Cada día se habla más de los beneficios del vino. Beber una copa de vino es bueno para nuestra salud. Existen diferentes estudios que aseguran que el vino tiene efectos cardioprotectores y preventivos ante algunos tipos de cáncer y también para enfermedades como el Alzheimer. El motivo de ello son el resveratrol y la quercetina, dos de los polifenoles más saludables que contiene el vino.
Ahora bien, durante los últimos años, se ha demostrado que estos beneficios aumentan con el vino de la agricultura ecológica. En nuestro país, ha habido un incremento importante de productores que han apostado por este tipo de agricultura. Si en el año 2000 solo había 13 elaboradores, en 2011 la cifra era ya de 105, según asegura la Guía de vinos ecológicos y sostenibles de Cataluña, escrita por Pablo Chamorro, y la única en este sector.
Mireia Torres, directora general de Torres Priorat y Jean Leon, explica que la diferencia entre un vino ecológico y uno que no lo es se centra sobre todo en los sulfitos. “Un vino ecológico tiene muy pocos sulfitos, es decir, se añade poco ácido sulfuroso al proceso de vinificación”, afirma Mireia, que también es enóloga. Ella misma asegura que el uso de los sulfitos tiene relación con el proceso de antioxidación de un vino. “Se utilizan para que, durante el proceso de elaboración o durante el envejecimiento, el vino no se oxide, no se pique”.
Bebemos menos vino, pero más bueno
El consumo del vino en Cataluña ha disminuido. Mientras que hace más de una década se había situado en treinta litros por persona y año, actualmente es de un 15,5 %, según datos del Observatorio de la Viña, el Vino y el Cava. Mireia Torres, de Bodegas Torres, baraja algunas hipótesis para explicar las causas de este descenso. Una podría ser el hecho de que antes se bebían más “vinos de mesa”. También “por los hábitos de consumo del vino; antes se consumían en todas las comidas, ahora solo en ocasiones especiales”. Y una tercera hipótesis, pero no por ello la menos importante, podría ser el precio de los vinos en los restaurantes, que “es del doble o el triple del precio que tiene en una bodega”. A pesar de este último punto, Torres considera un acierto que cada vez más haya más restaurantes que opten por ofrecer copas de vino.
En los EE.UU. hay dos categorías de vinos ecológicos. Los llamados orgánicos son los que nunca llevan sulfitos. En Europa, los vinos ecológicos sí que llevan, pero en proporciones muy pequeñas. “Yo creo que un vino de calidad sí debe llevarlos; eso sí, en proporciones pequeñas”.
Los vinos ecológicos “son vinos sin residuos químicos, más saludables, más auténticos”, explica ahora Pablo Chamorro, autor de la Guía de vinos ecológicos y sostenibles de Cataluña. Se podría decir que “son unos vinos más de terruño, porque están poco corregidos con respecto a la uva que se ha cosechado en la viña”.
Finalmente, respecto a los precios, los vinos que tienen la certificación del Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE) se mueven en un abanico muy similar al de los que no lo son; por lo que el dinero no puede ser la excusa para no beberlos.