Una cebolla debajo de la cama y, al día siguente, ¡como nuevo!
No hay ningún estudio científico que lo asegure, pero sí mucha praxis. Si cortas una cebolla de Figueres y la colocas debajo de la cama de los niños cuando están resfriados, al día siguiente se despertarán con la nariz más destapada, con menos mucosidad, y durante la noche habrán respirado mejor.
Los puerros y los ajos son otros mucolíticos naturales, y también se pueden poner cortados en un plato. La recomendación natural también es beber mucho líquido, especialmente agua, y se pueden preparar cremas con cebollas y puerros, que facilitarán la desaparición de la congestión nasal.
Ahora bien, hay algo muy importante a tener en cuenta al día siguiente de poner un plato de cebolla en la habitación del niño: tendrás que dejar bien abiertas las ventanas, porque el “aroma” que se formará ahí dentro no será especialmente bueno.
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La caseína, la proteína más abundante de la leche de vaca, es la culpable de los mocos. Y es bueno saberlo, porque los mocos son como las piedrecitas de los zapatos: siempre se arrastran y no dejan que los niños estén tranquilos. “La reacción de causa y efecto se produce con frecuencia al cabo de doce o quince horas de consumirla”, asegura la prestigiosa y documentada página web www.notmilk.com.
“Si eliminas la leche y los productos lácteos durante una semana, notarás la diferencia, porque dormirás mejor, tendrás más energía, más claridad de pensamiento y, sobre todo, dirás adiós a la congestión nasal”, continúa explicando la misma página web, cuando se hace clic sobre la entrada “nasal”.
La nutricionista Lucía Redondo también relaciona los mocos con la leche de vaca. Se basa en un estudio reciente (consultable aquí), en el que se explica el mecanismo por el cual “el consumo de leche aumenta la producción de mucosidad en el tracto respiratorio”. Según dice Lucía, “el problema es que no digerimos bien la caseína, y por eso quedan fragmentos en el intestino”. Y son estos fragmentos los que atraviesan la barrera intestinal y provocan la estimulación del moco en las glándulas de las vías respiratorias.
La cara menos amable de la leche
El pediatra Carlos González niega que haya relación entre la mucosidad y la leche de vaca. Y por eso pone en duda los estudios científicos que lo han hecho. Hay un estudio que dice que una casomorfina de la leche de vaca produce mocos en células de intestino de ratón in vitro. Y González contraataca diciendo: “Primero, la leche materna tiene más casomorfina que la de la vaca; segundo, el estudio no usa leche tal cual, sino casomorfina aislada; tercero, no son personas, ni siquiera ratones vivos; cuarto, es intestino, no nariz, y quinto, no dicen que sea un problema. Todo lo contrario, dicen que el moco es un factor protector en el intestino y que continuarán investigando para ver si sirve para curar algo”.
Por otra parte, médicos como Mª Teresa Bravo, directora docente de la Academia Medico Homeopática de Barcelona, afirman con rotundidad que “la leche de vaca no debe ser un alimento de uso tan frecuente para los niños, porque tiene 22 proteínas alergénicas. Además, tiene una hormona del crecimiento, buena para la vaca, pero que puede intervenir perjudicialmente en las personas. Por ejemplo, a las niñas les puede venir antes la menstruación. Y sobre todo, tiene la caseína, que es la culpable de los mocos”. La homeópata Bravo retira la leche de vaca a los pacientes que le llegan con muchos mocos, y sobre todo con bronquitis y asma, “y les recomiendo leche de arroz, de almendras, de quínoa, de kamut. La de soja no la recomiendo porque también es alergénica”. Y continúa explicando que no hay que preocuparse por el calcio, porque “si se hace una dieta con legumbres, frutas, verduras, arroz, frutos secos o algas”, el calcio está asegurado.
Mientras tanto, padres y madres se basan en su experiencia práctica. Montsant Ciurana, madre de Ton y de Guifré, tiene claro que “cuando tienen mocos, les tengo que retirar la leche de vaca, y les doy la de soja”. Mireia Bertran, madre de los gemelos Pol y Biel, les ha retirado todos los lácteos porque cogían bronquitis continuas, que terminaban en hospitalización. “Del mes de septiembre a enero han sido hospitalizados tres veces por culpa de una bronquitis, y han tenido también una neumonía. Por ese motivo, nos hemos documentado mucho y, sin recomendación de ningún médico, les hemos retirado los lácteos y les damos probióticos. Ahora lo estamos probando y esperamos no tener que ir al hospital”.