Albert Adrià, cocinero y padre de un niño de cuatro años, Alex, tiene claro lo que le preocupa de la alimentación de su hijo: “En su menú debe haber más porcentaje de pescado que de carne y debe comer verduras”. La sentencia, la matiza enseguida, porque me hace apuntar que las verduras hervidas nunca gustarán a los niños. “Cuando están muy hervidas, amargan, y a los pequeños no les gusta nada ese sabor”. La contrapropuesta es hacerlas en el wok: “Yo puedo asegurar que el brócoli y las espinacas pasados por wok son muy atractivos, y que mi hijo come”.
El cocinero del restaurante Tickets está muy concienciado sobre la alimentación infantil y todo lo que conlleva. “En casa comemos en la mesa, y los niños deben comer siempre que puedan en familia por todos los valores que se transmiten con ello”. Pero, claro, también puede haber excepciones. “Hay un día a la semana, sólo los sábados, que Alex dice que come en una mesa secreta, que es el sofá. A mí me dice que tiene una mesa secreta, y su madre y yo le decimos que sólo es una vez a la semana. También podemos hacer pequeñas concesiones”.
Receta con efecto energizante
Pastel de zanahoria
Fuente: ¡Revitalízate!, del Dr. Jorge Pérez-Calvo. Ed. Integral
Ingredientes para 3-4 personas:
1 l de zumo de manzana biológico
1 bol de polenta
¾ de bol de mijo
½ kg de zanahorias ralladas finamente
1 cucharada de jugo de jengibre fresco, rallado y escurrido
Un puñado de almendras troceadas
Un puñado de pasas biológicas
Aceite de sésamo de primera presión en frío
Preparación. Hervir primero el mijo con un poco de sal en la proporción siguiente. 1 medida de mijo por 3 medidas de agua, durante 15-20 minutos, tapado. Mezclar el mijo cocido con el resto de ingredientes y poner en un molde para horno untado con un poco de aceite de sésamo. Poner en el horno a 120 ºC durante una hora. Dejar enfriar el pastel antes de cortar.
Propiedades: Este postre es de los más tonificantes del recetario. Tonifica la digestión de forma suave, nutre los intestinos y aporta fluidos. Excelente para recuperar energía después del ejercicio. ¡Muy indicado para los niños!
Con la experiencia de Albert Adrià, me voy a la consulta del doctor Jorge Pérez-Calvo y empiezo a hacerle preguntas. Las respuestas son de cabecera.
T: ¿Que nos tiene que preocupar de la alimentación de nuestros hijos?
Dr.: Los azúcares; los edulcorantes deben ir fuera. Y también la fruta. En invierno tienen que comer la de temporada, que son la manzana y la pera. Y el resto, cocinada, en forma de compota, porque la fruta cruda dispersa, y no les dejará concentrarse. La fruta, en invierno, es un alimento complementario. No esencial.
T: Tenemos claro lo que no tienen que comer. ¿Qué les damos, pues?
Dr.: Te lo digo con proporciones, para que sea más gráfico. Diariamente, deben hacer un 50% de cereales integrales y legumbres, bien cocidos (arroz, quinoa, mijo…), un 30% de verduras cocinadas al vapor, preferiblemente, y frutos secos, 20% de proteínas (seitán, tofu, pescado blanco o pescado azul pequeño, escalopes, estofados de verduras). Las salchichas de tofu suelen gustar bastante.
T: ¿Y la pasta? La pasta que tanto les suele gustar…
Dr.: Para los domingos, por ejemplo, que sea para un día festivo. Este día se puede optar por un plato de espaguetis con tomate.
T: ¿Con tomate?
Dr.: Sí, pero tomate mezclado con zanahoria, todo hervido y pasado por el pasapurés. La zanahoria quita la acidez del tomate y la mezcla está muy buena.
T: ¿Y este plato sólo para los domingos?
Dr.: Bueno, y también para otro día de la semana, si es que hacen deporte.
T: Me intrigan los frutos secos. ¿Cómo los ofrecemos? ¿Solos?
Dr.: Solos o mezclados con el plato de cereales. En el plato de cereales también podemos poner kombu, que es un alga que va muy bien para el sistema nervioso.
En toda la lista enumerada por el doctor Jorge Pérez-Calvo no han aparecido ni las golosinas (claro), ni la bollería industrial (reclaro), ni tampoco los zumos de fruta o las leches (“si se les da, que sea de arroz o de avena, y hervidas durante una hora con una doble parte de agua”, dice), ni fritos, ni ensaladas (“son crudas, hay parásitos; para los adolescentes, sí, pero para un niño, no”).
Finalmente, concluye el médico, siguiendo esta dieta tendrá un alto rendimiento escolar, porque no estará disperso y “su cerebro tendrá fondo de armario”.