bigstock-Pregnancy-Or-Diet-Concept-82251242-e1469602870208Es por ello que se recomienda el uso de probióticos en viajes, para ayudar a regular y equilibrar el intestino en el caso de desarreglos.

Antes de definir lo que es un probiótico, es importante explicar cómo actúan las bacterias y por qué algunas pueden ser bacterias amigas o enemigas 

Hablando con propiedad, las bacterias no viven dentro de nuestro cuerpo, sino que viven en nuestro organismo, en la piel, en las mucosas y cavidades que pasan a través de nuestro cuerpo, como el sistema respiratorio, sistema digestivo, pero nunca deberían pasar a la sangre o a los órganos.

Cualquier bacteria es potencialmente dañina (patogénica) si entra en la sangre o establece su residencia en nuestros órganos. Cuando esto pasa, nuestro sistema inmunitario reacciona de forma inmediata y se pone a luchar contra los “invasores”.

Hay muchas publicaciones recientes que relacionan la presencia o ausencia de algunas especies bacterianas con enfermedades que van desde el síndrome de colon irritable, autismo, artritis reumatoide, enfermedades infecciosas del tracto respiratorio, etc.

El término patogénico se utiliza cuando las bacterias se vuelven tan agresivas que pueden llegar a destruir las bacterias amigas (comensales) y dan lugar a un proceso que se denomina disbiosis, que a veces puede cursar con diarrea, o dañar los tejidos como en los casos de neumonía, otitis, sinusitis, meningitis, vaginitis…

De hecho muchas de las enfermedades autoinmunes también son causadas por las bacterias y hongos que se infiltran en nuestro cuerpo a expensas del propio sistema inmunitario, que no las puede erradicar, ya sea porque está débil o porque está luchando a la vez con más de una infección o porque no es capaz de reconocer de forma adecuada un determinado patógeno. A veces llegan a provocar el llamado síndrome del intestino permeable, y permiten la entrada bacterias que no deberían penetrar, así como toxinas ambientales, y pueden llegar a desencadenar intolerancias alimentarias, entre otras consecuencias.

Es por ello que la interacción entre el sistema inmunitario y nuestra microbiota es lo que hace mantenernos sanos o enfermar, y el conocimiento de nuestro HLA (antígenos leucocitarios humanos) nos permite tener más información sobre nuestro sistema inmunitario y el riesgo de padecer determinadas enfermedades.

Existen muchas publicaciones recientes que relacionan la presencia o ausencia de algunas especies bacterianas con enfermedades que van desde el síndrome de colon irritable, autismo, artritis reumatoide, enfermedades infecciosas del tracto respiratorio, etc.

De hecho, se puede tener predisposición a la obesidad, a la pérdida de cabello, y a otros factores relacionados con la salud en función del tipo de bacterias que estén en nuestro sistema digestivo. Dado que las bacterias intervienen en la fabricación de algunas vitaminas, como la biotina, que nos protege de la caída de pelo, ácidos grasos, como el ácido butírico, que protegen el intestino de la inflamación, colitis ulcerosa o cáncer de colon.

Lo importante es el equilibrio, dado que a veces, unas por defecto y otras por exceso, nos pueden causar trastornos.

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Pero ¿qué es un probiótico?

El término probiótico deriva del latín y significa “de por vida”. Son bacterias y levaduras vivas no patógenas que, en cantidades adecuadas, confieren beneficios positivos para la salud del huésped humano; entre ellas encontramos diferentes especies de bacterias de Lactobacillus, bifidobacterium y levaduras anaeróbicas como el S. boulardii.

La idea de que el uso de probióticos proporciona un beneficio para la salud no es nueva, sin embargo, en los últimos años ha habido un aumento significativo tanto en su interés como en las ventas de este tipo de productos. Y es que se ha visto un foco de investigación sobre aquellas bacterias y levaduras de la microbiota intestinal que promueven la salud del huésped frente las patógenas.

Active-Flora-e1469613436391Cuando hablamos comúnmente de microbiota intestinal nos referimos a la comunidad microbiana diversa que ha evolucionado para adaptarse y sobrevivir en el tracto gastrointestinal humano, interactuando con su huésped (humano) en una variedad de maneras, haciéndolas inocuas, patógenos oportunistas, promoviendo la salud o microorganismos probióticos.

Aunque ha sido bien establecido que las bacterias confieren beneficios específicos, también es cierto que existe una falta de conocimiento sobre los mecanismos moleculares que expliquen estas características de los probióticos. De todas formas, algunos de estos mecanismos que se han propuesto son los de reducir el pH e inhibir el crecimiento de bacterias patógenas o su efecto inmunomodulador, así como su efecto modificando el “ecosistema del intestino”.

Es importante remarcar que no todas las especies de probióticos son parte de la flora normal del intestino humano y que no todos los efectos atribuidos a una cepa concreta se pueden generalizar a otras cepas.

Una problemática recurrente en pacientes hospitalizados es la diarrea asociada a los antibióticos. Algunos estudios han revelado resultados satisfactorios con probióticos que contienen la levadura S. boulardii.

Los probióticos tienen funciones y usos para diferentes condiciones de salud, aunque los usos más comunes son el tratamiento de las enfermedades de las vías gastrointestinales.

Hoy nos podemos encontrar en las farmacias o dietéticas probióticos con múltiples enfoques: para mejorar el estreñimiento, diarreas, para personas con cándidas recurrentes, para prevenir la aparición de caries y otras muchas afecciones.

Si bien estos productos no tienen ninguna alegación de salud permitida, si es cierto que hay muchas publicaciones que apoyan sus beneficios; por lo menos, para tener bajo control y en equilibrio estos millones de bacterias propias de nuestro ecosistema. Por ello, cuando cambiamos factores de estilo de vida, o como consecuencia de una alimentación inadecuada o por el uso de antibióticos, el ecosistema se pone en riesgo y puede llegar a ocasionar trastornos.

La recomendación en estos casos es consumir algún probiótico como prevención antes de viajar o, si apareciera alguno de estos trastornos, tomarlo como coadyuvante en el proceso de mejora funcional, y dejarse aconsejar por el profesional de salud, que guiará sobre la dosis y el modo de empleo.