La diarrea aguda por gastroenteritis suele tener un origen vírico (principalmente por rotavirus) y una dura entre dos y ocho días. Puede ir acompañada de fiebre, vómitos, dolor abdominal, falta de apetito… y hay riesgo de deshidratación, por lo que el tratamiento básico de elección es el suero de rehidratación oral.
Aunque estos procesos diarreicos se suelen curar de manera espontánea, la microbiota intestinal sale perjudicada de estas situaciones. ¡Hablemos de ello!
La microbiota es el conjunto de bacterias, mayoritariamente beneficiosas, que habitan en nuestro organismo y especialmente, en nuestro intestino.
Las bacterias intestinales intervienen en funciones tan importantes como la digestión y absorción de nutrientes, la defensa frente a los patógenos y la modulación de la respuesta inmunitaria.
Esta microbiota, cuya variedad y cantidad se correlaciona con el equilibrio de nuestra salud, se implanta y madura lentamente desde el nacimiento (incluso antes, ya que las primeras bacterias las adquirimos en el útero materno) y durante los primeros cuatro años de vida. Los géneros más importantes en esta etapa son las bifidobacterias y los lactobacilos, que resultan favorecidos cuando hay parto vaginal y lactancia materna.
Hay muchos factores que pueden contribuir al equilibrio o desequilibrio de la microbiota intestinal, provocar perturbaciones funcionales y aumentar la predisposición a las patologías crónicas.
Las gastroenteritis o los antibióticos son algunos de estos factores; son situaciones que, como demuestran los estudios, alteran los microorganismos que habitan en el intestino y que debemos cuidar.
Esto lo podemos hacer con los probióticos: microorganismos vivos que, cuando son administrados en cantidad adecuada, producen un beneficio para la salud del huésped. Su efecto terapéutico depende de las cepas probióticas y de las dosis.
Actualmente, los organismos oficiales competentes en la materia, como la Sociedad Europea de Gastroenterología Pediátrica, Hepatología y Nutrición (ESPGHAN) ya recomienda los probióticos para tratar la diarrea aguda, tanto en caso de gastroenteritis como para prevenirla cuando hacemos tratamiento antibiótico. Y concretamente hablaba de la cepa probiótica Lactobacillus rhamnosus GG, con una dosis de diez mil millones al día y de cinco a siete días de tratamiento; es la recomendación oficial con el máximo nivel de evidencia, como el que tiene el suero de rehidratación oral.