Mucha gente, a medida que va avanzando el día, se hincha como un globo. Es una sensación muy molesta, incluso dolorosa porque los gases quedan atrapados y no pueden salir y esto no es normal.

Tenemos que diferenciar la hinchazón de la distensión abdominal. Por un lado, la sensación de hinchazón es la que uno mismo se nota, pero el resto no. El origen tiene que ver con una hipersensibilidad visceral, que se relaciona con estrés, un exceso de estrógenos y una inflamación de bajo grado en el duodeno. Por lo tanto, hay una inflamación en el intestino delgado y tendremos que descubrir cuál es la causa de esta acumulación de gases.

Las causas más habituales de los gases son la alteración de estrógenos, el estrés y la intolerancia a la lactosa

Por otro lado, está la distensión abdominal, en la que efectivamente el resto puede ver una barriga hinchada como la de un embarazo de tres o cuatro meses. Aquí podemos tener dos problemas: una hipersensibilidad visceral por una inflamación de bajo grado y también problemas extradigestivos que van más allá del intestino delgado (dolor de cabeza y migraña, cansancio y contracturas lumbares).

Como dice Xevi Verdaguer, “el intestino se está comunicando con nosotros y nos avisa de que algo no va bien. Nos tenemos que convertir en un buen compañero, porque si no nos puede amargar la vida”.

La solución pasa por optimizar el movimiento del basurero (regulado por las hormonas motilina y grelina), que limpia el intestino como una manga pastelera para que todos los residuos alimentarios bajen hacia el colon. Si hay disbiosis (H. pylori, candidiasis, E. coli, etc.), exceso de estrógenos, estrés o una alteración de los ritmos circadianos, primero se tendrán que resolver estos problemas.

¿Estrés, estrógenos o intolerancia a la lactosa?

El estrés es uno de los grandes males del siglo XXI. De hecho, el 42% de los asistentes asegura que tiene estrés. Según una encuesta realizada a casi 24.000 personas inscritas en el webinar, más de 9.000 declaran que sufren estrés y a la vez tienen gases, inflamación y/o distensión abdominal. Si tenemos alguna disbiosis intestinal por parásitos, hongos, exceso de arqueas o virus, el estrés hace que se multiplique la inflamación y el problema se agrave.

El estrés hace aumentar los gases tanto en el estómago, intestino delgado y colon. También aumenta la motilidad en el intestino delgado y colon y provoca cacas pastosas y diarrea, típico antes de un examen o una carrera. Lo que se llama literalmente “cagarse de miedo”. En cambio, se reduce la motilidad del estómago y se acumulan los gases en la parte alta.

Por otro lado, el exceso de estrógenos, a nivel digestivo, reduce la motilidad y el movimiento migratorio complejo (de basurero) se frena. Las mujeres en época fértil lo sabrán porque tienen estreñimiento y solo van bien de vientre cuando tienen la regla, ya que los estrógenos están más bajos.

Y ahora vamos a ver qué pasa con la intolerancia a la lactosa. La lactosa es un azúcar de los lácteos de origen animal. Cuando tomamos leche, yogur, queso, kéfir, lo digerimos y lo absorbemos en el intestino delgado. Cuando el intestino está inflamado (sobre todo, por estrés) es probable que no absorbamos bien la lactosa porque el intestino no fabrica tanta lactasa. Llegará al colon y provocará un exceso de gases y agua, que generará hinchazón y distensión abdominal.

El gran drama es que un 70% de las personas que tienen problemas funcionales tienen intolerancia a la lactosa y no lo saben. Y no, no es normal hacer una dieta restrictiva sin lactosa (o sin gluten, histamina o fructosa y sorbitol) para siempre. La clave es reparar el intestino porque, de hecho, en el caso de la lactosa, llegará poca cantidad al colon, pero es beneficiosa porque actúa como prebiótico.

La clave es reparar el intestino porque, de hecho, en el caso de la lactosa, llegará poca cantidad al colon, pero es beneficiosa porque actúa como prebiótico.

Xevi Verdaguer no habla de volver a la leche, pero sí que nos interesan los fermentados de cabra ecológicos, como por ejemplo un yogur o un kéfir. Todo esto y mucho más lo explica Xevi y su equipo en el primer curso de la Academia Xevi Verdaguer, “¡Es la leche!”, un curso para recuperar la salud digestiva, más allá de la intolerancia a la lactosa.

Las causas más habituales de los gases son la alteración de estrógenos, el estrés y la intolerancia a la lactosa

¿Vuestros pedos huelen mal, o no?

Hasta ahora hemos hablado de los gases atrapados en el intestino delgado, pero la mayor parte de los gases se producen en el colon, donde se acumulan gran parte de las bacterias y, por lo tanto, será un festival de gases con y sin mal olor, porque es donde se produce la fermentación.

Los gases que huelen a huevo podrido los causa el ácido sulfhídrico (H2S). Son los que no hacen ruido y que van acompañados de heces pastosas o diarreicas. En cambio, los gases provocados por el metano (CH4) se pueden identificar porque no huelen mal, hacen ruido y se relacionan con estreñimiento y heces flotantes.

Todo el mundo se tira pedos, no es malo, pero tendríamos que tener un poco de los dos tipos, porque todos tienen unas funciones determinadas. Si fabricamos un exceso de metano o de ácido sulfhídrico, podemos tener problemas asociados; la alimentación tiene mucho que ver y nos puede ser de gran ayuda para regularlos.

1-Pedos malolientes sin ruido y heces pastosas

Si tenéis muchos pedos malolientes, seguramente también tendréis la tensión arterial baja, periodontitis (sangrado de encías), colon irritable con predominio de diarrea o dolores crónicos.

Es típico de personas que comen mucha carne o grasas de origen animal. En este caso, Xevi Verdaguer recomienda una dieta baja en azufre y sulfitos para frenar el sustrato energético.

Habría que aumentar el consumo de vegetales, pero se tiene que tener cuidado  con los vegetales ricos con azufre como el ajo, cebolla, puerros o espárragos. También se tendría que reducir la proteína animal y los sulfitos (presente en las bebidas alcohólicas o como conservante, por ejemplo, de la fruta deshidratada).

También sería bueno aumentar el consumo de grasas (frutos secos y semillas y aceite de oliva extra) y aguacate, soja fermentada (miso, tempeh, tamari, natto y yogur) y en general, el de alimentos fermentados (kombutxa, chucrut, kimchi…).

2-Pedos sin mal olor, que hacen ruido y heces que flotan

Si fabricáis más metano y tenéis pedos que no huelen y siempre os flotan las heces, podéis tener patologías tan diversas como sobrepeso, colesterol elevado, diabetes tipo 2, colon irritable con tendencia al estreñimiento y serotonina baja (dolor de cabeza, insomnio, depresión o dolores crónicos).

Son personas que hacen una dieta basada en vegetales, vegetariana o vegana. En este caso, se tendría que seguir una dieta baja en FODMAP. También se tiene que eliminar la carne roja y de origen animal y el alcohol.

Se tiene que aumentar el consumo de grasas saludables, polifenoles (lino, frutos del bosque, té verde), proteínas de origen vegetal (especialmente soja fermentada), alimentos ricos en sulfatos y algas.

Puede resultar curioso que personas vegetarianas también se tiren pedos malolientes si consumen muchos huevos o alimentos ricos en sulfitos, como la fruta deshidratada.

La parte positiva es que “las mejoras se ven muy deprisa; lo que comemos hoy lo cagamos mañana y por el camino tenemos gases”, asegura Verdaguer.

 

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Lluca Rullan
Lluca Rullan

Periodista y dietista integrativa

  @llucarullan   @llucarullan_dietista