Vivimos preocupados por comer bien y mantener la salud con la alimentación, el ejercicio y la tranquilidad. Sin embargo, nos olvidamos de que, más allá, existen una serie de factores a los que nos exponemos a diario que también nos pueden estar haciendo mucho daño.
Hacemos grandes esfuerzos por llevar una vida saludable. Compramos ecológico, de proximidad, de temporada y de animales que han vivido bien. Realizamos ejercicio y, de vez en cuando, intentamos rehuir de la ciudad y oler la brisa marina o rodearnos de naturaleza para desconectar y ayudar al cuerpo a bajar las pulsaciones. Hasta aquí todo correcto. El problema llega cuando, al llegar a casa, cogemos la sartén de aluminio con teflón y nos ponemos a cocinar las verduras ecológicas. El teflón, uno de los antiadherentes más utilizados, se deteriora con facilidad y libera PFOA o PFOS, unos materiales necesarios para unir el antiadherente a la sartén asociados a distintos trastornos y enfermedades graves, además de ser disruptores endocrinos. Por desgracia, la mayor parte de materiales de cocina que encontramos en el mercado, al entrar en contacto con los alimentos, son capaces de desprender metales pesados y otros tóxicos que se acumulan en el cuerpo de los seres vivos, y que el organismo no es capaz de eliminar, lo que implica una serie de problemas a largo plazo.
Materiales tóxicos en las cocinas
El teflón y otros materiales de cocina que utilizamos a diario pueden llegar a ser muy perjudiciales para la salud y el medio ambiente y son capaces de tirar por la borda todo el esfuerzo diario por mantenerse lo más saludable posible. De hecho, en los últimos tiempos, han salido diversos productos de teflón que se anuncian libres de PFOA u otros materiales tóxicos. Sin embargo, a pesar de parecer una buena noticia no debemos obviar el material que se encuentra debajo del teflón (en muchos casos, aluminio). Una vez la sartén envejece o se raya, deja en contacto directo el alimento con el producto que se encuentre bajo la primera capa, lo que implica de nuevo un intercambio de sustancias tóxicas (en la mayoría de los casos). Por eso, a continuación, os indicamos cuales son las peores opciones y cómo pueden afectar a la salud:
- Aluminio: Este material es muy utilizado en cocina o para conservar distintos alimentos (ya sean latas o métodos de cocina como el papillote). Se ha demostrado su posible migración hacia los alimentos que entran en contacto con él. La posibilidad de esto se ve incrementada si se cocina con alimentos ácidos, ya que el aluminio reacciona al pH y se libera al medio de forma más rápida (así que hay que tener cuidado al cocinar pescado o verduras en papillote acompañadas de limón o tomate). Además de estos datos, hay estudios que demuestran que este material se deposita en el cerebro y provoca posibles efectos neurotóxicos, y que tiene relación con enfermedades neuronales y degenerativas tales como el Alzheimer. Hasta el momento, el único aluminio fiable es el aluminio anodizado.
- Esmaltes con plomo (generalmente en cazuelas de barro o metálicas). El plomo es un metal pesado tóxico que se acumula fácilmente en el organismo y puede dar lugar a problemas gastrointestinales, fatiga, ansiedad, insomnio o problemas de sueño, entre otros. Es importante tener en cuenta que puede resultar un material muy tóxico y peligroso si entra en contacto con niños, ya que puede provocar efectos a nivel intelectual. Por eso hay que ser muy cuidadoso a la hora de escoger productos fabricados con cerámica y asegurarse de que no contengan ningún esmaltado que pueda perjudicar la salud.
- Cobre: Este material es de uso muy común debido a su buena conductividad del calor. Sin embargo, es importante saber que suele contener estaño o níquel y que puede liberar residuos metálicos, causar intoxicaciones y acumularse en distintos órganos. El efecto empeora si el cobre entra en contacto con sustancias ácidas, ya que la reacción química aumenta los niveles de intoxicación.
- Acero inoxidable: Se trata de la aleación de hierro con carbono a la que se añaden metales pesados en distintas proporciones (en general níquel y cromo). A pesar de ser una de las alternativas más utilizadas, estas sartenes pueden liberar pequeñas cantidades de éstos cuando se deterioran o rayan, así que no se recomienda en personas con alergias a estos metales. El más aconsejable es el acero quirúrgico, ya que no es poroso.
Las mejores alternativas
Después de leer esta lista de productos a evitar, muchos se estarán preguntando: ¿Y con qué cocino? Por suerte, en el mercado podemos encontrar diversas opciones con las que no tenemos que preocuparnos por sus efectos perjudiciales, ya que resultan inocuas. Entre ellas encontramos el vidrio, la cerámica y porcelana sin metales pesados o las siliconas de buena calidad. El problema es que generalmente resultan más costosas de mantener, son bastante frágiles o no reparten el calor de forma uniforme. Una opción que parecía segura hasta el momento es el hierro, ya que este difunde bien el calor, aguanta altas temperaturas y con el tiempo es capaz de crear una capa antiadherente de forma natural. Sin embargo, existe controversia en cuanto a su uso debido a la posible migración hacia los alimentos. Además de otros aspectos no tan positivos, como que hay que cuidarlo con bastante delicadeza, los alimentos se pueden pegar, es pesado y tienen un precio elevado.
Sin embargo, existe un metal que se ha ganado un hueco en nuestro corazón, ya que resulta ser el único metal que no libera sustancias tóxicas a los alimentos y que difunde bien el calor: el titanio.
El titanio: el nuevo aliado en la cocina
El titanio es el noveno metal más abundante de la tierra conocido por su inocuidad, su biocompatibilidad y su uso en la elaboración de prótesis, implantes dentales o piezas de aeronáutica.
Entre sus propiedades, podemos destacar que es saludable (es un material inerte, atóxico y compatible con el organismo), ligero (bastante menos pesado que el acero inoxidable), fuerte (muy resistente), transmite bien el calor, resiste a temperaturas altas (puede llegar hasta 600 ºC sin sufrir estrés ni deformaciones), resiste a temperaturas bajas (hasta -254 ºC), resiste a la corrosión (no se oxida en contacto con soluciones ácidas ni alcalinas) e inhibe el crecimiento bacteriano.
Con frecuencia encontramos utensilios de cocina que dicen tener antiadherente de titanio, si bien es preciso aclarar que los antiadherentes nunca contienen titanio. El titanio forma parte de la capa bajo el antiadherente, le da resistencia y evita el rápido deterioro que suelen sufrir las capas antiadherentes.
De hecho, hasta el momento no existían utensilios de cocina formados por titanio al 100% (sí que se podían encontrar formando parte de acero inoxidable, pero no de forma pura) debido a que resulta ser un material muy costoso. Sin embargo, Conasi, una de nuestras marcas de referencia en cuanto a utensilios de cocina, realmente se ha preocupado de profundizar en este tema y ofrecernos una buena alternativa. Acaba de sacar una gama de titanio puro que contiene desde tenedores, cuchillos, cucharas, platos y vasos hasta boles, ollas, botellas, juegos de sartenes y contenedores. Además, cuentan con los productos SKK (sartenes, woks, parrillas, cazuelas, etc.) que utilizan el antiadherente de mejor calidad del mercado actualmente, reforzado con titanio y libre de PFOA, disolventes y nanotecnología, lo que lo convierte en un antiadherente excepcional.
Así que, probablemente, el titanio acabará convirtiéndose en la opción práctica al resto de productos inocuos del mercado, ya que, a diferencia de parte de ellos (sobre todo del vidrio y la cerámica) requiere un mantenimiento mínimo y resiste más.