Más allá del arroz y el pollo hervidos
Victòria Garcia es madre de dos criaturas celíacas, y recuerda que en la escuela siempre les daban pollo y arroz hervido. “Por suerte, todo esto ha cambiado mucho, porque ahora se ha abierto el abanico de muchos otros alimentos sin gluten, perfectos para un menú escolar o casero”. De hecho, las opciones de los celíacos son muy amplias, sobre todo si provienen de la naturaleza. “El problema aparece cuando ha intervenido la industria, y ha añadido aditivos, espesantes”. Ejemplos de platos de casa de Victoria: musaka de verduras y pescado, cremas de verduras y algas, croquetas de atún con mijo y quinua, crepes de trigo sarraceno, paellas de quinua y de arroz integral, todos los tipos de pescado, yogures fermentados, kéfir, tofu (por las proteínas), bizcochos con harina de trigo sarraceno y chocolate negro.
La lactancia puede retrasar la aparición de la celiaquía, según unos estudios europeos comenzados en 2005 sobre la enfermedad y que aún no han presentado las conclusiones finales. Sin embargo, todo apunta a que la lactancia unida con la introducción del gluten a los bebés hace de protectora, “hasta el punto de que puede hacer que la celiaquía aparezca muchos años después de haber terminado de mamar”, explica Victòria Garcia, bióloga, dietista, fundadora del centro Nexe Salut (www.nexesalut.es) y vicepresidenta de la Asociación de Técnicos Dietistas de Cataluña.
El caso es que el intestino delgado es inmaduro durante el primer año de vida, por lo que se puede sentir afectado enseguida con la incorporación del gluten si es que existe una predisposición genética a la celiaquía. Las defensas de la leche materna hacen que la enfermedad no prospere tan pronto.
Ahora bien, ¿qué es la celiaquía?
“Es una enfermedad porque provoca una lesión en el intestino delgado”. El intestino delgado tiene tres funciones, que son la de digerir, absorber nutrientes y hacer de barrera de compuestos tóxicos. Estas funciones disminuyen por culpa del gluten, hasta el punto de que el intestino, lleno de vellosidades o montañitas, se deteriora, y queda plano.
“Al cabo de un año o de un año y medio de no haber ingerido gluten, el intestino se puede renovar”. Además, también hay una mejora psíquica. “De hecho, a los quince días de haber retirado el gluten, la criatura puede estar más contenta, más activa, más feliz”.
Datos sobre la celiaquía
En el siglo II aC, Areteo de Capadocia describió una enfermedad similar a la actual. En el siglo XIX, concretamente en 1888, el doctor Samuel Gee hizo una primera descripción clínica de la enfermedad y propuso denominarla celiaquía, palabra que proviene del griego Koila, que quiere decir ‘vientre’. Más adelante, el doctor Dicke, durante la Segunda Guerra Mundial, demostró la toxicidad de algunos cereales como la causa de la celiaquía. Hace 20 años la celiaquía estaba clasificada dentro de las enfermedades raras que afectaba 1:2000 personas y se creía que solo la tenían los niños, y que eran diarreas y pérdida de peso y ya está. A partir de los dos mil afectados, se produce un boom epidemiológico: el número de diagnosticados anuales se multiplica por diez respecto a los años 90 por el descubrimiento de técnicas de diagnóstico más sensibles.
Para más información: www.celiacscatalunya.org
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