“No somos lo que comemos: somos lo que digerimos, absorbemos, metabolizamos y pensamos”. [Parte I]
La bióloga Silvia Méndez Alonso inicia su andadura en Soycomocomo hablándonos de los polifenoles, unos compuestos presentes dentro del mundo vegetal y con efectos muy potentes para todo organismo que esté en condiciones de digerirlos, absorberlos y metabolizarlos. ¿El tuyo lo es?
Una manzana, como muchos otros alimentos, es mucho más que fibra, agua, vitaminas y minerales. Los alimentos también son fuentes de polifenoles, fitosteroles, poliaminas, carotenoides, glucosinolatos, organosulfurados, betaínas… A este grupo de compuestos se les conoce con el nombre de componentes fitoquímicos y en la actualidad son eje de numerosos estudios gracias a sus múltiples beneficios para la salud.
Pongamos como ejemplo a los polifenoles, que están muy “de moda”. Estos compuestos fitoquímicos son metabolitos secundarios que están presentes dentro del mundo vegetal: té, café, vino, fruta, vegetales y hortalizas, cereales integrales, frutos secos y cacao. Sus propiedades “antioxidantes” han tenido y tienen un gran interés en numerosos estudios clínicos, preclínicos y epidemiológicos, que los sugieren como posibles elementos importantes a tener en cuenta para la prevención de enfermedades crónicas como enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, osteoporosis y enfermedades neurodegenerativas; sobre todo de las primeras citadas.
Pero… ¿estáis realmente preparados para beneficiaros de sus efectos? Antes de responder, os invito a seguir conmigo el viaje de un polifenol desde que se adquiere el alimento, hasta que llega a las células.
Imaginaros que llegáis al mercado (ecológico, por supuesto) y decidís comprar unas manzanas porque habéis oído que traen mucha quercitina (un flavonol, un tipo de polifenol), y que dicen que “son muy buenas para la salud: son antioxidantes”. Me permito aquí hacer un stop para explicar que los alimentos en fresco tienen distintas cantidades de polifenoles; bien porque son variedades distintas, o bien porque aún siendo la misma, las condiciones de cultivo han sido diferentes: las más duras y exigentes para las plantas son las que ofrecen alimentos con mayor contenido en estos compuestos.
Sigamos con nuestro viaje… Ahora llegáis a casa y decidís comer la manzana: la laváis y la peláis… ¡Stop! Si queréis beneficiaros de sus polifenoles, debéis consumirla sin pelar (recordad que habéis ido a un mercado ecológico y que la manzana está libre de pesticidas). Entonces decidís no pelarla e hincarle el diente. Continuemos… Los polifenoles siguen su camino a lo largo del tubo digestivo hasta llegar al intestino delgado, donde tendrán que ser absorbidos para poder llegar a la sangre y a las células, y formar parte de las numerosas rutas metabólicas responsables de los efectos preventivos ya citados.
Es aquí cuando los polifenoles han de superar una verdadera yincana:
– Estamos en el intestino delgado. En el proceso de absorción intestinal intervienen enzimas específicas (lactase phloridzin hydrolase, LPH, y cytosolic β-glucosidase, CBG) y transportadores (SGLT1) que están ubicados en el intestino. Concretamente, la LPH se encuentra en el brush border de los enterocitos; es decir, en las microvellosidades de las células epiteliales del intestino delgado, que son las encargadas de que lleguen a la sangre todos los nutrientes resultantes tras la digestión de los alimentos ingeridos.
Tras ese proceso, los polifenoles se liberan de algunos de sus componentes y se convierten en unos compuestos más simples llamados agliconas. Las agliconas pueden entrar en los enterocitos, donde sufren el mismo proceso que se pone en funcionamiento en el hígado cuando hay algo que desintoxicar del organismo (la famosa fase II detox). Ahora estos compuestos ya están preparados para llegar a la sangre, pasar por el metabolismo hepático y entrar en las células diana, y formar parte de todos esos procesos que hacen que te dijeran que “las manzanas son muy buenas para la salud: son antioxidantes”.
– Ahora bien, hay algunos polifenoles que no consiguen atravesar el intestino delgado y siguen su viaje hasta el intestino grueso. Aquí la microbiota (“flora intestinal”) juega un papel muy importante porque los transforma en otros compuestos para que entonces sí puedan absorberse y llegar al hígado, donde también sufren la famosa fase II detox, el último paso antes de entrar en la circulación sistémica y llegar a las células diana.
Entonces, ahora que ya sabemos un poco más el papel de los polifenoles y el viaje que han de hacer a lo largo del organismo: ¿crees que estás realmente preparado para beneficiarte de sus efectos?
Como habréis observado, los polifenoles deben superar varios “obstáculos” en esta yincana particular que pone el organismo; y hay varios tejidos, órganos y enzimas implicados para ello. Sé que habrá muchas cosas nuevas en todo esto que os he contado; pero lo hice porque quiero que comprendáis que esta yincana es un tanto compleja como para generalizar que todo el mundo puede beneficiarse de los efectos de los polifenoles.
Ahora, y para simplificarlo, subrayaremos estos aspectos importantes:
- Alimento saludable. La cantidad de polifenoles es diferente según el tipo y la variedad del alimento en concreto. Además, un artículo reciente asegura que el contenido es siempre mayor en alimentos ecológicos.
- Formas de consumo del alimento. Es importante cómo se consumen los alimentos: con/sin piel, cocinados/crudos, frescos/congelados…
- Proteínas. ¿Consumo proteína de calidad y en cantidad suficiente para poder tener enzimas y transportadores?
- Intestino delgado. ¿Está mi intestino en condiciones de poder absorber los nutrientes de los alimentos que ingiero? ¿Cómo estoy de ánimo a lo largo del día?
- Intestino grueso y microbiota. ¿Me hincho a lo largo del día? ¿Cómo son mis heces? ¿Estoy estresado?
- Hígado. ¿Tengo algún polimorfismo (SNPs) en alguna de mis enzimas detox? ¿Soy una persona irascible y colérica? ¿Consumo alimentos ecológicos y libres de tóxicos?
Por todo ello, la nutrición tiene que seguir avanzando para poder pasar de una medicina preventiva a una predictiva; y de una poblacional a una personalizada. Aquí es clave hablar de las nacientes “ciencias ómicas”.
Pronto saldrá la segunda parte de este artículo. Os invito a leerla para tener algunas ideas generales sobre cómo cuidar estos diferentes puntos, y para introduciros y explicar qué es eso de las ciencias ómicas.
Gracias por permitirme compartirlo.
Si queréis mas información, hay algunos artículos muy interesantes:
Cardona, F., Andrés-Lacueva, C., Tulipani, S., Tinahones, F. J., & Queipo-Ortuño, M. I. (2013). Benefits of polyphenols on gut microbiota and implications in human health. The Journal of Nutritional Biochemistry, 24(8), 1415–22. doi:10.1016/j.jnutbio.2013.05.001
Crozier, A., Del Rio, D., & Clifford, M. N. (2010). Bioavailability of dietary flavonoids and phenolic compounds. Molecular Aspects of Medicine, 31(6), 446–67. doi:10.1016/j.mam.2010.09.007
Peré-Trepat, E., Ross, A. B., Martin, F.-P., Rezzi, S., Kochhar, S., Hasselbalch, A. L., … Sørensen, T. I. a. (2010). Chemometric strategies to assess metabonomic imprinting of food habits in epidemiological studies. Chemometrics and Intelligent Laboratory Systems, 104(1), 95–100. doi:10.1016/j.chemolab.2010.06.001
Artículo escrito por:
Sílvia Méndez
Bióloga, máster en nutrición y metabolismo.
Profesora i asesora nutricional holística.
Fundadora de V de Vegetal.
Divulgadora científica.