Siempre nos han hecho ver el colesterol como un “enemigo” de la salud, una sustancia que nos perjudica y que debemos evitar a toda costa, especialmente si se trata de elegir alimentos que lo contienen. Un gran ejemplo es el huevo, que, durante años, fue considerado un gran peligro para la salud porque contenía colesterol y se limitaba la ingesta a uno o dos a la semana. Estudios científicos recientes han demostrado que esta discriminación era injusta.
La mayor parte del colesterol del organismo se sintetiza de manera endógena, mayoritariamente por parte del hígado, y solo una pequeña parte depende de lo que comemos. Por eso precisamente no debe preocuparnos el colesterol de los huevos, ya que no lo absorbemos completamente.
Además, el colesterol no solo no es un enemigo, sino que tiene un papel esencial para la vida; es una sustancia necesaria para poder llevar a cabo muchas acciones que garantizan la salud.
¿Qué papel tiene el colesterol en el cuerpo?
El colesterol es una grasa saturada y, por tanto, es una molécula muy estable que no se altera fácilmente. En el cerebro hay un 60% de grasa y, de esta grasa, un 25% es colesterol, que ejerce una función neuronal muy importante. Además, el colesterol es importante porque:
- Es un componente muy importante de las membranas celulares. Las hace más estables y más flexibles.
- Es necesario para fabricar los receptores de insulina.
- Proporciona flexibilidad y plasticidad neuronal.
- Es necesario para generar energía mitocondrial, ya que garantiza los niveles de coenzima Q10.
- Es necesario para sintetizar hormonas: estrógenos, vitamina D, testosterona…
- Es necesario para transportar nutrientes liposolubles.
- Ayuda a reparar las heridas de arterias y venas dañadas.
¿Cómo se analiza?
El colesterol circula permanentemente entre el hígado, donde se secreta y se almacena, y los otros tejidos del organismo. En estos trayectos es transportado por lipoproteínas:
- Las de baja densidad o LDL se encargan de transportar el colesterol desde el hígado a las diferentes partes del cuerpo. Son las que le han hecho merecer el mote de “malo”, pero en realidad no lo es tanto como parece, ya que, sin ellas, el colesterol no podría llegar a los tejidos y llevar a cabo sus funciones. Además, dentro de las LDL, hay diferentes tipos de lipoproteínas: el patrón A (unas moléculas grandes, esponjosas, que parecen bolitas de algodón y que son completamente inofensivas) y el patrón B (unas moléculas pequeñas, densas, duras, que son las nocivas).
- Las de alta densidad o HDL se encargan de concentrar el colesterol libre circulante (producto de la rotura de las células) y lo transportan hacia el hígado para excretarlo. Se llama “bueno”.
Además, una analítica de sangre también mide el colesterol total, la suma de los anteriores y los niveles de triglicéridos, otros tipos de grasas presentes en la sangre que se forman a partir de los hidratos de carbono excedentes que no usamos como fuente de energía.
Cuando queremos medir el riesgo cardiovascular, a menudo nos fijamos en los niveles de colesterol LDL, pero en realidad, ¡es poco significativo! El colesterol LDL total no indica si tenemos lipoproteínas tipo A (inofensivas) o tipo B (nocivas cuando se oxidan). Hay que analizarlo de forma fraccionada y ver qué predomina.
¿Cómo podemos saber, pues, si hay riesgo cardiovascular? En una analítica, lo que más información da es dividir los triglicéridos por el colesterol HDL. Si el resultado pasa de 3,5, hay riesgo cardiovascular.
Una reflexión sobre el colesterol
Si el colesterol es una grasa saturada tan necesaria que el cuerpo mismo se encarga de producir, ¿cómo es posible que la grasa saturada sea tan perjudicial para el corazón si resulta que la leche materna humana contiene más del 50% de esta grasa y el cerebro almacena mucha grasa saturada (hasta un 30%)? ¿Corren riesgos coronarios o cerebrales los bebés por consumir tanta grasa? Claro que no.
Además, desde que la población sigue la recomendación de rebajar el consumo de grasas ha aumentado exponencialmente el consumo de carbohidratos, como azúcares simples. Esto ha hecho crecer los casos de diabetes tipo II y otras enfermedades metabólicas que sí tienen incidencia directa en las afecciones coronarias. Se sabe que las causas reales de la enfermedad cardiovascular son, principalmente, el azúcar, el estrés y las grasas trans.
¿Qué hace la medicina convencional para bajar el colesterol?
Los medicamentos para reducir el colesterol LDL –lo que supuestamente haría disminuir el riesgo cardiovascular– son las estatinas, que bajan los niveles de LDL en sangre, pero que no reducen el riesgo de afectación coronaria ni de tapones vasculares. Además, inhiben la producción de coenzima Q10, necesaria en la cadena respiratoria para crear energía mitocondrial (ATP).
Los protocolos oficiales actuales dicen que hay que recetar estatinas cuando el paciente supera los 200 mg/dl en colesterol total y ha tenido algún accidente cardiovascular o antecedentes familiares (para prevenir), pero la realidad es que este protocolo se ha desvirtuado y las recomendaciones de estatinas han aumentado de forma indiscriminada. En España, más de siete millones de personas toman estatinas –unos cuarenta millones de medicamentos.
¿Qué podemos hacer para regular los niveles de colesterol de una forma más natural?
La importancia de la dieta y el ejercicio físico
- Seguir una dieta integral, de carga glucémica baja (baja en carbohidratos refinados) con muchos omega-3 y fibra, fundamental para prevenir los desequilibrios del colesterol y las afecciones cardiovasculares.
- ¿Qué hace subir el colesterol HDL (bueno)? Las grasas saludables de la dieta, el ejercicio, no fumar, perder peso, por ejemplo.
- ¿Qué hace subir los triglicéridos (malo)? Los azúcares y los carbohidratos refinados.
- Hacer ejercicio es importante para la salud en general; en relación con el colesterol cuanto más ejercicio (tiempo o intensidad) más mejoran las grasas de la sangre. Un ejercicio moderado aumenta el colesterol HDL (el bueno) y uno intenso baja el colesterol LDL y los triglicéridos (ambos malos en exceso).
Remedios naturales en fitoterapia
Hay diferentes herramientas que pueden equilibrar y mejorar las alteraciones del equilibrio de las grasas, entendiendo que lo importante no es rebajar el colesterol total, sino equilibrar los valores y, posteriormente, aumentar o reducir –con alimentos concretos– algún valor que, incluso tras aplicar la dietoterapia, no esté dentro del rango que nos interese.
Entre estas herramientas naturales encontramos las siguientes:
- La alcachofa contiene cinarina, una sustancia que ayuda a metabolizar las grasas. Según el International Journal of Food Sciences and Nutrition en 2013, puede ayudar a bajar el colesterol LDL y a nivelar el HDL.
- La bergamota es un cítrico con muchos flavonoides –incluyendo hesperidina y naringenina–, cultivado en Calabria, que diferentes estudios recientes han visto que puede reducir los niveles de colesterol LDL entre un 25% y un 27%, y elevar los niveles de colesterol HDL.
- El salvado de avena. Es una fuente de fibra soluble que arrastra el exceso de colesterol LDL.
Las cápsulas de bergamota y alcachofa de Raab Vitalfood contienen una combinación de los valiosos extractos de bergamota italiana y alcachofa francesa. El extracto de bergamota se obtiene del jugo de esta fruta de Italia y se complementa con extracto de alcachofas de Francia, que contiene la sustancia amarga vegetal cinarina (3,8 mg en 150 mg de extracto por ración). Además, contienen una combinación de bitartrato de L-colina, que ayuda a normalizar el metabolismo de las grasas.
Raab Vitalfood trabaja con ingredientes de máxima calidad, veganos, sin gluten ni lactosa, y consigue un producto que ayuda a equilibrar y regular los niveles de colesterol siempre que se combine con un estilo de vida y una dieta saludable.