Llego a Els Garrofers, un restaurante dedicado en cuerpo y alma a ofrecer la esencia de la tierra y del mar en sus platos. Solo con abrir la puerta ya noto que el ambiente acompaña. Es un espacio abierto, sereno y con mucha luz. El escenario ideal para degustar la majestuosa obra de arte que desde la cocina preparan cada día. ¡Pasad, que empieza la fiesta!
En marzo de 2013 el restaurante Els Garrofers abrió las puertas de la mano de Gonzalo Rivière y Adriana Figa, que son los protagonistas de esta aventura gastronómica en el corazón del Maresme. Dos personas apasionadas por la cocina responsable, por los productos con alma, por la salud en el plato y por todo lo que les nutra de sentido y compromiso. Son socios de Convivium, de creación reciente, Slow Food Maresme y tienen el objetivo de certificar el restaurante con el distintivo de Km0-Slow Food para la próxima temporada.
Gonzalo es cocinero de vocación y de formación. Después de iniciar la carrera de periodismo se dio cuenta de que lo que realmente le alimentaba el corazón era remover utensilios y alimentos, cocinar con delicadeza para ofrecer lo mejor en cada momento y descubrir la alquimia en los fogones de un restaurante. Y así fue como después de estudiar en la escuela de cocina Hofmann comenzó a trabajar en diferentes restaurantes hasta llegar a desarrollar su sueño. Adriana es publicista de formación y, cansada de dedicarse a un trabajo poco estimulante, decidió acompañar a Gonzalo en su pasión y crear juntos el restaurante deseado. Hoy ambos son los propietarios de Els Garrofers, una propuesta honesta que respeta el producto manteniendo la esencia que lo hace posible. “La única manera de trabajar con producto bueno es ir a buscarlo, saber quién lo produce y establecer vínculos de confianza”, argumenta Gonzalo.
Me gusta la propuesta gastronómica que me proponen. Un menú con muchas opciones que, con diferentes suplementos, permite incrementar las posibilidades de degustación. Una amalgama de platos que hace muy difícil la elección. Lo primero que pienso es que tendré que volver otro día. Le digo a Adriana que me traiga lo que más les guste cocinar y lo que más les caracteriza. La mayor parte de los platos están cocinados con producto local y ecológico seleccionado con mucho criterio de territorio: una alegría saber que en esta cocina encuentro muchos de los alimentos que me gusta comer. “Para nosotros uno de los elementos más importantes es que todo es de elaboración propia, desde el pan hasta los helados”, me dice Adriana cuando empieza a explicarme la carta.
Empezamos por un tartar de aguacates, champiñones, pomelo, manzana ácida y anguila ahumada. Veo la frescura del verano en un plato que entra por los ojos y que al probarlo se deshace en la boca. Es cremoso y agradecido. Lo disfruto sabiendo que es el principio de la obra gastronómica que Gonzalo me tiene preparada. En la carta también podría haber elegido, entre otras cosas, una sopa de lechuga con caballa marinada, semillas de tomate y pepino, pulpo a la parrilla con huevo cocido a 64 grados, compota de cebolla y crujiente de patata o ravioli de carrillada de ternera asada con salvia.
A continuación seguimos con una torta de sardinas marinadas, tomate confitado y calabacín. Me gusta el color de la verdura, está vivo y tiene luz, son alimentos con alma. Pruebo el plato y encuentro el punto de cocción que me gusta, respetando todo lo que nos aportan los productos frescos, ecológicos y de proximidad. La combinación tiene un olor muy mediterráneo, de huerta, mar y campos de cereal. Un mordisco espectacular que recomiendo para los amantes de la torta y las verduras al punto. “Las verduras son todas de productores locales ecológicos que trabajan muy bien el producto. Lo tenemos fresco cada día… todo un lujo “, dice Adriana.
El tercero de los platos es un arroz seco de tocino y sepia. Soy de la terreta valenciana y son estas paellas las que me gustan. Tengo ganas de descubrir cómo habrá preparado Gonzalo este plato tan deseado. Adriana lleva la paella, me la enseña y le digo que si la puede dejar en la mesa, que comeré el arroz directamente, como siempre hemos hecho en casa. El olor ya delata que lo que encontraré al acercar la cuchara será especial. Lo pruebo y me transporto por unos instantes a un lugar muy íntimo difícil de explicar. Es seco, meloso, lleno de aromas y con una suavidad cremosa que lo hace único. Verduritas, tocino de cerdo ecológico y sepia cortada muy fina, una mezcla triunfal que me hace disfrutar.
Por último, llega una hamburguesa de pie de cerdo, tocino y morcilla con jugo de pie de cerdo asado, shiitake y espárragos, una delicia para los amantes de los sabores intensos. Un plato arriesgado que estoy segura de que es de los favoritos de aquellas personas que buscan una buena cata de carne y grasa de cerdo combinado con setas y un jugo exquisito para chuparse los dedos. “El cerdo que usamos es todo ecológico y su grasa es muy buena, se nota que es una carne de mucha calidad”, explica Gonzalo.
Hoy en Els Garrofers también nos ofrecen timbal de patata con guiso de ternera, merluza de palangre con trigo y verduritas, cordero de Cal Pauet, patata salteada con mantequilla y shiitake o dorada pescada en caña en la playa de Can Teixidó, entre otras cosas . Una propuesta extensa que seguro que satisface los paladares de muchas de las personas enamoradas de la salud en el plato y del compromiso en la cocina. “Tenemos unos pescadores que nos llevan lo que pescan con caña… para mí es mágico poder ofrecer este producto en la carta”, dice Gonzalo.
Y la parte dulce llega con una sopa de chocolate blanco, con helado casero de eucalipto y un chocolate negro exquisito que combina de maravilla. Todo ello acompañado de galleta de cacao. Me gusta porque es un postre que satisface el deseo goloso a la vez que es refrescante con el toque de eucalipto del helado. “Todos los helados los hacemos nosotros con huevos ecológicos del Niu d’ous d’Orrius y leche ecológica de la Selvatana de Campllong“, explica Gonzalo. Hoy también nos ofrecen cremoso de chocolate negro con pan, aceite y sal, pastel de chocolate de Els Garrofers o pudin de pan con helado de vainilla. Con toda seguridad, una maravilla de sabores y texturas dulces preparadas con mucho cariño, dedicación y respeto.
Me he quedado maravillada. Además, el pan es casero con harinas integrales ecológicas de Cal Pauet, masa madre y una fermentación lenta. Un regalo para los que nos gusta masticar y oler el pan para disfrutar de un alimento saludable siempre que se haga con buenos ingredientes y respetando el tiempo de elaboración. “El pan lo hago yo, piensa que este pan lo empecé a hacer ayer y hoy lo he terminado… se tiene que amasar y debe fermentar para que quede como debe quedar”, me explica Gonzalo.
La carta de vinos también es un homenaje a la tierra. Tienen botellas de todas las bodegas de la DO Alella y muchos ecológicos de todo el país. Una selección que respira territorio y confianza con las bodegas de casa y con los vinos de proximidad. “Cada vez hacemos más actividades con las bodegas. Catas combinadas con otras cosas como música o poemas… un placer que nos gusta compartir“, detalla contento Gonzalo.
Els Garrofers organiza muchas actividades diferentes. Consultad el Facebook y descubriréis un calendario repleto de actividades, tanto para adultos como para niños, siempre vinculadas a una apuesta gastronómica comprometida combinada con otras actividades. Cine al aire libre, conciertos y degustaciones, talleres de cocina, etc.
Els Garrofers
Paseo Antoni Borrell, 13, Alella
Teléfono: 93 540 17 94-699 36 13 78
elsgarrofersalella@gmail.com
