Hace miles de años que comemos chocolate. Primero en Mesoamérica, que es donde empezó a cultivarse y a manipularse el fruto del árbol del cacao (Theobroma cacao), y luego en el resto del mundo, donde fue llegando por canales diversos.
Al principio, las culturas precolombinas de la región del Golfo de México tomaban el chocolate como bebida: mezclaban las habas de cacao molidas con agua y especias, y obtenían una bebida amarga (en náhuatl, xocolātl significa ‘agua amarga’). Los conquistadores españoles y portugueses, que no pasaron por alto este brebaje, rápidamente lo incorporaron a sus culturas. En el año 1615, la infanta española Ana de Austria, cuando se casó con Luis XIII, introdujo el chocolate en la corte francesa, lo que originó una revolución gastronómica en Europa.
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