La epidemia del siglo XXI
El cirujano metabólico del Hospital Bellvitge de Barcelona Jordi Pujol opina que la obesidad infantil “es el primer escalón de la globesidad, es decir, de la epidemia del siglo XXI, causada por el cambio de hábitos y por la comida hipercalórica”. El cirujano trata con pacientes infantiles que han llegado a obesidad mórbida. “Para que los pueda operar deben tener el consentimiento familiar y también la autorización de la magistratura de Barcelona”. Todo ello, si tienen más de 16 años. “Si son más pequeños, también hay que hacer estudios radiológicos para observar si los huesos son lo suficientemente maduros para soportar una cirugía como la que practico, que suele ser restrictiva”.
Una vez practicada la cirugía, el estómago no les permite introducir más comida. De hecho, las unidades de cirugía de Sao Paolo (Brasil) han explicado que “nuestro aparato digestivo está adaptado aún a la época de escasez de comida. Por ello, absorbe todo lo que le ofrecemos ahora, porque todavía no ha hecho el cambio”. Sea como sea, el médico del Hospital Bellvitge de Barcelona es consciente de que no todos los casos de obesidad infantil y adolescente optan por la cirugía; “De hecho, están reteniendo a muchos adolescentes que esperan que llegue otra solución en vez de pasar por algo tan drástico como la cirugía”. Lo que ocurre, sin embargo, es que los adolescentes obesos “se acaban convirtiendo en adultos y me los acabo encontrando con veinte años, porque no han encontrado nada mejor”.
Lo primero que pregunta la endocrinóloga Marta Ramon cuando recibe en la consulta a una familia con un niño con sobrepeso u obeso es: “¿Cuál es la dinámica de la familia?“. Después hace más preguntas para saber quién cocina, con quién hace las comidas el pequeño de casa y, sobre todo, la cuestión clave: “¿Come con la abuela?“. La pregunta es importantísima para la especialista, porque “tengo comprobado que las abuelas creen que cuanto más gorda es la criatura, más sana está, y, por ello, las invito a venir a la consulta con el nieto o la nieta tan pronto como sea posible“. A partir de aquí, Marta Ramon intenta reeducar los hábitos de las comidas, pero es muy importante que toda la familia se lo crea, abuelas incluidas, porque la reeducación propuesta no es una dieta, sino un programa de comida sana y saludable que debe practicar toda la familia. “Las dietas no duran, en cambio la reeducación de la comida sí”.
Para la medicina occidental, un niño obeso es un enfermo; para la medicina china, no. Lo explica Yolanda Garcia, psicóloga y naturópata. “Discrepo de la medicina occidental en este sentido, porque tratan a las criaturas obesas como enfermos que tienen que ir constantemente al médico, que deben seguir dietas restrictivas, que tienen controles continuos en el ambulatorio. Y todo ello en edades malísimas para seguir restricciones, porque desde el punto de vista emocional no les conviene sentirse de esta manera”. La medicina china, pues, tiene muy en cuenta las emociones y, por tanto, una criatura gorda tiene un desequilibrio metabólico, que quiere decir que “tiene una mala capacidad digestiva, que hace unas heces diarreicas, entre otros factores”.
Según Garcia, si no se tiene en cuenta el metabolismo del niño, no se corregirá su obesidad. “Cuantas más lechugas coman, más engordarán, porque el problema no es una carencia alimentaria, sino la corrección del metabolismo”. Así pues, la medicina china considera que la obesidad es una acumulación de sustancias que no deberían haber quedado estancadas en el organismo. “Un síntoma de un desequilibrio”. Y si tienes un desequilibrio en el cuerpo, difícilmente serás feliz. Está claro que “la felicidad de las criaturas obesas depende de la forma en que lo vivan los padres; los hay que están muy obsesionados y que transmiten esa obsesión”.