La industria láctea se reinventa constantemente para adaptarse al mercado y no perder su parcela. Primero quitaron la grasa para hacer leche semidesnatada o desnatada; después la enriquecieron con calcio u omega-3 (leche funcional); apostaron por la leche sin lactosa para hacerla más “digestiva” y ahora ya se suman a la revolución de las bebidas vegetales.

Kéfir yogur

Kéfir

Como mucha gente dejaba de consumir leche porque tenía que correr al baño o se le hinchaba la barriga, no fue mala idea crear una leche sin lactosa para este nicho. Publicitariamente lo hacen tan bien que se ha creado una imagen falsa que la leche sin lactosa es más saludable y muchas personas han hecho el cambio sin saber muy bien el porqué.

¿Qué es la lactosa?

La lactosa es la parte de hidrato de carbono de los lácteos. Mientras somos lactantes, el cuerpo fabrica una enzima llamada lactasa que hace de tijera y divide la lactosa en dos moléculas (glucosa y galactosa). A medida que nos hacemos mayores, fabricamos menos lactasa porque evolutivamente se supone que ya no consumiremos más lácteos, y esto genera una sintomatología digestiva desagradable que va desde la distensión abdominal hasta los gases, heces pastosas o diarrea.

Hay personas que no se han visto afectadas por esta reducción genética programada y que, como continúan fabricando lactasa, pueden digerir perfectamente los lácteos. En todo el mundo, solo un 30% ha hecho esta mutación evolutiva y en España el dato es muy superior, ya que llega a un 70%.

A pesar de ello, el consumo de leche sin lactosa no para de crecer. Mucha gente que no tiene intolerancia se apunta a la moda de la leche sin lactosa porque se piensa que es más ligera, digestiva o saludable.

¿Leche sin lactosa o leche con lactasa?

El mayor inconveniente de los lácteos no es la lactosa ni la grasa, es la proteína de la leche. De hecho, aunque los anuncios digan que la leche es sin lactosa o baja en lactosa, en realidad lo que pasa es que la industria láctea añade la tijera (lactasa) que ayuda a digerir la leche. Eliminar la lactosa sería un proceso muy costoso. Es mucho más económico imitar a la naturaleza y añadir la enzima que ayuda a digerir este hidrato.

Lo que mucha gente no sabe o no se ha planteado es que si realmente no tiene ninguna intolerancia y fabrica de forma natural lactasa puede ser contraproducente. Si el cuerpo recibe la enzima de manera exógena fabricará menos lactasa endógena.

De hecho, según Xevi Verdaguer, nos interesa tener suficientes bacterias sanas que fabriquen lactasa para poder digerir la lactosa, ya que es un buen prebiótico que ayuda a mejorar los bífidos y los lactobacilos. Por lo tanto, la solución no es evitar la lactosa, tal y como explica la charla Las “dietas sin” no sirven apra siempre. Lo que recomienda el psiconeuroinmunólogo es restablecer la microbiota en caso de intolerancia con tal de tener bacterias que fabriquen lactasa y poder digerir la lactosa en el intestino delgado, ya que así, como no fermentará, no generará ningún síntoma una vez llegue al colon.

Los 4 criterios para elegir los mejores lácteos

Una buena forma de poder introducir pequeñas cantidades de lácteos en la dieta es seguir estas cuatro recomendaciones.

  • Fermentados: el queso semicurado, el kéfir o el yogur no suelen causar tantos problemas ya que, en el proceso de fermentación, una parte de la lactosa se transforma en ácido láctico. Además, en este proceso se forma lactasa y, por ello, los fermentados se digieren mejor que la leche.
  • De cabra u oveja: tienen un tipo de proteína (B-caseína-A2) más parecida a la leche materna, que la hace más digestiva.
  • Enteros: descartad los lácteos desnatados o semidesnatados y elegidlos siempre enteros, con toda la grasa. Otro de los tópicos que tenemos que desmontar es pensar que la grasa de los lácteos es perjudicial. La cruzada contra la grasa (aceite de oliva virgen, huevos o pescado azul) también afectó a los lácteos y aún mucha gente se decanta por los desnatados o light.
  • Ecológicos: evitaremos los agroquímicos (pesticidas y herbicidas) que se aplican en el cultivo de alimento de las vacas y también los fármacos de la cría intensiva.

Lluca Rullan
Lluca Rullan

Periodista y dietista integrativa

  @llucarullan   @llucarullan_dietista