Pastel frutas esculiesIsabel Ginés, profesora de cocina, tenía migrañas y le dolía el estómago siempre que comía fruta, que era muy a menudo. Por eso, hubo un momento que llegó a pensar que era intolerante a la fructosa. “Me hicieron la prueba, que consistió en beber fructosa cada veinte minutos y durante un máximo de tres horas”, recuerda.

Cada vez que bebía fructosa, tenía que soplar, y así los médicos podían dilucidar si la causa de los malestares generales eran por este motivo. Finalmente, la prueba salió negativa. Y ahora, meses después, y con otras pruebas también hechas, como la del gluten, el diagnóstico más acertado que le dan es una mala digestión de la fibra.

El psiconeuroinmunólogo Xevi Verdaguer aclara que la intolerancia a la fructosa supone un problema de absorción del intestino, que no puede con la fructosa, y entonces acaba pasando al colon, donde fermenta, y de aquí los gases y las heces diarreicas. De hecho, “los gases frecuentes, no malolientes, son uno de los síntomas de la intolerancia, que son de hidrógeno, metano y de dióxido de carbono, pero, en general, hay muchos intolerantes a la fructosa que no sospechan que lo son”.

Otros síntomas de la intolerancia a la fructosa son la hinchazón de estómago, dolores estomacales, movimientos intestinales que producen ruidos, heces diarreicas o estreñimiento, náuseas o vómitos, fatiga crónica y dolores crónicos.

Verdaguer, cuando reconoce estos síntomas, también recomienda la prueba de la intolerancia a la fructosa, en la que los especialistas comprueban el aliento después de beber dosis altas de fructosa. “Si hacen picos excesivos de hidrógeno y de metano espirados, es que la fructosa ya ha llegado al colon y el intestino no la ha digerido”.

La causa de la intolerancia es la carencia de una enzima que se encarga de transportar la fructosa al intestino. “No se sabe por qué esta enzima desaparece o no funciona; el caso es que la fructosa no se absorbe”.

A la práctica, los intolerantes a la fructosa no pueden comer frutas ni tampoco otras alimentos con fructosa, que son unos cuántos, ni tampoco otros que son hidratos de carbono, de cadena corta denominados Fodmaps y que también dejan hidrógeno, metano y co2 cuando fermentan en el colon. “El hidrógeno de los alimentos ricos en Fodmaps como la fructosa de la fruta da colon irritable, por eso tampoco pueden comer”.

La solución es, primero, comprobar que el intestino no fabrica correctamente las enzimas que transportan la fructosa al intestino. Si es así, “no podrán comer frutas ni otros derivados de la fructosa ni Fodmaps, como por ejemplo la cebolla, el brócoli, los espárragos, las legumbres, los chicles, que contienen el edulcorante sorbitol (E-420)”. También se tendrán que poner en manos de un especialista para mejorar las vellosidades del intestino, donde hay las enzimas que no funcionan bien.

Trinitat Gilbert
Trinitat Gilbert

Periodista

  @trinigilbert