GUÍA DEL VIDEO
01:58 – Por qué debemos revisar la infancia
04:50 – La importancia de los primeros siete años de vida
07:22 – Qué quiere decir mentalizarse
10:00 – El temperamento en la construcción del carácter
11:43 – La influencia del apego
La crianza respetuosa
Las familias que están criando actualmente tienen un grado de complejidad muy alto porque están revisando los patrones de su infancia al mismo tiempo que están aportando a las nuevas generaciones una mirada diferente.
Hay un factor que es clave en la salud y en la crianza, que es la coherencia. La coherencia es hacer lo que tú consideras correcto, aunque nadie te vea. Esto te hace mucho más completo en el momento de ponerte delante de los pequeños y lo que debemos buscar.
Parafraseando a Angela Davis; “la crianza respetuosa es la idea radical de que los niños son personas, y como personas tienen una dignidad de comportamiento, de salud… De existencia, en definitiva.”
Por qué debemos revisar nuestra infancia
La infancia en sus primeros siete años de vida es la base de nuestra futura personalidad, carácter e incluso de nuestra futura biología y bioquímica interna. Es una etapa de la vida en la que somos como un barro muy maleable y moldeable por nuestros padres o personas de referencia.
El trabajo de volver a la infancia nos ayuda a saber cómo está nuestra estructura de base, nuestros cimientos como personas. Esto es lo que nos da una experiencia para poder comprender cuál es el lugar en el que tenemos que volver a revisar si siempre reproducimos los mismos patrones. Porque si se repiten, se debe indagar por qué tú lees la vida de esta manera. Por ejemplo:
- “Siempre atraigo al mismo tipo de pareja y siempre me pasa lo mismo”.
- “Siempre consigo el mismo curro”.
- “Intento entrar en trabajos y nunca tengo éxito”.
- “Siempre estoy en números rojos”.
- “Cada vez que voy a ver a mi familia acabamos como el rosario de la aurora”.
- “Siempre me remueven demasiado ciertas conductas de mis hijos o de mis amigas”.
Cuando sientes que en tu vida hay algo así que se repite, esto habla más de ti que del mundo.
La importancia de los primeros siete años de vida
Somos el mamífero que nace con el sistema nervioso más inmaduro de todos y necesitamos mucho tiempo para conseguir que madure y se regule. Para este proceso de maduración necesitamos vernos reflejados a partir de las neuronas espejo de un ser humano completo, nuestros referentes, padre, madre o las personas que nos crían.
En psicología evolutiva sabemos que toda la información que captamos antes de los siete años marca nuestro futuro.
Por ejemplo, un bebé a los diez meses sabe perfectamente si el mundo al que ha llegado es un mundo bueno o es un mundo hostil. Si el mundo al que ha llegado es un mundo bueno, se va a abrir, explorar, experimentar y confiar. Pero si el mundo al que ha llegado es un mundo hostil, esto lo desconecta de la vida y lo conecta con la supervivencia.
Estas experiencias son el punto desde el que funcionará y construirá. Por eso es importante, desde el presente, volver a la infancia, mirar lo que ha pasado en nuestra historia y desde aquí, poner conciencia y mentalizarnos
Mentalizarnos significa explicarle a esa niña que fuimos otra versión de los hechos que nos marcaron, porque lo que nos traumatiza, lo que nos hiere a veces, no es lo que nos sucede, sino cómo nos lo explicamos.
En los primeros siete años de vida, donde se estructura una parte del pensamiento más concreto y empieza el pensamiento simbólico y más abstracto, es cuando tomamos conciencia del mundo al que hemos llegado. En esta edad tenemos claro si mamá está disponible, si papá está presente, si cuando lo pedimos nos cuidan, si cuando pedimos algo nos ignoran, y ahí empezamos a conformar nuestra estrategia para salir al mundo y sobrevivir.
El temperamento en la construcción del carácter
El temperamento es la energía de vida con la que nacemos, que viene determinado tanto de la genética como de la epigenética, el entorno en el que nos estamos criando y la forma propia de percibir el mundo.
Lo que nos marca en la infancia no solo depende de lo que nos pasó, sino de cómo lo leímos nosotros.
La influencia del apego
El sistema de apego se genera en la infancia y depende de cómo percibimos nuestra realidad: ¿puedo vivir o tengo que sobrevivir?, ¿tengo un apego seguro del entorno?, ¿mamá y papá o el sistema que me cuide, lo hace bien?, ¿me dan lo que necesito?, ¿lo tengo que pedir constantemente?
El tipo de apego lo podemos transformar con la edad, puesto que algo que nos hirió sobremanera en un momento concreto de niños, ahora de adulto lo podemos resolver mejor si conseguimos más herramientas para confrontar y reaccionar a la vida. Cuando recuperamos una historia del pasado que nos marcó y “se la explicamos diferente a ese niño o niña que fuimos”, podemos percibirlo de forma distinta y ayudarnos a tomar decisiones distintas, puesto que ahora tenemos más herramientas.
El amor es un producto de la seguridad emocional. La seguridad emocional que yo he vivido en la infancia, esas figuras de apego que me han transmitido que el mundo es seguro, es lo que a mí me permite conectar con el amor; el amor hacia fuera y el amor hacia dentro. Si no nos hemos sentido amados y cuidados, es muy difícil que nos lo podamos dar a nosotros mismos y representará un camino muy difícil de reconexión, puesto que la gran mayoría de nosotros no hemos tenido sistemas seguros de apego.