La respuesta de nuestro sistema inmunitario frente a virus, bacterias, parásitos, hongos y otros agentes internos que nos pueden causar un perjuicio en nuestra salud es lo que se conoce como respuesta inmunitaria.
Hay que diferenciar dos tipos de inmunidad:
- Inmunidad innata: es nuestra primera línea de defensa y está compuesta por células y tejidos que forman parte de nuestro organismo desde que nacemos (piel, mucosas, sustancias químicas antimicrobianas). Es una respuesta inespecífica (reconoce diferentes grupos de células o partículas extrañas) que actúa de manera inmediata y nos protege varias horas. Los componentes celulares que la forman son los fagocitos (macrófagos y neutrófilos) y las células Natural Killer. Ayuda a regular la inmunidad adaptativa o adquirida.
- Inmunidad adaptativa o adquirida: dicha inmunidad se desarrolla más tarde (de varias horas a varios días). Los principales responsables de esta respuesta son los linfocitos (linfocitos B y T) que se activan para trabajar contra células extrañas o anómalas y partículas específicas. El primer paso es reconocer el antígeno, seguidamente hay una fase de activación y finalmente se destruye el agente específico. Se caracteriza por tener memoria, es decir, el sistema recuerda si es la primera vez que lucha contra la partícula específica o si ya había sido expuesto anteriormente. De este modo, la respuesta es más rápida y agresiva.
La clave está en nuestro interior
Para cuidar y contribuir a un funcionamiento normal del sistema inmunitario, es básico un estilo de vida saludable: seguir una alimentación saludable sin productos procesados, fritos, harinas y azúcares refinados, etc. y potenciar cereales integrales, grasas buenas, proteínas animales y vegetales ecológicas y completas, frutas y verduras de temporada, aceites de primera prensión en frío, frutos secos, etc. También es recomendable practicar ejercicio físico, respetar las horas de descanso e intentar tener un sueño reparador.
Pero nuestro día a día es cada vez más exigente, con más estrés, más responsabilidades y más rendimiento, tanto físico como intelectual. Estas situaciones ponen a nuestro organismo en una situación de alerta, que por mucho que nos alimentemos adecuadamente, sentimos que no llegamos al final del día.
En determinadas épocas del año, nuestro cuerpo nos pide unos niveles de energía que no somos capaces de conseguir únicamente con la dieta y por eso es recomendable un aporte de vitaminas y minerales que nos ayuden a complementar nuestras necesidades.
¿Qué vitaminas y minerales son básicos para estimular el sistema inmunitario?
Las vitaminas y minerales tienen muchas funciones claves en nuestro organismo.
- Vitamina C o ácido ascórbico: es una vitamina hidrosoluble. Sus funciones se basan en sus propiedades como antioxidante, elemento necesario para la síntesis y el mantenimiento del colágeno (proteína necesaria para la formación de la piel, los ligamentos, los huesos, los dientes y para el fortalecimiento de las paredes de los vasos sanguíneos). Además, estimula el buen funcionamiento del sistema inmunitario y tiene un papel importante en la absorción del hierro, necesario para la formación de los glóbulos rojos en la sangre.
- Vitamina D3: vitamina liposoluble y esencial para nuestra salud. Necesaria para la absorción y la utilización del calcio y del fósforo y para el crecimiento, desarrollo y mantenimiento de los huesos y los dientes de niños y adultos. Es un micronutriente clave para estimular el sistema inmune.
- Biotina o vitamina B8 o vitamina H: es una vitamina hidrosoluble. Actúa como cofactor enzimático catalizando reacciones metabólicas esenciales. Participa en el desarrollo embrionario y refuerza el buen funcionamiento del sistema inmunitario y en el metabolismo.
- Zinc: mineral clave para mantener una adecuada función inmunológica (reduce la incidencia de infecciones). Además, posee propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Su déficit puede venir causado por distintos factores, como el hecho de padecer una enfermedad inflamatoria intestinal (Crohn o colitis ulcerosa), que dificulta su absorción; el bajo consumo de alimentos ricos en zinc (marisco, huevos, nueces, semillas de calabaza, legumbres, carne roja ecológica, etc.) o la elevada ingesta de nutrientes que interfieren en su absorción (calcio y fibras dietéticas). El zinc en cereales integrales u otras fuentes vegetales está, en general, menos presente debido a su relativamente alto contenido en ácido fítico, que actúa inhibiendo la su absorción.
Introduce un suplemento natural en tu día a día
Cuando a través de la dieta no es posible obtener la cantidad diaria recomendada de estos micronutrientes, es importante valorar la introducción de un complemento nutricional.
Un aspecto relevante a la hora de elegir un buen suplemento es valorar la sinergia de los ingredientes que lo componen, ya que así potenciamos el efecto de sus propiedades.
Inmun Plus, del Laboratorio Raab VitalPlus, es un complemento alimenticio interesante por su completa composición: vitamina C, vitamina D3, zinc, biotina y xilitol como endulzante. Tal y como hemos dicho, la vitamina C, la vitamina D y el zinc contribuyen al funcionamiento normal del sistema inmunitario. Además, la vitamina C y el zinc contribuyen a la protección de las células frente al daño oxidativo. La biotina contribuye al mantenimiento de las mucosas en condiciones normales. Se presenta en forma de comprimidos para chupar, con un agradable sabor a frambuesa, libre de gluten, lactosa y apto para veganos.