Los apuntes de Lucía Gómez

Soy de las que piensa que en esta vida no hemos venido a sufrir –y menos con la comida–, sino a disfrutar y a cuidarnos. Normalmente, comer sano conlleva prescindir de muchos alimentos por los que tenemos predilección, ya sea por dependencia, costumbre, recuerdos o, simplemente, porque nos encantan. Renunciar a ellos nos causa estrés, frustración y, muchas veces, nos hace abandonar los buenos hábitos. Sabéis perfectamente de qué hablo, ¿verdad? Bueno, pues yo pienso que todo puede convertirse en saludable; solo necesitamos un poco de imaginación.

Un ejemplo de ello son estas albóndigas que he preparado. La base, en vez de ser de carne, es de trigo sarraceno. Este es un cereal que a mí, solo cocinado, no me termina de gustar mucho, pero que, en cambio, para masas es el mejor; se trabaja de maravilla. Por lo tanto, es la mejor opción para hacer las albóndigas. Y lo mejor es que, para que se forme la albóndiga, no hace falta ni harina ni huevo… ¡se hace sola!

En cuanto a la salsa, de almendras, es muy sencilla y me encanta. Sin embargo, se pueden acompañar con cualquier otra salsa, como la de tomate. Incluso, también podría quedar bien un poco de vino blanco; eso sí, si no lleva sulfitos mucho mejor. Yo, el alcohol, no lo toco ni para cocinar.