Este artículo recoge los aspectos más destacables del debate, así como las reflexiones al respecto del equipo de Soycomocomo:
1. ¿Qué es la microbiota y la microbioma?
2. ¿Para qué puede ayudar tomar prebióticos y probióticos?
3. ¿Cómo afecta la composición de la microbiota intestinal a la salud de los lactantes?
4. ¿Existe relación entre microbiota intestinal y autismo?
5. ¿Qué relación existe entre la microbiota intestinal y determinados tipos de cáncer?
1. ¿Qué es la microbiota y la microbioma?
“Nos hemos pasado cien años intentando eliminar las bacterias, hasta que, entendimos que la microbiota intestinal podía tener un papel fundamental en el equilibrio salud-enfermedad.” Jesús Sanchi Chordà
Según Jesús Sanchis, investigador del CSIC: “Cuando hablamos de microbiota hacemos referencia a las bacterias que pueblan el cuerpo. Cuando dirigimos nuestra atención a las que habitan en los intestinos, entonces hablamos de la microbiota intestinal. Somos diez veces más bacterias que células humanas. Cuando hacemos referencia al microbioma, nos referimos a la expresión génica de la microbiota: el código genético de estas bacterias que nos ayudan a mantenernos sanos, pero también nos pueden hacer enfermar. Genes que, según los últimos estudios, superan en 150 veces el código genético humano. Así pues, ¿quién es el huésped?”
Y añade: “Nos hemos pasado cien años intentando eliminar las bacterias del entorno, incluso del organismo, hasta que, gracias a estudios que mostraban que las personas con patologías como obesidad y diabetes tienen una microbiota intestinal diferente a las personas sanas, entendimos que la microbiota intestinal podía tener un papel fundamental en el equilibrio salud-enfermedad.”
2. ¿Para qué puede ayudar tomar prebióticos y probióticos?
La microbiota intestinal juega un papel muy importante en la digestión, el metabolismo y la salud intestinal. De hecho se le atribuyen más de 20.000 funciones relacionadas con la digestión. Las bacterias intestinales nos ayudan a digerir alimentos que de otra manera no podríamos descomponer (como algunos tipos de hidratos de carbono) y producen, entre otros elementos, vitaminas y minerales.
La microbiota actúa sobre lo que comemos, de ello se nutre, al mismo tiempo que lo que comemos afecta a la composición de ésta.
La interacción entre tipo de alimentación y tipo de microbiota intestinal es recíproca. La microbiota actúa sobre lo que comemos, de ello se nutre, al mismo tiempo que lo que comemos afecta a la composición de ésta. Así, cambios en la dieta provocan cambios en el tipo y abundancia de microorganismos presentes en nuestro intestino. La composición de la microbiota de tribus cazadoras-recolectoras no occidentalizadas es diametralmente diferente a la de poblaciones occidentalizadas con una dieta típicamente occidental, es decir, rica en alimentos procesados y refinados, y pobre en fibra soluble (verdura, fruta, tubérculos…).
Teniendo en cuenta que la microbiota intestinal afecta no solo a la digestión sino también a la salud en general, al sistema inmunitario e incluso a la función cerebral, la alimentación es una cuestión primordial para conservar la salud intestinal y, por ende, la salud integral. Si el equilibrio se altera puede dar lugar a enfermedades metabólicas como resistencia a la insulina, diabetes y obesidad; a trastornos intestinales como diarrea, estreñimiento y síndrome del intestino irritable; a enfermedades autoinmunes como enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa; e incluso múltiples estudios ponen de manifiesto la estrecha relación entre la microbiota intestinal y trastornos mentales, a través de lo que se conoce como el eje intestino-cerebro.
El delicado equilibrio microbiano puede verse alterado por muchos factores: patógenos infecciosos, uso de antibióticos, ingestión de alimentos procesados, estrés, polución. Pero si nos tuviéramos que quedar con uno de estos factores, la alimentación sería la elección. Así pues, una alimentación libre de procesados y basada en un consumo elevado de verdura fresca, fruta y tubérculos, a poder ser de temporada, de cultivo próximo y ecológicos. Una vez el pilar de la salud intestinal, la alimentación, esté bajo nuestro control y no bajo el control de la industria alimentaria y sus campañas publicitarias, es cuando, bajo la supervisión de un profesional de la salud correctamente formado, se deberá estudiar la idoneidad, o no, de suplementar la dieta con prebióticos y probióticos comerciales.
Los prebióticos son sustancias no digeribles de la dieta (fibra) que sirven como alimento para algunas bacterias beneficiosas, por lo que pueden fomentar su proliferación. Un ejemplo es la inulina, que se encuentra en la endibia y en las alcachofas.
La definición de probiótico es más compleja, y ha sido objeto de debate de los expertos, hasta llegar a la conclusión que el uso adecuado del término se limita a los productos que aporten microorganismos que puedan llegar vivos al intestino en cantidades suficientes y sobre los que existe evidencia de que favorecen el bienestar de la persona que los toma. Coloquialmente podríamos decir que el probiótico aporta vida (bacterias viables) y el prebiótico asegura la viabilidad (alimenta las bacterias asegurando su supervivencia).
Existe también una guía de referencia con un listado de los 32 probióticos específicos disponibles, junto con sus fórmulas y dosis según las enfermedades a las que se han aplicado y los resultados de los tratamientos. Parecen especialmente indicados en el caso de diarrea asociada a los antibióticos, y cuando existen síntomas de dolor e hinchazón en pacientes con síndrome del intestino irritable.
Los estudios en los que se basa esta guía dejan claro que determinados probióticos pueden mejorar una gran cantidad de síntomas gastrointestinales, pero para ello es necesario elegir cuidadosamente el probiótico, tomarlo en dosis adecuadas y de forma regular durante, al menos, un mes.
3. ¿Cómo afecta la composición de la microbiota intestinal a la salud de los lactantes?
Durante un tiempo se pensó que la leche materna era estéril (libre de microorganismos). Pero estudios posteriores han demostrado que contiene una gran cantidad de bacterias. Un bebé que tome unos 800 mililitros de leche al día ingiere entre cien mil y diez millones de bacterias. Éstas ayudan a proteger al bebé de infecciones y favorecen el desarrollo de su sistema inmunitario. La exposición de los lactantes a estos microorganismos disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades como diarrea, enfermedades respiratorias y metabólicas (diabetes, obesidad…).
Los descubrimientos más recientes apuntan a que el intestino materno es la fuente de algunas de estas bacterias que contiene la leche. Así, determinadas células del sistema de defensas de la madre (células dendríticas) recogen microorganismos presentes en el intestino de ésta y las trasladan a las glándulas mamarias para añadirlas a la leche.
La leche materna contiene diversos tipos de bacterias que actúan como probióticos y ejercen un efecto antiinfeccioso, antiinflamatorio, inmunomodulador y metabólico sobre el bebé. Los estudios se han centrado especialmente en el asma y en la dermatitis atópica; las bacterias de la leche materna mejoran, e incluso previenen, estas enfermedades.
Determinadas cepas bacterianas han demostrado tener la capacidad de mejorar la sintomatología provocada por la mastitis (una inflamación de las mamas que sufren un tercio de las madres lactantes) y que, con frecuencia, es resistente al tratamiento con antibióticos. La mastitis es una de las principales razones por las que las madres interrumpen la lactancia y, después de lo expuesto anteriormente, esto es algo que pueda repercutir negativamente en la salud presente y futura del lactante.
Investigaciones llevadas a cabo en el laboratorio muestran como determinadas cepas bacterianas que alberga la leche materna pueden inhibir la infección por el virus más común del sida (VIH-1). La permeabilidad intestinal de los bebés que se alimentan del pecho disminuye más rápidamente que los que toman preparados para biberón. Lo que sugiere que algunos componentes de la leche materna aceleran la maduración de la barrera intestinal. Por el contrario, la introducción de alimentos con proteínas potencialmente dañinas o de patógenos mientras se toma biberón puede provocar el efecto contrario, lo que hace que al virus le resulte más fácil atravesar la barrera intestinal.
Así pues, se cree que la microbiota intestinal de la madre podría ajustarse mediante probióticos y lograr mejorar la microbiota de las glándulas mamarias; con ello aumentarían los beneficios que ofrece la lactancia materna.
4. ¿Existe relación entre microbiota intestinal y autismo?
Según la Organización Mundial de la Salud, al menos uno de cada 160 niños padece un trastorno del espectro autista (TEA). Estas alteraciones del desarrollo cerebral se caracterizan por déficits en la interacción social, dificultades en la comunicación, pautas de comportamiento limitadas y repetitivas y, en ocasiones, alteraciones del lenguaje y un retraso del proceso cognitivo.
Hasta ahora los avances en su tratamiento han sido limitados. Descubrimientos recientes abren una nueva e importante vía, pues indican que la microbiota intestinal desempeña un papel fundamental en el desarrollo de esta patología. En la cumbre se presentó un estudio basado en ensayos con animales, ratones concretamente, que señala la estrecha relación existente entre la composición microbiana, el estado del intestino y los TEA, así como el potencial terapéutico que de esta estrecha relación se desprende.
El estudio refleja cómo alterar el sistema inmunitario de ratones hembra embarazadas inoculándoles un virus desemboca en el desarrollo de TEA en su descendencia. Se detectó también que los ratones afectados de TEA tienen la composición de la microbiota intestinal alterada y la permeabilidad intestinal aumentada. Estos intestinos agujereados permiten el paso de sustancias potencialmente peligrosas desde el interior del intestino a la sangre.
La administración de probióticos, concretamente la bifidobacteria B. Fragilis, a los animales parece ser efectiva para enfermedades intestinales, esclerosis múltiple y los TEA. Los autores del estudio alertan que sus descubrimientos se limitan a ratones y que todavía queda mucho por investigar para determinar si los tratamientos a través de la microbiota intestinal pueden constituir un tratamiento seguro y efectivo de las enfermedades del desarrollo neurológico. No obstante, confían en que este enfoque también sea de utilidad para desarrollar nuevos avances en el tratamiento de seres humanos.
5. ¿Qué relación existe entre la microbiota intestinal y determinados tipos de cáncer?
Cada año 700.000 pacientes mueren de cáncer de hígado (el segundo tipo de cáncer más mortífero), y 600.000 lo hacen de cáncer de colon o recto.
En el caso del hígado, en un 80% el cáncer aparece tras décadas de cirrosis hepática (lesiones crónicas e inflamación) y solo un pequeño porcentaje de los pacientes son adecuados para someterse a trasplante. Con una supervivencia media inferior a un año, el desarrollo de nuevos medicamentos sigue siendo un objetivo prioritario. Según un estudio reciente, la interacción entre las bacterias intestinales y los receptores de las células hepáticas es uno de los principales factores que favorecen el desarrollo de la enfermedad. Al contrario que el intestino, el hígado no dispone de su propia microbiota. En vez de ello, las bacterias y sus productos (metabolitos) llegan él a través de la sangre (vena porta).
La sangre de los pacientes con enfermedades crónicas de hígado tiene una mayor cantidad de algunos productos de bacterias intestinales como el lipopolicárido bacteriano (LPS). Es un elemento estructural de la pared de algunas bacterias que, cuando la permeabilidad intestinal está incrementada, desencadena inflamación crónica de bajo grado. Se trata de una situación idéntica a la observada en pacientes con trastornos metabólicos. Así, la administración de antibióticos no absorbibles por el intestino, y que, por lo tanto, sirven para eliminar parte del exceso de microbiota intestinal generadora de LPS, parecen ser adecuados para prevenir el cáncer de hígado en pacientes con enfermedades hepáticas avanzadas. Aun así, los investigadores alertan que se necesitan más estudios para poder trasladar los descubrimientos logrados con modelos animales hasta el ser humano.
“Las heces de pacientes con cáncer de colon y se observó que todos ellos presentaban cambios significativos en la composición de su microbiota intestinal, tanto en los casos de metástasis como en los estadios iniciales”
En el caso de los cánceres de colon y recto, uno de los procedimientos de detección más ampliamente extendido es la prueba de sangre oculta en heces, aunque no es suficientemente sensible ni específica y normalmente hay que hacer una colonoscopia para confirmarlo. En el estudio presentado durante la cumbre, se analizaron las heces de pacientes con cáncer de colon y se observó que todos ellos presentaban cambios significativos en la composición de su microbiota intestinal, tanto en los casos de metástasis como en los estadios iniciales, lo que convierte este método en una herramienta de detección precoz. Varias de las especies de bacterias que destacaban en las muestras fecales de los pacientes con cáncer de colon también se encontraban en la composición microbiana encontrada alrededor del tumor. Se está empezando a investigar si éstas fomentan el desarrollo de la enfermedad o podrían ser la causa del cáncer.
6. ¿Existe relación entre el desequilibrio de la microbiota intestinal y las enfermedades inflamatorias de intestino (Crohn, colitis ulcerosa)?
Lo cierto es que, hasta la fecha, sólo se conoce una pequeña parte de las causas de la enfermedad de Crohn y de la colitis ulcerosa, lo que supone un gran obstáculo para realizar avances importantes en su diagnóstico y tratamiento. Descubrimientos recientes presentados en la Cumbre Mundial de Microbiota dan esperanza al tema. Una vez más, los que conviven con nosotros y se alojan en nuestros intestinos parecen ser una pieza clave para la solución de estas enfermedades.
En Europa, 500 de cada 100.000 personas sufren colitis ulcerosa, y 320, enfermedad de Crohn. La enfermedad es provocada por una compleja interrelación entre factores genéticos, ambientales y microorganismos intestinales. Los pacientes con colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn se caracterizan por presentar cambios en la composición de su microbiota intestinal, si bien no está claro si esto es causa o consecuencia de la enfermedad. Al parecer, la alteración de la composición de la microbiota intestinal (disbiosis) puede provocar la enfermedad de Crohn en ratones, mientras que dicha alteración no tenía tanto efecto en caso de la colitis ulcerosa.
El reto que se abre ante los investigadores es elucidar cómo y por qué se produce el desequilibrio microbiano intestinal, puesto que es determinante para establecer el riesgo de recaída en los pacientes con enfermedades inflamatorias del intestino tras el tratamiento.
El trasplante de microbiota fecal parece ser útil en los casos de la diarrea asociada a los antibióticos, pero no tanto en las enfermedades inflamatorias del intestino. En los pacientes con diarrea asociada a los antibióticos, la diversidad de la microbiota sufre una reducción tan alarmante que es probable que la transferencia de casi cualquier muestra de microbiota intestinal de personas con una diversidad normal mejore su salud intestinal. Sin embargo, no debemos caer en reduccionismos ni sensacionalismos: todas las cuestiones relacionadas con Crohn y colitis ulcerosa son más complejas. Para poder aplicar este trasplante es fundamental encontrar donantes apropiados cuya ecología microbiana tenga la composición idónea.
7. Conclusiones
Es evidente que “no somos solo células”. Estamos acompañados de miles de millones de organismos diminutos imperceptibles al ojo humano, o visto de otro modo, nosotros somos los que les acompañamos a ellos; no olvidemos que ellos llegaron primero. Entre ambos se establece una estrecha, persistente y necesaria relación en la que todos salimos beneficiados. Este conjunto de microorganismos (la microbiota) juega un papel determinante sobre la salud, ya que modula funciones de vital importancia en el organismo.
La occidentalización nos aportó cosas buenas, pero también una cantidad de inconvenientes reseñables: el exceso de higiene, el abuso y mal uso de antibióticos, el estrés, la polución, el sedentarismo, la mala alimentación, los partos por cesárea, la lactancia artificial y la falta de contacto con la naturaleza, entre otros, son algunos de los factores que mayor impacto tienen sobre la composición de la microbiota y, con ello, la salud.
El uso de probióticos como herramienta terapéutica debería de hacerse con cautela y siempre bajo supervisión de un terapeuta cualificado. No podemos pretender solucionar los problemas aportando un simple probiótico; el tratamiento del intestino debe ser mucho más amplio e individualizado. El punto de partida y el eje central del tratamiento debe ser la modificación del medio en el que residen esos microorganismos: mantener un intestino con un buen tránsito, sin tóxicos, relajado y bien alimentado. En el caso de que se tomen probióticos, deben ser de buena calidad, con cepas que aseguren su viabilidad e incorporación a la mucosa y en una concentración segura y eficaz.
8. Referencias
Apartado 1: Entrevista de Soycomocomo a Jesús Sanchis y Xavi Cañellas https://soycomocomo.es/invitado/jesus-sanchis-y-xavi-canellas-investigadores-de-la-microbiota-intestinal-y-patologias-asociadas/
Apartado 2: 1. Hill, C. et al. Nat. Rev. Gastroenterol. Hepatol. Advance online publication 10 June 2014; doi:10.1038/nrgastro.2014.66 http://www.nature.com/nrgastro/journal/v11/n8/abs/nrgastro.2014.66.html
Apartado 3: Fernández, Leónides et al. (2013): The human milk microbiota: Origin and potential roles in health and disease. Pharmacological Research 69 (2013) 1– 10 http://dx.doi.org/10.1016/j.phrs.2012.09.001
Apartado 4: Hsiao, Elaine Y. et al. (2013): Microbiota Modulate Behavioral and Physiological Abnormalities Associated with Neurodevelopmental Disorders, Cell (2013), http://dx.doi.org/10.1016/j.cell.2013.11.024
Apartado 5: Dapito, Dianne H. et al. (2012) Promotion of Hepatocellular Carcinoma by the Intestinal Microbiota and TLR4. Cancer Cell. 2012 April 17; 21(4): 504–516. doi:10.1016/j.ccr.2012.02.007 http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3332000/
Schwabe, Robert F. / Jobin, Christian (2013): The microbiome and cancer. Nat Rev Cancer. 2013 November ; 13(11): 800–812; doi:10.1038/nrc3610 http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3986062/
Yoshimoto, S. et al (2013). Obesity-induced gut microbial metabolite promotes liver cancer through senescence secretome. Nature 499, 97–101. doi:10.1038/nature12347 http://www.nature.com/nature/journal/v499/n7456/full/nature12347.html?WT.ec_id=NATURE-20130704
Zeller, Georg et al (2014).: Potential of fecal microbiota for early-stage detection of colorectal cancer. Molecular Systems Biology 10: 1-19. doi: 10.15252/msb.20145645 http://msb.embopress.org/content/10/11/766
Autores
Jesus Sanchis Chordà, investigador del CSIC y dietista-nutricionista
Lucía Redondo, dietista-nutricionista
Marc Vergés, dietista-nutricionista
Sergi Espier, dietista
Montse Reus, dietista y ambientóloga