de los bebés.

Casi todas las marcas de cosmética e higiene integran ingredientes naturales en sus formulaciones. Pero, cuidado, no es oro todo lo que reluce.  La definición de cosmético natural es muy genérica, ya que no existe un criterio claro ni universal sobre qué se considera cosmética natural. Hoy en día el término “natural” se utiliza de forma abusiva en los planteamientos de marketing de muchas empresas. Y frente al vacío legal existente sobre su nomenclatura es cuando cobra principal relevancia la denominada cosmética  biológica certificada.

Las empresas certificadoras se encargan de avalar que los componentes del cosmético son realmente de origen orgánico. Controlan todo el proceso de producción, velan por el respeto del cumplimiento de las normativas y comprueban la formulación, los envases y su etiquetado con el fin de garantizar la transparencia para el consumidor. Cada vez son más los sellos que se acumulan en los envases,  lo que está llegando a generar enormes dudas que vamos a tratar de despejar.

La primera incertidumbre se plantea con los términos “ecológico”, “orgánico” y “biológico”, que aunque definen el mismo concepto, etimológicamente no significan lo mismo. Los sellos ecológicos aseguran unos condicionantes comunes de obligado cumplimiento, como son no contener perfumes, ni colorantes químicos; exclusión total de conservantes de síntesis, como  parabenes; y ausencia de petroquímica como parafinas, siliconas y PEG. No pueden haber sido producidos a partir de materias primas modificadas genéticamente, ni extraídos por medio de disolventes químicos. Además, han de derivar de una fuente renovable o sostenible.

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Poseer un sello garantiza que los aromas son de origen natural y obtenidos mediante procedimientos físicos apropiados, como la destilación, procedimientos enzimáticos o microbiológicos a partir de materias de origen vegetal. Es obligatorio que el porcentaje de ingredientes naturales y el de ingredientes ecológicos esté indicado claramente en los envases. No están aceptados los tratamientos ionificantes. La recolección de plantas silvestres no debe causar el agotamiento significativo de los recursos naturales y el uso o explotación de las especies en peligro de extinción está estrictamente prohibido.

Sin embargo, también existe en el mercado cosmética ecológica que no tiene ningún sello de certificación. Los sellos son emitidos por empresas privadas y, como tales, cobran por los gastos de tramitación, auditorias y certificación. Por ello, algunas empresas optan por no certificar para no encarecer su producto. No contar con un certificado no implica obligatoriamente ofrecer menor calidad. Los sellos certificadores tienen unas exigencias muy elevadas, por lo que a veces, en determinadas formulaciones, resultan casi imposibles de llevar a cabo en bio.

Entre los muchos sellos que nos podemos encontrar destacan Ecocert, que es un organismo francés de control y uno de los sellos más conocidos en nuestro país. BIO, ECO o NAT son sus tres avales, que dependen del porcentaje de ingredientes certificados que contenga el producto. SoilAssociation es el sello mayoritario en las islas británicas, con más de un 80% de productos ecológicos certificados en su lugar de origen. BDIH es una certificación alemana para productos farmacéuticos, sanitarios, alimenticios y de higiene personal. CosmeBio está aprobado por las autoridades francesas y controlado por Qualité France. Bio.Inspecta fue vinculada al suizo Research Institute of Organic Agriculture, uno de los centros con más prestigio en la investigación de producción ecológica a nivel mundial. Bio.Inspecta es la entidad de certificación elegida por la Asociación Vida Sana para certificar en nuestro país. Demeter es un sello alemán reconocido a nivel internacional que certifica exclusivamente productos obtenidos bajo el método biodinámico concebido por Rudolf Steiner. Demeter es uno de los sellos más estrictos en cuanto a normativa se refiere.

Pero aún hay más. USDA Organic es el sello estadounidense que se rige por el Programa Nacional Orgánico (NOP). ICEA, Instituto para la Certificación Ética y Ambiental, es uno de los más importantes organismos de certificación de las producciones eco-bio en Italia. EcoControl es un organismo de certificación de productos ecológicos y del sistema de gestión de la calidad en el sector no alimentario. El doctor Banzhaf, gerente general de EcoControl, está activo en el campo de la certificación de productos orgánicos desde hace más de veinte años. NaTrue es una asociación internacional de productores de cosméticos naturales y ecológicos que otorga tres sellos diferentes que dependen de los porcentajes de ingredientes bio. The Vegan Society es una organización que promueve formas de vida libres de productos de origen animal en beneficio de las personas, los animales y el medio ambiente. Biogarantie es el certificado belga que contempla la legislación europea. COSMOS se creó a partir de la fusión de cinco entidades certificadoras: de SoilAsociation, BDIH, CosmeBio, Ecocert e ICEA.

Existen otros sellos que podemos encontrar en el etiquetado, como la “V”, que significa que es apto para veganos, o el “Leaping bunny”, dibujo del conejito que significa que el producto no ha sido testado en animales. Si el envase es de papel reciclado, se pone el sello de la FSC que se otorga al papel y cartón procedente de bosques controlados por esta entidad.

Quizás son ya demasiados los sellos que se acumulan en los envases y cartonajes de la cosmética. En alguna ocasión nos pueden generar alguna duda, pero avalan con rigor su composición bio. Leer las etiquetas es una garantía de seguridad a la que nos tenemos que acostumbrar si queremos que nadie nos dé gato por liebre.

Maripi Gadet

Directora de Green Press Comunicación

www.greenpcomunicacion.com