El tema de los antibióticos sigue siendo motivo de análisis. Según los datos sobre el consumo de antibióticos publicados en 2016 por el Ministerio de Sanidad, España ocupa uno de los primeros lugares del mundo en consumo de estos medicamentos.

En ningún caso, pues, quiero hacer apología de los antibióticos ni generar malentendidos. Tampoco soy médico, que es el profesional que debe aportar más información y darnos la recomendación individualizada. Por lo tanto, la información que he querido recoger en este artículo no es más que eso: información recogida por experiencia personal y profesional como dietista.

¿Es el antibiótico la única solución para el sobrecrecimiento bacteriano?

El tratamiento más eficaz cuando hay sobrecrecimiento bacteriano (SIBO), y que tiene más apoyo científico y médico, es el antibiótico rifaximina (Spirax). Tiene pocos efectos secundarios, es fácil de absorber y se potencia con la bilis; y actúa de forma localizada en el intestino delgado.

Debido a síntomas recurrentes, algunos pacientes necesitarán repetir el tratamiento antibiótico; en este caso, se sugiere rotar los antibióticos para evitar que se desarrolle resistencia. En todo caso, siempre debe ser un médico quien los prescriba de forma individualizada y considerando los riesgos de un tratamiento prolongado, como son diarrea por irritación, infección por Clostridium difficile o cándida, resistencia bacteriana…

Si se detecta metano en el test de aliento de lactulosa (ver el primer artículo sobre SIBO), se propone combinar rifaximina con neomicina.

También debemos tener en cuenta, sin embargo, el aumento de casos de resistencia a los antibióticos. El estudio “Review on Antimicrobial Resistance” encargado por el Gobierno británico, advertía que diez millones de personas podrían morir antes de 2050 por el aumento de la resistencia a los antibióticos. Dos vehículos importantes de transmisión de la resistencia a este antibiótico son la carne de ave de corral y la del cerdo, sin olvidarnos del agua que bebemos (en contacto con la orina de estos animales), aunque seamos vegetarianos.

¿Para tratar el SIBO, hay antibióticos y ya está?

De todos modos, los antibióticos no van a la raíz del problema, a la causa; por tanto, es imprescindible acompañarlos de una dieta y de otras recomendaciones:

La primera opción de dieta es la dieta de carbohidratos específicos (SCD), que elimina todos los carbohidratos complejos: cereales, legumbres, azúcares, y patatas y boniatos. Es como una especie de dieta paleo, ya que podemos comer carnes, pescados, huevos, vegetales y frutas con poco azúcar.

La segunda opción de dieta recomendada es la Gut and Psychology Syndrome (GAPS), que elimina cereales, legumbres, lactosa y edulcorantes, menos la miel. Además, consta de tres partes: dieta, desintoxicación y suplementación con probióticos, ácidos grasos esenciales, vitamina A y enzimas digestivas.

Una tercera opción es seguir la dieta FODMAP (oligosacáridos fermentables, disacáridos, monosacáridos y polioles). Hace unos años hablaba de ella en un reportaje que preparamos conjuntamente con el psiconeuroinmunólogo Xevi Verdaguer, pero en los últimos años se han hecho muchos más descubrimientos relacionados con ella.

La idea es hacer primero una fase de eliminación, y reintroducir gradualmente algunos alimentos en una fase posterior de mejora.

Mi propuesta es hacer una dieta preliminar baja en FODMAP, sin azúcar, miel, melazas, jarabes, lactosa, edulcorantes estilo sorbitol o xilitol, ni tampoco legumbres, frutos secos, ajo, cebolla, pimiento, alcachofas, coles, espárragos ni champiñones, y en general reduciendo todos los cereales (sobre todo trigo) y lácteos. Tomando esto como base, se revisan todos los otros alimentos para ver cuáles pueden ir bien y cuáles no en cada caso, y se elabora conjuntamente un menú personalizado in situ con propuesta de platos y combinaciones y adaptado a las necesidades y estilo de vida personales.

Trabajar el estrés y las emociones es imprescindible para el tratamiento y casi más importante que la dieta

 

 

 

Meditación

Trabajar el estrés y las emociones es imprescindible para el tratamiento y casi más importante que la dieta. El estrés reduce la producción de ácido clorhídrico, la motilidad intestinal, y aumenta la inflamación y permeabilidad intestinal. Si la inflamación no disminuye y el nervio vago está activo todo el tiempo, las bacterias del colon subirán constantemente hacia el intestino delgado (ver el primer artículo sobre SIBO).

Relacionado con el estrés, es muy importante dormir bien. Los desajustes en los ritmos circadianos se asocian con tasas más altas de trastornos intestinales como síndrome del intestino irritable y disbiosis (desequilibrio de la microbiota). A las personas con problemas digestivos, no les van bien los turnos nocturnos. Además de cuidar los hábitos de sueño y de cenar poco y temprano, puede ayudar tomar un suplemento de melatonina (3mg/noche) y tomar un poco el sol a lo largo del día.

Así pues, también es clave ayudar a la motilidad natural de los intestinos, y aquí el ejercicio físico tiene un papel importante. Con el tiempo, el sedentarismo (si en 168 horas solo nos podemos mover tres, por ejemplo) frena este movimiento peristáltico y favorece la colonización bacteriana. Si el médico sospecha que hay problemas de este tipo, puede recomendar procinéticos para mejorar la motilidad.
Hay procinéticos naturales con efectos secundarios mínimos, como Iberogast o Mix Gases de Phytobiopole.

¿Y si no podemos tomar antibióticos?

Pensad en las personas que tienen candidiasis vaginal o genital recurrente y que recaen al tomar antibióticos, o en las personas alérgicas o que tienen diarrea o muchos problemas digestivos cuando toman, o en las personas con resistencia a los antibióticos. ¿Hay otras opciones?

En estos casos o cuando los síntomas son muy claros (ver el primer artículo sobre SIBO), pero el paciente no tiene acceso a la prueba diagnóstica, los comprimidos de aceite esencial de orégano como antibacteriano natural son una buena ayuda extra, pero solo temporalmente.

Otros antibacterianos naturales aparte del orégano son los siguientes:

  • Artemisa o hierba de San Juan
  • Boswellia serrata
  • Berberina
  • Extracto de hoja de olivo
  • Lapacho

Siempre deben tomarse siguiendo las recomendaciones específicas de un profesional de la salud experto en la materia.

En muchos casos se recomienda acompañar los antibióticos alopáticos de antibióticos naturales para asegurar que hacemos una limpieza correcta de SIBO.

Por otra parte, es importante acompañar el tratamiento de antibióticos y dieta baja en fermentación de un protocolo antiinflamatorio natural para mejorar la mucosa, el terreno donde viven las bacterias, y ayudar a que la puerta del intestino delgado al colon cierre correctamente. Por ello se recomienda también reducir lácteos (por la caseína), cereales, azúcar y soja, así como añadir algún suplemento para regenerar la mucosa si hay síntomas de hiperpermeabilidad o irritación o tenemos pruebas de ello. Un suplemento muy beneficioso en estos casos es la L-glutamina. Se recomienda comenzar con dosis pequeñas (1-2 gramos/día de glutamina en polvo separado de la comida), y elevar la dosis hasta 10-15 gramos si el hígado la tolera bien (por ejemplo, con tres tomas diarias de 3 gramos).

SIBO y vegetarianos

Si tenéis SIBO o lo sospecháis y sois vegetarianos o veganos, y acabáis de leer las recomendaciones de dieta, seguramente ahora lo veréis todo muy negro.

De hecho, son los casos más difíciles para los dietistas, porque todo lo que come el paciente es susceptible de ser fermentado por una bacteria, lo que representa un bufet libre para el SIBO. Hay pacientes que quieren incorporar algunos alimentos de fuente animal para poder disminuir legumbres y cereales de manera temporal y hay otros que recurren a los antibióticos.

Es el caso de la conocida Rawvana, que no obtuvo resultados del tratamiento hasta cuatro meses después y que lo consiguió dejando de ser crudivegana temporalmente. Muchos seguidores se le echaron encima. En la literatura científica médica sobre SIBO no hay ninguna conexión directa entre la enfermedad y la falta de alimentos de origen animal en la dieta. Por tanto, no es que incorporar estos alimentos mejore la condición, sino que ayuda a quitar otros que sí perjudican sin que haya déficits nutricionales o una pérdida de peso importante.

¿Se pueden tomar probióticos y comer fermentados cuando hay SIBO?

Parece lógico que, si tenemos un sobrecrecimiento bacteriano, no debe ser beneficioso añadir más bacterias como tratamiento.
El consumo crónico de suplementos probióticos puede producir una colonización ectópica de bacterias en el intestino delgado que desencadene SIBO si no se tiene en cuenta el resto de causas (ver el primer artículo sobre SIBO).

Sin embargo, una vez se ha hecho el tratamiento con antibiótico, es bueno analizar la microbiota del colon (con una prueba de heces que cuantifique y califique las bacterias) para ver si es lo suficientemente buena y ayudarla con probióticos específicos para evitar problemas posteriores, sobre todo por bacterias más problemáticas.

Los probióticos o fermentados con bacterias como Lactobacillus tienen un efecto protector como fuerza propulsiva que limita la capacidad de las bacterias para colonizar el intestino delgado.

Queremos agradecer a Grupo Cinusa por las espléndidas investigaciones y formaciones que hacen cada año en materia de problemas digestivos.

Neus Elcacho

Dietista integrativa y coach nutricional

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