La salud intestinal es clave, porque lo que pasa en los intestinos repercute directamente en la salud general. El aparato digestivo tiene la función de transformar las moléculas de los alimentos en sustancias simples y fácilmente utilizables como fuente de energía. De esta digestión y asimilación posterior depende la salud y nivel de energía, y es en estos procesos donde intervienen tanto las enzimas digestivas como la microbiota intestinal.

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Enzimas digestivas

Las enzimas son moléculas constituidas por cadenas de aminoácidos que produce el cuerpo. Las enzimas son esenciales para el organismo, ya que catalizan miles de reacciones químicas cruciales, como la digestión de alimentos, reparación y regeneración de tejidos o suministro de energía a las células, entre muchas otras.

A nivel digestivo, las enzimas ayudan a descomponer los alimentos en partículas más pequeñas para que el organismo las pueda utilizar: la amilasa rompe las moléculas de hidratos de carbono; la lactasa descompone la lactosa (azúcar de la leche); la proteasa rompe las proteínas; la lipasa contribuye a la digestión de las grasas.

El cuerpo produce enzimas, pero también es muy importante obtenerlas a partir de la alimentación, ya que, con la edad, cada vez producimos menos. Por ello, es importante consumir alimentos crudos como hortalizas, frutas y germinados. Además, los fermentados como el miso, el tamari o los pickles también aportan enzimas.

En caso de déficit enzimático, las digestiones se complican y se genera una fermentación y putrefacción de los alimentos. Estos alimentos a medio digerir desequilibran la microbiota intestinal y favorecen la mala, se generan tóxicos que pasan a sangre, y péptidos sin digerir también pasan a la circulación y activan el sistema inmunitario. Para evitarlo, son muy útiles los complementos con enzimas como la papaína (proveniente de la papaya) o bromelaína (extraído del tronco de la piña tropical). Ambas son enzimas proteolíticas que, además de favorecer la digestión de las proteínas, también son antiinflamatorios naturales. La bromelaína se recomienda después de comidas contundentes y ricas en proteínas.

Probióticos

La microbiota intestinal juega un papel muy importante en la digestión, el metabolismo y la salud intestinal e inmune. De hecho, se le atribuyen miles de funciones relacionadas con la digestión. Las bacterias intestinales nos ayudan a digerir alimentos que no podríamos descomponer (como algunos tipos de hidratos de carbono) y producen, entre otros elementos, vitaminas y minerales.

La interacción entre tipo de alimentación y tipo de microbiota intestinal es recíproca. La microbiota actúa sobre lo que comemos –de eso se nutre–, al tiempo que lo que comemos afecta a su composición. Así, una modificación de la dieta provoca cambios en el tipo y cantidad de microorganismos presentes en el intestino.

Hay ciertos alimentos fermentados que tienen efecto probiótico, como el kéfir de agua, el té kombucha, el yogur o el chucrut. Si hay ninguna alteración, malestar o patología digestiva es interesante incorporar probióticos a través de complementos para restablecer un equilibrio de la microbiota intestinal.

Una microbiota intestinal equilibrada es clave para la salud, ya que interviene en procesos como la estimulación del sistema inmunitario, la síntesis de vitaminas del grupo B y K, la digestión y absorción de nutrientes, además de que inhibe los patógenos y puede ayudar en la absorción de las vitaminas y minerales.

Los probióticos son un conjunto de microorganismos vivos (bacterias y levaduras) que, administrados en una dosis suficiente, son beneficiosos para la salud. Los géneros más frecuentes son Lactobacillus, Bifidobacterium, Lactococcus, estreptococos y enterococos. Debido al efecto beneficioso para el organismo y sus propiedades regeneradoras de la microbiota intestinal, el uso de probióticos estaría especialmente indicado después de tomar medicamentos, especialmente antibióticos o corticoides; también en caso de estreñimiento o diarrea; como coadyuvante en tratamiento de cándidas; para prevenir gastroenteritis, úlceras, gases, enfermedades inflamatorias intestinales, dispepsias, y para potenciar las defensas.

En resumen, tanto una producción adecuada de enzimas digestivas como un buen equilibrio de la microbiota intestinal tienen en común que son elementos clave en el proceso digestivo y asimilación posterior de los nutrientes. Ambos intervienen en el mantenimiento y equilibrio de la salud gastrointestinal y ayudan en los estados de recuperación de enfermedades.

Su equilibrio interrelaciona y beneficia el sistema nervioso central, el sistema endocrino y, muy importante, el sistema inmunitario. La estabilidad de las defensas depende de una descomposición adecuada de los alimentos gracias a las enzimas y del equilibrio de la microbiota intestinal, que se puede beneficiar de los probióticos.

Un complemento que ayuda al bienestar digestivo es GI Natural de Nature’s Plus, con L-glutamina, alimentos enteros alcalinizantes y ricos en enzimas, fibras que alimentan las bacterias amigas del intestino y cepas bacterianas amigas. Además, aporta calcio, que contribuye al funcionamiento normal de las enzimas digestivas.

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