Para ello es imprescindible hablar del proceso de detoxifación del organismo, que tiene lugar en el hígado y que tiene una importancia vital para el buen funcionamiento celular. El proceso de detoxificación incluye la movilización, la biotransformación y la eliminación de tóxicos, tanto de origen endógeno como exógeno y se realiza en dos fases, la fase I y la fase II. Un mal funcionamiento o ineficiencia de este proceso puede derivar en importantes morbilidades en el organismo.
La protección contra el cáncer tiene que ver directamente con la exposición a los tóxicos ambientales (pesticidas, metales pesados, humo del tabaco, la parte quemada de la comida cocinada a altas temperaturas), y lo que en un principio puede parecer obvio, no lo es tanto, dado que muchas veces aunque pretendamos comer comida ecológica, no podemos evitar encontrarnos por la calle con la contaminación de la ciudad; tampoco podemos controlar todo lo que comemos cuando viajamos, y muchas otras circunstancias que escapan a nuestro control.
Por ello la estrategia fundamental se basa, para empezar, en el conocimiento de nuestros genes, y esto se sabe mediante un estudio genético (www.eugenomic.com). Así se pueden personalizar los nutrientes que cada persona debería tomar para mejorar su salud.
El punto clave de la regulación genómica está en nuestra capacidad de eliminar las toxinas por el hígado.
Pondré un ejemplo sencillo:
Imaginemos que nuestro hígado es como una ciudad, con carreteras que entran y salen. Cada una de estas carreteras se llamará enzima. Estas enzimas pueden ser autopistas o carreteras por las que se puede circular a diferentes velocidades.
Ahora pensemos en las toxinas, que son los coches que circulan por estas carretas.
¿Qué pasaría si a primera hora de la mañana entraran coches de forma masiva por estas carreteras? Seguramente ocurriría lo que ya ha pasado otras veces, que nos pondrían un límite de velocidad: no más de 80 km/h, por ejemplo, para evitar la contaminación. Eso tiene sentido, ya que cuantos más motores están en marcha, más CO2 se elimina en el ambiente. Así que si esas toxinas pasan por enzimas a alta velocidad, a una determinada hora habría un número elevado de toxinas entrando en nuestro hígado. Esta entrada de toxinas es lo que se llama fase I de detoxificación hepática.
La fase II serían las carreteras que salen de la ciudad, es decir, aquellas enzimas que sacarían los coches y también sus contaminantes. Pero entremedio ocurre algo, las toxinas se activan cuando entran y se vuelven más tóxicas que al principio. Producen radicales libres que dañan nuestras células, el ADN y pueden provocar mutagénesis y, posteriormente, cáncer.
Continuando con el ejemplo un tanto chistoso: es como si como a consecuencia del tráfico los coches empezaran a tocar esas bocinas y salieran las personas de los coches histéricas y se pegaran unas a otras.
Así, lo más importante para manejar esta situación sería poner esos límites de velocidad, así como poner música relajante en el coche, poner filtros a los automóviles para que no dejen escapar los tóxicos por el medio ambiente y facilitar la salida de dichos coches de la ciudad.
Cuando se hace un estudio genético, la información que obtenemos nos permite conocer cómo de rápidas son nuestras carreteras de entrada y salida. A veces, incluso nos dicen cuáles están bloqueadas y no funcionan correctamente. Esta información nos sirve para poder decir en cada caso cómo podríamos regular el tráfico haciendo que los coches vayan más lentos al entrar o facilitando su salida.
Los nutrientes que actúan regulando las fases, o que de forma común podríamos decir que beneficiarían a la mayoría de las personas son:
- El resveratrol es un componente que se encuentra en la semilla y la piel de la uva, así como el Poligonum cuspidatum, y podríamos decir que hace el efecto de la música en los coches (inhibe la proactivación de los carcinógenos).
- El ácido alfa lipoico, el selenio, el zinc y también el resveratrol evitarían los bocinazos (son los antioxidantes).
- El alga Chlorella haría la función de filtro.
- Los aminoácidos L-cisteína, glicina y ácido glutámico son necesarios para la síntesis de glutatión (enzima antioxidante), a la vez que también se une a los tóxicos para facilitar su salida.
- El licopeno también es necesario para el glutatión, pero facilita a su vez la fase II.
- La taurina es necesaria cuando el proceso de la sulfatación no es del todo eficaz.
- La silimarina (principio activo del cardo mariano) es un protector hepático (reparador de las carreteras dañadas).
- La cúrcuma o curcumina (ingrediente antioxidante, antiinflamatorio, hepatoprotector y activador de la fase II).
Durante todo el proceso, y como comentábamos al principio, es esencial para la quiomioprevención impedir que las sustancias carcinógenas interactúen con el ADN y el ARN.
Una fuente de uno de estos componentes se encuentra en los vegetales crucíferos, que contienen una serie de glucosinolatos.
Se han hecho numerosos estudios in vitro, algunos in vivo en ratones, otros epidemiológicos y farmacológicos e incluso algunos estudios clínicos en humanos (www.clinicaltrials.gov) que evidencian que el consumo de las crucíferas tiene un poder quimioprotector del cáncer.
¿Cuáles son las sustancias más importantes?:
Se han descrito más de 200 glucosinolatos que están presentes en la naturaleza, principalmente en las crucíferas. Se transforman por “masticación” o con el proceso de digestión en otros principios activos, que son los isotiocianatos, los indols (I3C), el sulforafane y el diindolmetano (DIM). Estos otros subproductos también se encuentran preformados en estos vegetales.
Las vías reguladoras van desde la inducción de enzimas citoprotectoras, que protegen del cáncer y son inhibidoras de ciertos procesos inflamatorios, y la modulación de las rutas de señalización del cáncer, incluyendo la proliferación celular (que evita que las células cancerígenas se multipliquen), la angiogénesis (que impide que se creen más vasos sanguíneos que alimenten dichas células) y la renovación de las células madre de las células cancerígenas (que evita que las células cancerígenas sigan reproduciéndose), hasta la supresión de las vías de señalización celular −que evita que se enciendan mecanismos que activan el proceso−, incluyendo el NFkβ, los receptores hormonales, y los activadores de la transcripción.
Recientemente han surgido más estudios que evidencian que los derivados de los glucosinolatos tienen potencial cuando modifican las alteraciones epigenéticas.
El proceso de carcinogénesis, así como la progresión del cáncer, es el resultado de los cambios genéticos y epigenéticos del genoma que conduce a la desregulación de la actividad transcripcional de los genes. Los mecanismos epigenéticos en las células del cáncer incluyen desde la desacetilación y la metilación de histonas (es decir, la capacidad para “silenciar” la expresión de un gen protector contra el cáncer), a la hipermetilación del promotor de genes supresores de tumores y de genes importantes para la regulación del ciclo celular, la diferenciación celular y la apoptosis. Estas aberraciones epigenéticas pueden ser fácilmente reversibles y sensibles a componentes naturales de la dieta.
Crucíferas con glucosinolatos: Brócoli y sus germinados, coliflor, nabo, rábano, berros.
El contenido en glucosinolatos de estas plantas puede variar dependiendo de:
- La variedad, las condiciones y el clima donde crecen, el pH y la temperatura.
- Si estas verduras se cocinan, la temperatura deja inactiva la enzima (mirosinasa) que transforma los glucosinolatos en sus otros derivados, aunque siempre queda la posibilidad de que esta mirosinasa se reactive de nuevo por las bacterias que hay en el tracto digestivo (si disponemos de las bacterias adecuadas).
¿Cuántas coles a la semana tengo que comer para protegerme? ¿Sería mejor que tomáramos cápsulas de brócoli?
Para actuar regulando la expresión genética deberíamos comer coles al menos 4 veces a la semana, preferiblemente en forma de germinados (un puñadito bastaría), dado que la concentración de principios activos es superior.
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Tomaríamos cápsulas en aquellos casos que por razones de salud necesitáramos un aporte extra o no fuera posible tomar esas cantidades de germinados a la semana. Otra opción es tomar el brócoli valorado en glucosinolatos añadido en forma de polvo como condimento.
Dra. Gloria Sabater
Dra en Farmacia, especialista en medicina antienvejecimiento y en genética y genómica nutricional
Directora técnica de Salengei SL